Las Claves Del CapÍtulo De TransiciÓn: Llave NÚmero Uno

Alguien escribió en el comentario de mi último artículo: “Esperamos con ansias la ‘llave’”. Bien, no es tan solo una llave, sino, un juego de llaves de la historia completa del mesianismo oculto de Jesús, que nos es proporcionado en Lucas. Por lo que sabemos, Lucas fue el único autor del cristianismo primitivo que consideró que era necesario completar la historia de la vida “oculta” de Jesús con la historia de sus discípulos proclamando abiertamente las cosas secretas de los Evangelios, y en su trabajo de dos volúmenes, Lucas nos proporciona unos valiosos recursos para entender la naturaleza de este súbito cambio entre los Evangelios y Los Hechos. El último capítulo del Evangelio no solo sirve como una maravillosa transición literaria al segundo volumen, sino también como una llave espiritual –o un conjunto de llaves espirituales– respecto al tema del “Mesías oculto y revelado”.

En Lucas 24 leemos la historia sobre dos discípulos que «viajan… a un pueblo llamado Emaús», en el primer día de la semana. Estaban completamente perplejos respecto a todo lo que le había sucedido al Maestro, y hablaban entre sí sobre estos eventos. Ahora bien, en el camino, el «mismísimo Jesús… fue hacia ellos» –pero ellos no le reconocieron–. Siguieron hablando; le respondieron a Jesús cuando Él les preguntó acerca de las últimas noticias de Jerusalén, se sorprendieron que Él no supiera lo sucedido –pero no le reconocieron–. Él empezó a enseñarles las Escrituras, y que debían recordar sus enseñanzas, las que tantas veces les había enseñado –aún y así, ellos no fueron capaces de reconocerle–. «Sus ojos estaban cegados para que no le reconocieran«.[1]

Hemos visto en artículos previos que la idea del Mesías irreconocible viviendo entre el pueblo de Israel, era una idea muy común en la mentalidad judía. Hemos visto que esta forma de referirse a la venida del Mesías como oculta y revelada, podría ser tomada como algo representativo del judaísmo del siglo I. En este sentido, la historia de Emaús solo aporta una prueba adicional a esta idea. La diferencia es que Lucas muestra muy claramente cómo y por qué, ellos no le reconocieron –y esto es lo que vamos a comentar hoy–.

* * *

Vamos a tratar de comprender lo que pasó con los ojos de los discípulos en el camino hacia Emaús. Leemos que sus ojos estaban frenados. En inglés, como en griego, el verbo restrained (frenado, impedido) es la voz pasiva del verbo frenar. En esencia, significa que lo que aconteció con los discípulos, su incapacidad por reconocer a Jesús, no dependía de ellos en absoluto. Alguien estaba frenando su vista hasta que llegase el momento señalado.[2] Entonces, cuando el momento señalado llegó, ese mismo alguien les abrió los ojos y le reconocieron: «Entonces sus ojos fueron abiertos y le reconocieron».[3] Otra vez aquí, como en el versículo 16, el texto usa la voz pasiva: sus ojos fueron abiertos. El verbo griego[4] usado aquí significa “ser completamente abierto, enteramente” y esto ocurre varias veces en la Septuaginta. El uso de la forma activa de este verbo es remarcable. Por ejemplo, en el libro de 2 de Reyes 6:17, Eliseo está orando al Señor para que abra los ojos de su siervo: «SEÑOR, te pido, abre sus ojos para que pueda ver. Y el SEÑOR abrió los ojos del joven, y vio».

En casi cada lugar de la Septuaginta donde se encuentra este verbo en la forma activa, el sujeto de la frase es el mismísimo Dios, lo cual nos lleva a una conclusión muy importante: Dios es el único que puede abrir nuestros ojos espirituales. Por ejemplo, las palabras de Lucas al final de este mismo capítulo: «Y Él les abrió el entendimiento para que pudieran comprender las Escrituras»[5], deberían ser leídas como una declaración de fe: Lucas, evidentemente cree que Jesús es Dios y ese es el motivo por el cual Él tiene la autoridad para abrírselos. Según Lucas, el Señor y solo Él, tiene el poder para frenar el entendimiento y los ojos –y Él es el único que puede abrirlos, desbloquear el entendimiento y los ojos–. Los ojos de los discípulos de camino hacia Emaús fueron frenados de manera soberana únicamente por Su mano –de ninguna manera podrían haber reconocido a Jesús hasta que él mismo abrió sus ojos–.

Con respecto a esto, me gustaría recordar una escena que comentamos en el post anterior: la ya conocida escena de la sinagoga en Nazaret del capítulo 4 del Evangelio de Lucas. En la lectura de estos versículos, uno es siempre sorprendido por la tensa atmósfera que llena la sinagoga cuando Jesús lee del profeta Isaías. ¿Cuál es el origen de la tensión y qué es lo que manifiesta? «Y los ojos de todos los que estaban en la sinagoga estaban fijos en Él…  Así que todos fueron testigos de Él y gratamente se maravillaban de las palabras que salían de su boca».[6]En otras palabras, los corazones de los que escuchaban a Jesús ardían, obviamente eran sensibles a la proximidad de Dios y a la presencia del Espíritu Santo –claramente ellos estaban percibiendo que Aquel que estaba delante de ellos tenía algo especial, una autoridad extra-humana–. «Los ojos de todos los que estaban en la sinagoga estaban fijos en Él» con un intenso deseo y expectativa de ver en Él, a Aquel que en su corazón sentían que era. Creo, que desesperadamente querían obedecer la voz de sus corazones y reconocerlo como Mesías –aún y así, no pudieron–. ¿Por qué? ¿Cuál era la diferencia entre los discípulos del camino de Emaús y los conciudadanos de Jesús en Nazaret? En ambos casos sus corazones ardían –y en ambos casos los ojos  que estaban fijos en Jesús, estaban frenados por el mismo Señor–. (Ya sabemos que nadie más puede frenar o abrir la vista de alguien). Sin embargo, los ojos de los discípulos del camino de Emaús, al final fueron abiertos en el partimiento del pan (una vez más, por el mismísimo Señor) –mientras que los ojos de la gente de Nazareth continuaron frenados–.

Esta es nuestra llave para hoy –Llave Número Uno una llave crucial para entender la historia de Israel y de Jesús: solo el mismo Dios puede frenar o abrir los ojos espirituales. Fue su decisión y tan solo suya, tanto en el caso de los discípulos, cuyos ojos Él abrió y quienes al final le reconocieron, y en el caso de la sinagoga, en que los ojos de la gente permanecieron frenados sin reconocerle.

[1] Lucas 24:16

[2] En griego, exactamente como en inglés, tenemos la forma pasiva (εκρατουντο) del verbo frenar (Κρατεω).

[3] Lucas 24:31

[4] Διανοιγω

[5] Lucas 24:45

[6] Lucas 4:20, 22

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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  1. Benjamin

    Grandioso comentario, es muy interesante este conocimiento sobre el tema.

    Shalom

  2. Iris Munizaga

    SEÑOR, ABRE NUESTROS OJOS PARA VER Y CONOCER LA GRANDEZA DE TU SER, Y PODER SER EJECUTORES DE TU VERDADERA PAZ Y VERDADERO AMOR EN EL MUNDO DEL HOY!

  3. Ángel de Jesús Galán Caballero

    La Fe es un don de Dios. Quien no tiene ese don, tiene los ojos cerrados, a la Fe …y no puede reconocer a Jesús como Señor y Mesías. Se puede creer en Jesús incluso, y tener una idea equivocada de EL: «creíamos que era El el que salvaría a ISRAEL, pero… (Luc 24, 21). Un discípulo puede creer en Jesús, y recibir el reproche del Señor, v.25 » insensatos y tardos de corazón para creer lo que vaticinaron los profetas,..Porque el concepto que tenemos de Jesús como Mesías no es el concepto que Jesús tiene de si como Mesías. Los discípulos no entienden que PASIÓN Y MUERTE de JESÚS, en JERUSALÉN sean santo y seña del Mesías. JESÚS abre los ojos de los discípulos de Emaús y del lector de Lucas y de nosotros si nos sentamos en torno a la mesa y celebramos, como Jesús, la última cena, que tomando el pan lo bendijo y nos los dió, diciendo :»tomad y comed todos de el, esto es mi cuerpo» y luego, acabada la cena, tomó la copa la bendijo y la dio diciendo, «tomad y bebed, esta es mi sangre, que será derramada por vosotros para el perdón de los pecados.Haced esto en memoria mía». Creerme, nadie se ha resistido, nadie ha llegado al final de la cena con los ojos cerrados, Todos han llegado a reconocer a Jesús como Mesís y creer en El , porque el Resucitado, nos ha abierto los ojos de la Fe antes de desaparecer y continuar su camino, más allá de Emaús

  4. Ivan Carvajalino Duque

    Agradecido por que sus comentarios, son mas completos y enseñan con generosidad la Doctrina del Padre.

  5. Josue Esteban Calderon Sanchez

    Gracias, mi Señor Jesús de Nazareth por tu amor infinito.

  6. Dina Iris

    Excelente estudio, muchas gracias

  7. Dina Iris

    Excelente, hoy aprendí muchísimo, gracias por sus estudios

  8. osman godínez

    Shalom, excelente estudio, solo JESÚS abre los ojos del ENTENDIMIENTO para sacarnos de Emaus= frialdad, tibieza, tristeza; para RESTAURAR LA PASION POR DIOS. Bendiciones.

  9. solecito

    saludo

  10. fabio merlano

    Tengo una pregunta ; Cuando se refieren al nombre del «Espíritu Santo», cual es el nombre?