Al leer el inicio de Génesis 6 quedamos sorprendidos por la descripción de toda la maldad y corrupción de la humanidad. Luego en medio de toda esa corrupción, encontramos a un hombre que claramente agradó a Dios: «Pero Noé encontró gracia ante los ojos del Señor». Todos conocen el nombre de Noé. La historia de Noé y el diluvio es una de las primeras historias de la Biblia que los padres cuentan a sus hijos. Pero, ¿quién fue Noé? ¿Quién fue este hombre que fue escogido para dar un nuevo comienzo a toda la humanidad? ¿Qué sabemos de él?
¿Qué hay en un nombre?
Sorprendentemente, Noé nació y fue nombrado antes de Génesis 6: su nombre le fue dado en Génesis 5. Es interesante que, aunque todos saben quién fue Noé, pocos recuerdan a Lamec, el padre de Noé. Sin embargo, sería bueno recordar quién fue Lamec, no solo porque engendró al hijo que salvaría a un mundo agonizante a través de la fe y la obediencia, sino también porque él reconoció este llamado y misión especial de su hijo al darle ese nombre en especial. Leemos en Génesis 5:29 que Lamec, el padre de Noé «le llamó Noé, diciendo “Este nos proporcionará descanso de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, y de la tierra que el Señor maldijo”». Esto significa que hubo alguna razón de por qué Lamec nombró a su hijo Noé. ¿Por qué? ¿Qué esperaba Lamec de él? ¿Qué quería decir este nombre?
Desde luego, el nombre de Noé tiene un significado muy profético. Algunos de ustedes probablemente saben que esta raíz en hebreo significa «descanso», y por las palabras proféticas de Lamec, entendemos que él vio en su hijo a quien sería un «dador-de-descanso», el que traería liberación y bienestar de la maldición. Cuando Dios maldijo la tierra y expulsó a Adám y a Eva del jardín, Él también les dio la promesa de un futuro salvador. Al nombrar a su hijo Noé, Lamec confió en que él sería el salvador prometido. Evidentemente, Lamec sintió la carga pesada de trabajar la tierra que Dios había maldecido y buscó «descanso de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos».[1] Ya sabemos que aunque esas primeras generaciones estuvieron extremadamente cansadas de la maldición y esperaron el cumplimiento de la promesa —recordemos a Eva esperando que su hijo Caín fuera «el hombre del Señor»—. Por las palabras de Lamec, está claro que él también consideraba a su hijo como aquel que traería liberación de la maldición, como aquel que proporcionaría confort y descanso —como hizo Jesucristo en el Nuevo Testamento—: «Vengan a mí, todos los que están trabajados y cargados, y yo les daré descanso».
¿Corazón puro o linaje puro?
¿Por qué Dios escogió a Noé? Después de discutir aquí en detalle sobre los «hijos de Dios» y sus descendientes los nefilím, la primera y más obvia sugerencia podría ser respecto al linaje de Noé. Algunos comentaristas asumen que la expresión bíblica «perfecto en sus generaciones» podría ser leída, e incluso debería ser leída, en el sentido de su perfecto linaje: Noé fue perfecto en su genealogía —su linaje fue puro, en eso fue totalmente humano, y esa fue la principal y más obvia razón de porqué Dios le escogió—.
Aunque debemos recordar que el Dios de la Biblia es ante todo el Dios de los corazones. Por eso no tengo duda de que el corazón de Noé también fue puro, y él desde luego, fue justo delante de Dios. Las Escrituras nos dicen muy claramente que Noé «caminó con Dios» (y debería recordarles que solo hay dos personajes en toda la Biblia descritos de esta forma: Enoc y Noé). Sí, Noé tuvo un linaje puro, pero también fue justo ante los ojos de Dios; de hecho, estas dos cosas están conectadas y van juntas: el linaje puro de Noé permaneció sin corromperse porque él fue justo. Él estuvo completamente separado de un mundo pecador y de personas pecadoras (y de la mitad de las personas) alrededor de él —y por eso él fue perfecto en sus generaciones—. ¿Saben que en hebreo la palabra (דושק; kadósh), «santo», también significa «separado»?: las palabras (את מקודשת לי; at mekudéshet li), pronunciadas por el novio a la novia en la ceremonia de una boda judía bajo la jupá, significan tanto «tú estás separada para mí» como «tú eres santa para mí». Esto es exactamente lo que Dios espera y requiere de su pueblo más tarde: ser santo y permanecer separados del pecado de este mundo. Noé, con su corazón puro, fue separado de la corrupción del mundo y por eso tuvo un linaje puro, no corrompido por la semilla demoniaca. Por eso Noé fue el candidato perfecto para el plan de Dios.
¿Dios escogió a Noé?
Sin embargo, ¿Dios escogió a Noé? Las Escrituras nos dicen que «Noé encontró gracia ante los ojos del Señor» (a propósito, esta es la primera vez que la palabra «gracia» aparece en la Biblia). «Encontrar» es un verbo activo, no es pasivo; la Torá no dice «Noé fue escogido por Dios» —la escritura hebrea deja muy claro que el primer paso fue el de Noé—. Parece ser que Noé encontró gracia ante los ojos de Dios porque él la estuvo buscando activamente de la forma en que caminaba con Dios. ¿Por qué? ¿Cuál fue su secreto para encontrar gracia ante los ojos del Señor? ¿Y qué significa —para él y para nosotros?—.
La frase hebrea (מָצָא חֵן בְּעֵינֵי יהוה; matzá jén beeinéi Adonái) que literalmente significa: «Él encontró gracia ante los ojos del SEÑOR». Esta expresión todavía se usa en el hebreo moderno de hoy —a menudo usamos estas palabras bíblicas—: «¿Él/ella encontró gracia ante sus ojos?» cuando hacemos una simple pregunta: «¿Él/ella te gusta?». Reflexionemos juntos sobre esto: ¿qué quiere decir que nos guste alguien? ¿Tal vez la persona hizo algo que llenó nuestras expectativas?
Se puede encontrar un comentario interesante en algunos comentarios judíos: ¿el versículo «justo en sus generaciones» significa que Noé simplemente fue mejor que cualquier otro en esa generación malvada y que en cualquier otro tiempo pudo no haber sido considerado justo? Algunos judíos sabios compararon a Noé con Abraham diciendo que mientras Abraham intercedió por los pecadores de Sodoma, Noé no intercedió por su generación, y eso significa, —para una mentalidad judía— que él no fue suficientemente justo. Sin embargo, según el Nuevo Testamento este no fue el caso. Los escritores del Nuevo Testamento creyeron que durante los años de preparación, Noé había estado predicando justicia a sus contemporáneos, advirtiendo del juicio por venir, y aún continúa construyendo un arca en completa obediencia a Dios. Quizá por eso «encontró gracia ante los ojos del Señor» y Dios quien no «perdonó al mundo antiguo, pero salvó a Noé, uno de entre ocho personas, un predicador de justicia…».[2]
Es obvio, nuestro «gusto» es una pobre sombra de «encontrar gracia ante los ojos de Dios». Sin embargo, esta frase nos da una visión del carácter de Noé —y también nos enseña una lección—. Creo que la lección para nosotros es esta: Dios no quiere que andemos simplemente por ahí esperando el castigo de los pecadores y la salvación de los justos —incluso si nos sentimos rodeados por el pecado y la corrupción—. Dios nos ama, pero Él también «quiere gustarnos», y por eso desea que nosotros le busquemos activamente y encontremos gracia ante sus ojos por la forma en que vivimos.
[1] Génesis 5:29.
[2] 2 Pedro 2:5.
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