La ProfecÍa Oculta (1) El MesÍas Oculto En El Tanach

La última vez, hablamos sobre uno de los dilemas más grandes del Nuevo Testamento: el Mesías Secreto –el hecho de que Jesús continuamente rechazó y evitó usar el título de “Mesías” durante todo el tiempo de su ministerio público–. Antes de ir más lejos, necesito asegurarme de que distinguimos bien entre dos públicos diferentes: el público de lectores de los Evangelios y el público de Jesús en los Evangelios. Todos los textos del Nuevo Testamento fueron escritos décadas después de Su muerte y resurrección, y los autores de los Evangelios, mientras se dirigían a sus lectores contemporáneos, repetían sin descanso que Jesús era el Mesías prometido: “Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios”[1] —pero esto no es de lo que estamos hablando aquí—. No estamos estudiando lo que los Evangelios nos dicen sobre Jesús; en lo que estamos interesados es en lo que el Jesús de los Evangelios dice sobre sí mismo, o en lo que permite o no que otros digan de Él a sus contemporáneos. Los Evangelios conscientemente y a propósito describen a Jesús ocultando y escondiendo Su mesianismo de Sus oyentes. En otras palabras, el mesianismo de Jesús es algo que el autor y los lectores conocen, pero los participantes originales no conocían.

Ahora estamos frente a la necesidad de explicar este hecho desconcertante: en todos los cuatro Evangelios, ni una sola vez Jesús se revela a Sí mismo como Mesías a Sus conciudadanos. En todos los Evangelios, a las personas judías a quienes sana, les es prohibido contar acerca de los milagros realizados por él. ¿Por qué? ¿No es lógico concluir de que Él no pretendía revelar el hecho de Su identidad Mesiánica a Su pueblo? De otra forma, ¿por qué no hablaría Él mismo sobre esto directamente, en lugar de prohibir a la gente que lo dijesen a otros? Si decidimos que Jesús quería que el pueblo de Israel le aceptase y reconociese como Mesías, entonces debemos admitir que Él estaba actuando de forma un poco extraña, haciendo todo lo posible para llevar a Israel al error y ocultarles su secreto. Ustedes estarán de acuerdo en que tal conclusión es difícilmente aceptable, y consecuentemente nos deja una sola posibilidad: Jesús no pretendía que el pueblo de Israel conociese su estatus mesiánico.

¿Por qué? ¿Por qué Jesús silenciaba Su mesianismo? Para que podamos entender esto, nos remitiremos al Tanach (Antiguo Testamento) y trataremos de encontrar allí la explicación del secreto mesiánico. Todos sabemos que el capítulo 53 de Isaías, dedicado por completo al Siervo Sufriente, durante siglos ha sido piedra de tropiezo entre cristianos y el pueblo judío: si bien estos últimos manifiestan que Isaías está describiendo proféticamente el sufrimiento del pueblo de Israel, los primeros lo leen como una profecía de la muerte expiatoria de Jesucristo.

La interpretación de este capítulo ha sido muy discutida en el judaísmo. Aunque no haya habido necesariamente una línea consistente de interpretación, a través de los siglos, muchos rabinos también entendieron Isaías 53 como refiriéndose al Mesías. Aquí, por ejemplo, hay referencias a fuentes rabínicas: “El Mesías —¿cuál es su nombre?— Los rabinos dicen, The Leper Scholar, como se dice: “seguramente ha llevado nuestras penas y cargado con nuestros sufrimientos: aún así le tuvimos como a un leproso, golpeado por Dios y afligido…”[2]; “fue herido por nuestras transgresiones” etc… En el Jardín del Edén hay un lugar llamado el Palacio de los Hijos de la Enfermedad; entonces el Mesías entra en este palacio, y convoca cada enfermedad, cada dolor y cada castigo de Israel; todos llegan y descansan sobre él. Y si no fuese porque así los había iluminado fuera de Israel y los había tomado sobre sí mismo, no habría ningún hombre capaz de cargar los castigos de Israel por las transgresiones de la Ley: y esto es lo que está escrito: “Ciertamente Él ha llevado nuestras enfermedades”.[3]

¿Era Isaías 53 entendido como el programa mesiánico en los tiempos de Jesús — en el Siglo I d.C.?— Para responder a esta pregunta, vayamos a los Targums (los Targums son interpretaciones libres arameas del Antiguo Testamento para usarse en las sinagogas). Puede que recuerdes en mis posts anteriores que, aparte de los últimos datos en la redacción final de estos textos (la redacción básica de los primeros Targums podrían ser a finales del segundo o tercer siglo d.C., y muchos de los escritos disponibles son fechados incluso después), la tradición interpretativa que representan, pertenece al periodo del Segundo Templo. ¿Qué nos dicen los Targums sobre el tema?

Hay varios capítulos del libro de Isaías que hablan de un Siervo Sufriente, y en el Targum de Jonatán en Isaías, todos ellos se entienden como refiriéndose al Mesías. Aquí hay algunos ejemplos:

Isaías 43:10: Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí.

Targum de Jonatán en Isaías 43:10:  Vosotros sois testigos delante de mí, dice el Señor, y mi Siervo el Mesías (עבד משיחא)

Isaías 52:13: He aquí que mi siervo será prosperado

Targum de Jonatán en Isaías 52:13: He aquí, mi siervo, el Mesías, será prosperado (עבדי משיחא).

Todos sabemos que traducir significa interpretar. Así pues, estas desviaciones del texto original muestran que, incluso en la tradición judía de los primeros siglos de la Era Contemporánea, algunas personas vieron claramente al Mesías en el Siervo Sufriente de Isaías.

En el Nuevo Testamento, tenemos increíble evidencia en el libro de Hechos: la historia de Felipe y el eunuco (Hechos 8:26-35). Cuando Felipe le pregunta al eunuco: “Pero ¿entiendes lo que lees?” y el eunuco le responde: “¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?”[4] —nos muestra no solo la situación personal del eunuco, sino también la ausencia de una línea consistente de interpretación en el judaísmo del Segundo Templo—. A la luz de esto, la claridad y la confianza de Felipe son sorprendentes. Cuando el eunuco pregunta: “¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?” —para Felipe, la respuesta es obvia: Jesús—.

“Esto implica que incluso en esas primeras fechas, el reconocimiento de la descripción del trabajo en Isaías 53 encaja con Jesús, y solo Jesús era real entre los cristianos”.[5] Desde entonces, Isaías 53 ha sido ampliamente entendido entre los creyentes en Jesús como un programa mesiánico: un programa que el Mesías tenía que cumplir —el programa que Jesús realmente cumplió a cada paso—. Y es en este programa —en este capítulo— que descubriremos la “profecía oculta” que estaba completamente perdida en la traducción y la cual explica claramente por qué Jesús, si tenía que cumplir con este programa, debía guardar silencio sobre Su estatus mesiánico.

(Si estás interesado en leer mi libro sobre el Mesías Oculto, da clic aquí: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/)

 

[1] Juan 20:31

[2] Sanhedrin 98b

[3]Zohar, Volume II, 212a

[4] Hechos 8:30-34

[5] G.K. Beale and D.A. Carson. Commentary on the New Testament Use of the Old Testament (p. 574). Baker Publishing Group. Kindle Edition.

 

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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