Comienzos (12): Génesis 3

Hoy terminamos nuestra discusión sobre uno de los capítulos más dramáticos en la Biblia, de hecho, uno de los capítulos más dramáticos en toda la historia humana.

¿Castigo o protección?

«22 Entonces el Señor Dios dijo: “Mira, el hombre se ha convertido en uno de nosotros, conoce el bien y el mal: y ahora no vaya a ser que coloque su mano y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. 23 Por lo tanto, el Señor Dios lo envió fuera del Jardín del Edén para cultivar el suelo del que había sido tomado. 24 Entonces expulsó al hombre; y colocó querubines al Este del Jardín del Edén, y una espada en llamas que giraba en cada dirección para guardar el camino al árbol de la vida».

Todos hemos visto pinturas que representan a Adám y a Eva como si abandonaran el Jardín del Edén —sollozando, retorciéndose las manos, desesperados en su miseria y dolor—. ¿Alguna vez has pensado en este simple hecho?: con todas estas lágrimas, lamentándose de todo eso, van al mismo lugar donde tú y yo vivimos ahora —donde la humanidad ha vivido desde entonces—. Su miseria es nuestra miseria, vivimos en el mismo lugar oscuro, la única diferencia es que no conocemos nada más —pero ellos sabían muy bien lo que habían acabado de perder—. Solo podemos imaginar qué diferente y qué increíble se sintió ese lugar desde su dolor y frustración al dejar el Jardín del Edén e ir al único lugar que tú y yo conocemos.¿Por qué Dios los desterró?

Tradicionalmente se pensó que al exiliar a Adám y a Eva, Dios simplemente los castigaba: ellos desobedecieron Su mandato, y Él los castigó al desterrarlos del Jardín del Edén —pero eso no es lo que nos dice las Escrituras—.

Vemos claramente la advertencia de Dios en los versículos que acabamos de leer: ahora que son expuestos al conocimiento del bien y del mal, si ahora comen del «árbol de la vida», עֵץ הַחַיִּים (étz hajáyim), también localizado en el jardín, permanecerán en ese estado de miseria para siempre —alejados de Dios— ellos y su posteridad. Dios no quiso que eso sucediera, por lo tanto, es por su propia protección y esperanza que ahora Dios los destierra. Exiliarlos del jardín no fue disciplinario, sino misericordioso y protector.

Percepciones hebreas

«Entonces expulsó al hombre…».

Quiero enseñarte cuánto podemos aprender del hebreo, incluso en esta corta oración del versículo 24. Primero que todo, la palabra hebrea traducida como «expulsó» en el versículo 24 es גָרֶשׁ  (garésh). En el hebreo moderno, la mayoría de las palabras que se refieren al divorcio de una pareja casada se derivan de esta raíz. Por supuesto, el hebreo moderno y el hebreo bíblico son muy diferentes —no podemos leer oraciones bíblicas a través de los lentes del hebreo moderno— sin embargo, el hebreo moderno a veces puede traer una faceta adicional a nuestro conocimiento. En cierto sentido podemos decir que Dios «divorció» a la humanidad del Jardín del Edén y de sí mismo debido al claro peligro que el Árbol de la Vida les presentaba ahora.

A veces las personas preguntan: ¿por qué Dios solo expulsa al hombre? ¿Significa que solo responsabilizó a Adám de lo que había sucedido en el jardín? Dios nunca le dijo a Eva que no comiera del árbol —Él se lo dijo a Adám antes de que Eva fuera creada—. ¿Esa fue la razón para que Dios solo expulsara al hombre? ¿O puede haber otra explicación?

Por supuesto, la explicación como siempre debe buscarse en el idioma hebreo. En estas series mencioné previamente que la palabra hebrea adám no se refiere solo al hombre. De hecho, en hebreo el término para «seres humanos» es benéi adám —los hijos de Adám—. La primera vez que aparece la palabra adám en la Biblia es en Génesis 1:26 cuado Dios dice: «hagamos a adám» y en el siguiente versículo, las Escrituras aclaran: «Él los creó hombre y mujer». Luego, en Génesis 5, encontramos la misma idea: «Él los creó hombre y mujer, y los bendijo y los llamó adám». Entonces la palabra hebrea adám, primero que todo, significa simplemente «humano» y responde al dilema de Génesis 3:24: si adám se refiere aquí como a «humano» esto significa que tanto Adám como Eva fueron expulsados del jardín.

Tikún Olám

Concluiremos este artículo con la última oración de este fatídico capítulo:

«… y colocó querubines al Este del Jardín del Edén, y una espada en llamas que giraba en cada dirección para guardar el camino al árbol de la vida».[1]

Al encontrar este versículo al puro comienzo de la Torá, uno simplemente no puede imaginar que este sería el final de la historia, y esta solución de la «espada en llamas», la solución final. Es imposible imaginar que Aquel que nos creó para el compañerismo de su jardín, nos dejaría afuera para siempre y no reabriría una puerta para regresar. Dios debía que tener un plan para remediar esta situación; Él debía tener la solución —mejor que esta «espada en llamas»—. Existe una expresión en hebreo: tikún olám (literalmente: «reparar el mundo»), y después de este capítulo, no se puede dudar de que este libro trate sobre eso: sobre el tikún olám, sobre «reparar el mundo», sobre sanar las desgracias de la creación. Por supuesto, el entendimiento del tikún olám depende de dónde estemos y en qué creamos; depende primero que todo, de la fe, pero todo aquel que lea estos tres primeros capítulos de la Biblia sabrá que de alguna manera la humanidad debe ser restaurada al jardín y que de esto se tratará todo este libro.

[1] Génesis 3:24.

 

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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