“…es semejante a un padre de familia, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas».
Mateo 13:52
Hoy vamos a hablar sobre las parábolas. Las parábolas forman la mayoría de las enseñanzas de Jesús: “Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba”.[1] “Por su prominente lugar en los tres primeros Evangelios, las parábolas se encuentran, como han argumentado los eruditos, entre las enseñanzas más propensas a remitir al Jesús histórico”.[2] ¿Por qué Jesús habló en parábolas? ¿De dónde proviene este género?
LA MONEDA PERDIDA
Posiblemente sepan que este género provocativo tiene su origen en la Biblia hebrea (el Antiguo Testamento): Heb mashal, al igual que el griego parabolē, se refiere a la comparación figurativa. Existen muchas parábolas en la Biblia: las encontramos en el libro de Jueces, en los libros de Samuel y Reyes y en los libros de los Profetas. Sin embargo, este género floreció realmente en la literatura rabínica. Hay muchas parábolas en los textos rabínicos, y aunque muchos de ellos fueron escritos mucho más tarde, aún conservan algún material del tiempo de Jesús.
Por ejemplo, encontramos una parábola similar a la parábola de Jesús de la Moneda Perdida en un comentario judío del Cantar de los Cantares de Rabbah. Aquí la parábola es sorprendentemente parecida a la de la Moneda Perdida. “El tema es de un rey que perdió una moneda o una perla preciosa en su casa. La encontrará con la luz de una mecha que vale cada centavo. De igual manera, no permitan que parezca una parábola sin valor: mediante parábolas, un hombre puede posicionarse en las palabras de la Torá”.[3] El significado de las parábolas en la tradición judía se ve claramente en este texto: las parábolas se perciben como una forma de entender la Torá. Los judíos siempre habían enseñado por medio de parábolas, y por eso es que Jesús las usó para ayudar a sus oyentes a entender su enseñanza: estaban acostumbrados y sabían cómo comprenderlas.
Sin embargo, hay una explicación adicional para este fenómeno que personalmente parece tener mucha importancia. Aquellos que han seguido mi blog durante un tiempo (o que han leído mis libros) saben cuán importante es el tema del Mesías Oculto. En los Evangelios vemos claramente que “el secreto del Reino de Dios, comunicado mediante las parábolas, se explica a los que están adentro, pero aquellos que están afuera solo escuchan la cáscara impenetrable”.[4] Las parábolas separan lo interno de lo externo: “Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo”[5] —y así confirma el concepto del Mesías Oculto—: Se suponía que Jesús debía ocultar su estatus mesiánico al pueblo de Israel y solo revelarlo a aquellos que fueran escogidos por el Padre, como Pedro (Mateo 16:16).
EL HIJO PRÓDIGO JUDÍO
“…porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.»[6] La Parábola del Hijo Pródigo es una de las parábolas más famosas y apreciadas del Nuevo Testamento. Muchos consideran que esta parábola es también una de parábolas más populares de Jesús —describiendo a Dios como al Padre Amoroso, lleno de gracia y compasión, como opuesto al Dios “severo y exigente” del Antiguo Testamento—. Podrían sorprenderse al escuchar que este mensaje de la gracia de Dios tiene muchos paralelismos en el pensamiento judío, donde todo el tema del regreso y el arrepentimiento, (en hebreo, ambas palabras provienen de la misma raíz: Shuvah y Tshuvah) es extremadamente importante —Dios siempre está abierto al regreso de su hijo arrepentido—. De hecho, encontramos una parábola similar en el midrash Devarim (Deuteronomio) Rabbah. La parábola del “Rey amoroso y Su hijo malvado” ilustra el tema del arrepentimiento y el deseo de Dios de que Sus hijos regresen a Él. El tema puede ser comparado con el hijo de un rey que escogió malos caminos. El rey…apeló a él diciendo: “Arrepiéntete hijo mío”. Entonces el padre continúa diciendo: “¿No es a tu padre a quien regresarás?”[7] Esta parábola rabínica refleja la misma teología de la gracia que encontramos en la Parábola del Hijo Pródigo. “Incorrecto es el punto de vista común de que la respuesta generosa del padre al hijo pródigo —sea que el padre es visto como un padre amoroso o representante de Dios— sería sorprendente para los oyentes judíos de Jesús”.[8] En la tradición judía, los padres siempre aman a sus hijos y Dios siempre intenta alcanzar y traer a casa al pecador.
EL FARISEO Y EL PUBLICANO
‘“Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres…ni aun como este publicano».[9]
En la parábola de Jesús de Lucas 18:9-14, leemos sobre dos hombres que subieron al Templo para orar: uno era un fariseo, el otro un publicano. Una lectura cristiana tradicional ve aquí al fariseo como un personaje hipócrita, legalista y presumido; las simpatías tenderían solo a alinearse con el publicano, mientras que el fariseo sería despreciado como un símbolo completamente negativo. Sin embargo, ¿perdemos algo que los oyentes de Jesús verían en esta historia?
Primero que todo, no hay duda de que había una actitud muy negativa hacia el publicano en la sociedad: no solo los Evangelios, sino fuentes rabínicas posteriores, describen también esta actitud. Los recaudadores de impuestos eran mal vistos a través de todo el Imperio Romano. Por las palabras de Juan el Bautista en Lucas,[10] comprendemos que los recaudadores de impuestos normalmente recogían más dinero de lo que debían —en los Evangelios, los recaudadores de impuestos estaban claramente asociados con pecadores—.
Lo que es importante aquí —y se pierde completamente por los oyentes cristianos— es que en la mentalidad judía, el pecado de una persona afecta a toda la comunidad (por eso Jesús enseñó a orar “perdona nuestros pecados” en lugar de “perdona mis pecados”), mientras que los méritos del justo benefician a toda la comunidad —recuerden a Abraham argumentando con el Señor respecto a Sodoma y los justos que allí vivían—. Me imagino que los judíos que escucharon esta parábola por primera vez, habrían pensado en los méritos del fariseo que impactaron positivamente en la justificación del publicano, pero a medida que continuaron escuchando y empezaron a entender el punto de Jesús, probablemente empezaron a pensar lo contrario: fue la humildad del publicano y el arrepentimiento lo que beneficiaría al fariseo. Sin embargo, en cualquier caso, el punto importante aquí, el punto que faltaba hoy, es que estos dos hombres fueron percibidos como conectados, como parte de la misma comunidad —como influenciándose el uno al otro con su estatus espiritual—. Necesitamos aprender a leer las parábolas de Jesús a través de los oyentes judíos del siglo I.
[1] Marcos 4:33-34
[2] The Jewish Annotated New Testament (p. 68). Oxford University Press. Kindle Edition.
[3] Cantar de los Cantares Rabbah 1,1,8
[4] The Jewish Annotated New Testament (p. 68). Oxford University Press. Kindle Edition.
[5] Marcos 4:33-34
[6] Lucas 15:24
[7] Deuteronomio Rabbah 2:24
[8] The Jewish Annotated New Testament (p. 133). Oxford University Press. Kindle Edition.
[9] Lucas 18:11
[10] Lucas 3:13
Las ideas que leen en estas páginas son típicas de lo que compartimos con nuestros estudiantes durante las clases de DHB (Discovering the Hebrew Bible: Descubriendo la Biblia Hebrea), de JBNT (The Jewish Background of the New Testament: Trasfondo Judío del Nuevo Testamento) o de WTP (Weekly Torah Portions: Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos les abrieron el apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, o por estudiar en profundidad la Parashat Shavua, junto con puntos de vista del Nuevo Testamento, o de aprender más sobre el trasfondo judío del Nuevo Testamento, estaría contenta en facilitar más información (y también un descuento de maestro para nuevos estudiantes) respecto a nuestros formidables cursos (Juliab@eteachergroup.com)
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