Estimados lectores, una vez más hacemos una pausa en nuestras series sobre el Nuevo Testamento. Regresaremos a medida que nos acerquemos al tiempo de Semana Santa y Pascua, y en nuestras reflexiones sobre Semana Santa, verán que los últimos días de Jesús se comprenden mucho mejor cuando se observan a través de la Biblia hebrea. Sin embargo, antes de ello, haremos dos paradas: la próxima semana compartiré otra historia fascinante sobre Purim, pero hoy, una vez más daremos una mirada a la Porción de la Torá. No puedo olvidar una de las parashot más sorprendentes en toda la Torá —VaYikra— el comienzo del libro de Levítico.
ÉL LLAMÓ – ¿O SOLO ACONTECIÓ?
Muchos de mis lectores probablemente saben que el nombre de la porción de la Torá viene de la primera palabra de la porción —y cuando comienza un libro (como en el caso de hoy) es el mismo nombre del libro—. Por eso, la porción de la Torá VaYikra, es la primera porción de la Torá del libro de VaYikra (Levítico). Y aquí se encuentra la parte más sorprendente: esta palabra VaYikra, la primerísima palabra de este libro y de esta porción, contiene un misterio. Puede ser que alguno de ustedes sepa que en la Torá hay tres clases de letras —regulares, mayúsculas y minúsculas—. Cada vez que vemos una letra de diferente tamaño, no la vemos como un error del escriba, sino que buscamos una explicación más profunda. En el texto hebreo original, la primerísima palabra de nuestra porción VaYikra (Levítico 1:1), tiene una característica específica: está escrita con una pequeña aleph al final: VaYikra. ¿Por qué? ¿Qué significa esta minúscula aleph aquí? ¿Cuál es el mensaje oculto detrás de esta «anomalía del escriba»?
En los comentarios judíos muchas expresiones están relacionadas con la humildad: Moisés alcanzó el nivel más alto de humildad, dicen ellos, y estaba expresado por esta minúscula aleph de VaYikra. Sin embargo, hay otra explicación que me gustaría compartir aquí. La palabra VaYikra sin la aleph, se leería VaYiker, que quiere decir —“y aconteció”—. Tal como escribe Rashi, “la expresión ויקר tiene el significado de “acontecimiento coincidente”. Existe una enorme y verdadera diferencia ontológica entre la cosmovisión basada en VaYikra —“y Él llamó”— y la cosmovisión basada en VaYiker —“y aconteció”—. Mientras estamos aquí en esta Tierra, todo, absolutamente todo, puede ser visto como algo que “simplemente aconteció”, como opuesto a algo que “Él ha llamado” a ser: algo que Él ha creado; algo que Él ha causado. Pero la fe sabe que hay una pequeña aleph detrás de todo lo que “simplemente acontece”, —y es esta aleph la que hace toda la diferencia—.
LA TOPOGRAFÍA ESPIRITUAL
El libro de VaYikra (Levítico) está situado en el mismo centro de la Torá: hay dos libros antes y dos libros después. Hay mucha acción antes de Levítico —todos los eventos maravillosos y las historias de Génesis y Éxodo—, todas las grandes narrativas que forman imágenes dramáticas y coloridas en las Biblias infantiles. También hay algo de acción después de este libro, en Números y en Deuteronomio, aunque el verdadero tono de las historias de los dos últimos libros, es completamente diferente de los dos primeros. Pero aquí, en VaYikra, casi no hay narrativa, virtualmente no hay acción —aquí todo permanece silencioso—. ¿Por qué?
La Torá es maravillosa. Es increíble cómo en cada lectura, encontramos algo completamente nuevo en lo que parece ser tan conocido. Tan solo recientemente me di cuenta de la profunda inmensidad de la topografía espiritual reflejada en nuestras vidas por el emplazamiento de sus libros. Ciertamente puedo relacionarme con esta topografía espiritual, como muchos de ustedes imagino pueden hacer. Todos nosotros hemos tenido nuestros momentos de Génesis y de Éxodo; llenos de eventos e historias, acciones y narrativas, y a través de todas estas historias, de todos estos tiempos turbulentos y batallas, Dios eventualmente nos llevó a cada uno de nosotros al pináculo de nuestras vidas, a nuestro Monte Sinaí. Allí Él tuvo un encuentro con nosotros; allí Él nos reclamó y nos llamó suyos. Entonces, después de esta maravillosa experiencia, nos ocupamos de hacer cosas para Él —comprometiéndonos en actividades sin fin, construyendo para Él un santuario—. Sin embargo, inevitablemente, llega un momento cuando por una razón u otra, todas estas actividades cesan, súbitamente todo se tranquiliza. Y entonces, como Moisés, nos encontramos en el siguiente libro de nuestras vidas —VaYikra—.
Rashi cita al rabino Judá diciendo: “Trece veces en la Torá habló Dios a Moisés y a Aarón juntos, y correspondiendo a ellos fueron otras trece ocasiones en que Dios habló solamente a Moisés”. Esta es una de esas veces. Dios habla solo a Moisés aquí. Imagino cuando por primera vez, Dios empezó a hablar aquí, que Moisés estaba confuso, perplejo e incluso desalentado por un instante. No es que nunca haya escuchado Su voz antes de este libro —en el momento que entramos en el libro— Moisés ya es un líder grande y comprometido que conoce muy bien la voz del Señor y ha hecho cosas sorprendentes por Él y con Él. Había sacado ya al pueblo de Egipto, recibido los Diez Mandamientos, acabado de completar la construcción del Tabernáculo, y supongo que después de todas estas actividades, él ya estaba preparado para seguir. Estoy segura de que esperaba a que el Señor siguiera dándole instrucciones prácticas y orientativas: “Señor, ¿qué más quieres que haga? ¿Qué quieres que construya para ti? ¿A dónde quieres que vayamos?” Pero en VaYikra no hay lugar a donde ir o qué construir. En su lugar, el Señor habla de sacrificio.
SACRIFICIO
Como ya he mencionado varias veces, es muy posible que en el siglo I, muchas sinagogas en Israel siguiesen el ciclo trienal, a pesar de ello, no tenemos suficiente información para hacer una conclusión definitiva. Probablemente habían algunas sinagogas en la Tierra que seguían el ciclo anual, en cuyo caso podemos imaginar a Jesús, en esos días del año, justo pocas semanas antes de Su sacrificio, escuchando esta porción de la Torá en Sabbat.
¿Saben que en hebreo, la raíz karav (קדב), de donde derivan las palabras lehakreev, “sacrificar” y korban, “sacrificio”, es la misma raíz que forma la palabra lehitkarev, “acercarse”, “estar junto a”, “permanecer cerca de”? Sí, es así de simple: si quiere lehitkarev leElohim —acercarse a Dios— tiene que lehakreev, ir a través del korban —sacrificio—. Es el mismo proceso, la misma raíz. Y solo cuando aprendemos a sacrificar, viene la verdadera cercanía, la verdadera intimidad con Dios. Este nuevo acercamiento con Dios es incluso mayor de lo que previamente habíamos experimentado. Dios nos detiene —porque nos quiere más cercade él mismo—. Él nos quiere lehakreev —sacrificar—y al hacerlo, lehitkarev —acercarnos— להקריב ולהתקרב. ¿Era esto lo que Jesús pensaba cuando escuchaba esta porción?
Me gustaría recordarles, queridos lectores, que ofrecemos un curso llamado Weekly Torah Portions (Porción Semanal de la Torá) y aquellos que estén interesados en estudiar en profundidad la Parashat Shavua, junto con extractos del Nuevo Testamento, están invitados a solicitar este curso (o a contactarme para más información y para un descuento). También quiero hacerles saber que mi libro “Unlocking the Scriptures” ya está publicado y disponible en Amazon. [Por el momento solo está en inglés]. Podría ser que disfruten también de mis otros libros, pueden obtenerlos desde mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/.
Join the conversation (No comments yet)