La última vez nos dimos cuenta de que teníamos que cambiar nuestra percepción del texto de Pablo en Gálatas, de progresivos y lineales a tridimensionales y con volumen. Una vez que veamos un holograma en lugar de un dibujo, una vez que estemos de acuerdo en que ambos pactos tienen su lugar en el plan de Dios hoy, así como ambos hijos tienen su lugar en el árbol genealógico de Abraham hoy, seremos capaces de lidiar con las preguntas difíciles que plantea la alegoría de Pablo respecto a ambos, a los pactos y a los hijos. Y, antes que nada, necesitamos entender por qué y cómo el Pacto del Sinaí es simbolizado por Agar en la alegoría de Pablo.
¿Por qué y cómo Agar simboliza el Pacto del Sinaí?
La declaración inicial de la alegoría de Pablo nos dice que «Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava, el otro de la libre». Entonces Pablo continúa:
«Pero el de la esclava nació según la carne y el de la libre por la promesa… cosas que son simbólicas. Porque estos son los dos pactos: el del Monte Sinaí que engendra servidumbre, que es Agar; porque esta Agar es el Monte Sinaí en Arabia y corresponde a Jerusalén que ahora es y está en servidumbre con sus hijos; pero la Jerusalén de arriba es libre, la cual es la madre de todos nosotros».[1]
Hay cosas obvias que no se pueden negar. Primero, nadie discutiría el hecho de que la concepción de Ismael fue «natural», «de la carne», que fue el resultado de la planificación y los esquemas humanos, y, de hecho, representa lo natural. La concepción de Isaac, por otro lado, fue claramente sobrenatural y el resultado de la intervención y el diseño milagroso de Dios, y por lo tanto, él representa lo sobrenatural. Por las Escrituras, sabemos que Dios se enoja mucho cuando una realidad hecha por Dios es reemplazada por una hecha por el hombre; «hechos a mano» y «hechos por Dios» no deben confundirse ni mezclarse. Dios siempre separa las cosas, dividiendo lo que le pertenece a Él, de lo que pertenece al mundo. En los primeros versos del libro de Génesis, en la historia de la Creación, el verbo lehavdíl —separar, dividir— aparece más que cualquier otro verbo y parece ser una de las principales acciones del Creador. En este caso, Dios quiso separar al hijo que nació «no de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios»,[2] del hijo que nació de forma natural y estaba destinado a ser parte del mundo natural. Isaac estaba destinado a pertenecerle completamente. Por lo tanto, esta frontera y esta separación entre Agar/Ismael —natural—, y Sara/Isaac —sobrenatural—, son claras, tanto ante los ojos de Dios como ante nuestros ojos.
En segundo lugar, como Agar es una esclava, representa la esclavitud, y como Sara es una mujer libre, representa la libertad. Este simbolismo también es muy claro. Nada de esto presenta ninguna dificultad real en la interpretación y, de hecho, podría percibirse como correspondiente a la dicotomía de «Jerusalén» que «ahora» es y la «Jerusalén» de «arriba». Además, sabemos que el hijo de Agar nació antes que el hijo de Sara, así como el Pacto del Sinaí existió antes del Nuevo Pacto. Estos hechos obvios brindan por sí mismos una base amplia para la comparación, y esta es precisamente la base que Pablo usó para su alegoría, tan extraña, sorprendente e inesperada como podría haber sonado para los lectores judíos de Pablo (tanto en ese entonces como ahora).
La parte difícil comienza cuando Pablo identifica a Agar con el Pacto del Monte Sinaí: «Porque estos son los dos pactos: el del Monte Sinaí que engendra servidumbre, que es Agar; porque esta Agar es el Monte Sinaí en Arabia y corresponde a Jerusalén que ahora es y está en servidumbre con sus hijos». Tal comparación parece contradecir el hecho claro de que el Pacto del Sinaí fue dado a los descendientes de Isaac y, por lo tanto, no estuvo relacionado con Agar y sus descendientes. ¿Por qué, entonces, Pablo la convierte en un símbolo de este pacto?
La posición única
Para responder a esta pregunta, primero debemos analizar la imagen de Agar. ¿Ella fue un símbolo negativo para Pablo? Aquí, supongo, nos esperan algunas sorpresas. Además de los hechos obvios que acabamos de mencionar hay varios hechos no tan obvios con respecto a esta niña que generalmente se pasan por alto y, sin embargo, creo que podrían ser la clave que estamos buscando mientras tratamos de desbloquear la alegoría de Pablo. Estos son los hechos: Agar no solo fue la primera mujer en la Biblia a quien el Señor le habló, sino que en realidad es la única mujer en la Biblia a quien el Señor le habló dos veces. ¡Ella es la única mujer en la Biblia que tiene la epifanía dos veces! Por lo tanto, ella ocupa una posición completamente única: si como la mujer a la que se dirigió el ángel del Señor, fue efectivamente solo la primera, seguida por otras, ocupa su lugar único como la única mujer de la Biblia que experimentó la epifanía dos veces.
Si Dios mismo escogió a Agar para este privilegio único —para hablarle dos veces— entonces claramente ella no puede ser un símbolo negativo. Y si Agar, que simboliza el Pacto del Sinaí en el texto de Pablo, no es un símbolo negativo —si en realidad es lo contrario y es una persona única y especial ante los ojos del Señor—, entonces, ¿tal vez Pablo nunca tuvo la intención de que el Pacto del Sinaí se presentara como algo negativo? Tal vez esta es precisamente la razón por la cual Pablo usa a Agar en su alegoría como un símbolo del Pacto del Sinaí para empezar. Dado que ella ocupa un lugar tan especial y único en la historia del Señor y en el corazón del Señor, y dado que nadie más la reemplazó en este lugar, entonces el Pacto del Sinaí simbolizado por ella también ocupa un lugar muy especial y único en el plan de Dios y no debe ser reemplazado por otro.
¿Alguna vez has oído hablar de la semiótica? En la comprensión de la semiótica, un texto es una comunicación transmitida por un emisor a un receptor. El texto enviado no solo debe recibirse, sino también leerse, decodificado o descifrado, por así decirlo. Naturalmente, en algún lugar a lo largo de este camino, es posible que ocurran distorsiones o que se descifren incorrectamente. El destinatario del texto podría no del todo leer en él lo que el emisor del mensaje quiso transmitir. ¿No debería ser nuestra tarea descifrar fielmente los «textos» de la Biblia y leer en ellos el significado exacto con el que sus «autores» los invistieron? Entonces, tal vez, solo tal vez, cuando Pablo usa a Agar como símbolo del pacto del Sinaí, ¿su mensaje es muy diferente de cómo lo leemos ahora?
Sin embargo, ¿qué pasa con la esclavitud?, te preguntarás. Si Dios mismo redimió a su pueblo de la esclavitud: «Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te saqué de Egipto, de la tierra de la esclavitud»,[3] ¿cómo podría ser alegorizada por la esclavitud toda su existencia bajo la Torá? La próxima vez trataremos de entender por qué y cómo el Pacto del Monte Sinaí está relacionado con la «servidumbre».
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[1] Gálatas 4:23-25.
[2] Juan 1:13.
[3] Éxodo 20:2.
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