Muchos cristianos están sorprendidos cuando llegan por primera vez al entendimiento que en línea con la Tradición Bíblica de la Biblia Hebrea, los evangelios son documentos anónimos. Está claro que estos son trabajos primitivos de los seguidores judíos de Cristo, escritos y aprobados por las figuras con autoridad apostólica, pero no hay nada en los evangelios canónicos de sí mismos que dé una clara o ambigua declaración sobre la autoría de cualquiera de los cuatro evangelios. (Los Evangelios Canónicos son Juan, Marcos, Lucas, y Mateo. Estos son los cuatro evangelios que fueron aceptados por una abrumadora mayoría del pueblo de Dios alrededor del mundo). La situación es muy diferente con los evangelios no canónicos. La mayoría de los evangelios no canónicos exponen un acercamiento totalmente diferente. El autor del evangelio no canónico es usualmente identificado y declarado claramente por ser el autor del libro. El problema es que los evangelios sin autoría (como el evangelio de Pedro, el evangelio de Felipe, el evangelio de Tomas, etc.) recibieron autoría después de l muerte de todos sus autores pretendidos. Así que, tenemos una interesante ironía aquí: los verdaderos Evangelios apostólicos no expresan los nombres de los autores, mientras que los falsos evangelios siempre lo hacen.
Pero tú puedes decir, “Espera un minuto”, nuestras biblias tienen títulos que son bastante claros. El evangelio según Mateo, el evangelio según Juan, y así por el estilo. Sí, esto es lo que en efecto tenemos en nuestras Biblias. Pero algunas cosas en nuestras Biblias no están allí desde el principio. Por ejemplo, si tu Biblia tiene un esquema de concordancia (que ayuda a ver dónde las mismas palabras o ideas fueron mencionadas en otras partes de La Biblia) o notas al pie (si esto es una Biblia de estudio) rápidamente entendemos que estas adiciones no están en el texto original y que fueron agregadas por publicadores para el beneficio de lectores modernos. Además, tenemos también páginas que identifican secciones tituladas, “El Antiguo Testamento” y “El Nuevo Testamento”. Entendemos que esas páginas no existieron en el original.
También hay otras cosas en la Biblia incluyendo los sobrescritos en el Libro de los Salmos, tal como “un salmo de Moisés” o “un salmo de David”. Los Eruditos saben que estos sobrescritos no eran originales, pero fueron agregadas al texto una fecha más tarde. Creo que debemos entender los títulos de los evangelios en una manera similar. Son declaraciones de autoridad que pueden ser ciertas; tal como es probablemente cierto que el rey David fue el autor de muchos de los salmos. Después de todo, cada identidad autoral de los evangelios era conocida tan temprano como el segundo siglo (eruditos usan un lenguaje fantasioso indicando que son “muy temprano atestiguadas”).
Mi punto no es que Juan Marcos, el asistente de Pedro, no escribió el evangelio de Marcos de acuerdo al testimonio de Pedro (tal como un testimonio lo tendría). Él muy probablemente lo hizo. En lugar, estoy diciendo algo del todo diferente –desde el sobrescrito “según Marcos” (KATA MAPKON) no fue parte del manuscrito original del evangelio, los cuatro títulos marcados sin duda fueron asignados a los cuatro evangelios en algún tiempo después de su composición. Si esto es así, necesitamos hacer una muy importante pregunta: “¿cuál fue el titulo original del evangelio?”
Mi respuesta puede o no sorprenderles. Hay un par de posibilidades aquí. La primera, es posible que este evangelio incluso no tenga un título. No es del todo claro que documentos antiguos tuvieran títulos, por medio de varias teorías se ha sugerido que la primera palabra cumple la función del título.
Pero incluso si muchos otros trabajos antiguos tuvieron títulos, no significa que el evangelio de Marcos tambien pueda haber tenido uno. Por favor permítame explicar. Hay otras cosas sobre este evangelio que son extrañas. Claro que nada es más extraño que su final.
Mientras muchas Biblias incluyen (con una nota explicativa), Marcos 16: 9-20, dos de los más antiguos y más confiables manuscritos de este evangelio no contienen estos versos. Esto significa que es casi 100% cierto que tambien el final original del evangelio finalizando con el vs. 8 o con su final original fue de alguna manera perdido. Después de todo, tenemos una carta que conocemos que el apóstol Pablo escribió que no está en nuestra Biblia. La que llamamos Primera de Corintios es realmente la segunda carta que el apóstol escribió a la Iglesia en Corinto, ya que menciona esto en 1 Corintios 5:9.
Después de la muerte y sepultura de Jesús, decimos que María Magdalena, María la madre de Santiago, y Salomé recogieron aceites especiales para la sepultura y especias juntas el Sábado en la noche (literalmente cuando el Sabbath se termina), y temprano en la mañana salieron a la tumba donde Jesús estaba acostado para descansar. Cuando ellas llegaron a la tumba, vieron un hombre vestido de blanco que les dijo que Jesús había resucitado y que estaba camino a Galilea, donde se reuniría con ellas y los discípulos. Después de esto, leemos, “ellas se fueron, huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo” (Marcos 16:8).
¡Ahora aquí es donde el evangelio termina!
Si esto no es extraño, no sé qué es. Hablando de un decepcionante final, estamos tan acostumbrados a los otros finales de los evangelios parecidos a los de Hollywood. Pero esto no es tan simple en este evangelio.
No soy el único que se siente así. Pienso que muchos seguidores de Cristo también. Esta fue probablemente la razón del por qué antiguos copistas (escribas) de este evangelio, agregaron Marcos 16: 9-20. Esta adición probablemente no es una fabricación, sino que está basada en lo que ellos vieron ocurrir en el movimiento primitivo de Jesús.
Cuando los estilos textuales o gramaticales de las secciones son comparados, se vuelve claro que esta adición fue hecha después y no fue autoría de la misma persona que escribió el mismo evangelio.
No deberíamos llegar al evangelio de Marcos con preconcepciones acerca de lo que debería y no debería decir, y de lo que esto debería o no debería parecer. La belleza de nuestro acercamiento es permitir al texto hablar por sí mismo. Deberíamos permitir a este evangelio formarnos y no de la otra manera.
Si el evangelio no tuvo título, esto es legítimamente cierto. Después de todo, el titulo debería consistentemente decir a los lectores de lo que se trata el libro enteramente. Hay una oración que está preñada con una variedad de conceptos de Realeza judía de la Biblia Hebrea. Ésta puede llegar cerca y funcionar como el título; y que po supuesto es el primer versículo del evangelio:
“El principio del evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios” (Marcos 1:1).
Oración:
Aveinu Malkeinu, Nuestro Padre, Nuestro Rey,
libéranos para leer, libéranos para pensar, libéranos para creer.
Amén.
Es cierto que la Biblia contiene algunas añadiduras, pero vale la pena preguntarse si algunas de estas añadiduras contaban con la aprobación divina,
El problema de estas añadiduras, es que traten de explicar lo que la propia Biblia ya haya explicado sin necesidad de aclaratoria alguna
BS»D
Shalom Bismark
Gracias por comentar.
Como bien inquieres y afirmas, existen dos tipos de añadiduras: Unas, nacidas de la buena fe de ayudar a entender alguna figura literaria o modismo.
Otras nacidas de la perfidia y la mala intención de confundir al pueblo-comunidad de creyentes.
Como traductor Bíblico me he enfrentado a numerosos casos de adiciones y alteraciones sorprendentes que han mantenido y generado diversas divisiones entre los creyentes y terminan por convertirse en tropiezo para muchos.
Que se haya colocado un nombre a un texto que originalmente no lo tuvo (hasta donde sabemos) puede indicar muchas cosas, una de ellas es que (insisto que fue escrito en hebreo y arameo el evangelio) quería darse el mensaje de que se trataba de una traducción al griego y no de la versión hecha por el autor original, como si se tratase (sin que sea así), de una «versión autorizada» en griego (no el original).
Shalom!