Reconsiderando A La Mujer Samaritana (juan 4)

9-jesus-and-samaritan-woman-well8Jesús y la Samaritana: Leer la querida historia

El capítulo relata el encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Jacob en Juan 4; empieza por dejar claro el escenario donde se desarrolló, lo que sucedió luego en Samaria y se basa en lo que sucedía ya en ese tiempo en Judea (para el progreso del Evangelio). La creciente y rápida popularidad de Jesús fue la consecuencia de lo siguiente. Sus discípulos seguían un antiguo ritual judío del lavado de las manos, igual que hicieron Juan el Bautista y sus discípulos. El ritual representaba la confesión personal de pecado y el reconocimiento de la necesidad del poder limpiador para el perdón de Dios. Cuando Jesús descubrió que la multitud crecía en número, pero especialmente cuando oyó que esto era gran motivo de alarma en los Fariseos, decidió que era el tiempo de ir a Galilea y continuar con su ministerio allí. (v 1-3)

Geografía

El texto simplemente dice que Jesús “fue a Samaria” (v 4) Quizás en este punto, un poco de lección de Geografía sería de ayuda. La tierra de Samaria estaba como en un “sándwich” entre Judea y Galilea. El camino rodeando Samaria era el doble de largo, cuando desde Galilea a Jerusalén vía directa tan solo había 3 días de viaje, evitar Samaria requería cruzar el rio Jordán dos veces siguiendo el  margen este del rio (vita 269). El camino a través de Samaria era más peligroso porque a menudo el apasionamiento Samaritano-Judío se caldeaba (ant.20.118; Guerra 2.232). No se expresa la razón de porqué Jesús y sus discípulos necesitaron ir cruzando Samaria. Juan simplemente dice que Jesús “tenía que ir” implicando con esto que, para Jesús no era una cosa ordinaria. Quizás Jesús necesitaba ir a Galilea relativamente rápido. Pero el texto no da ninguna aclaración de que tuviese alguna invitación, algún evento pendiente en Galilea para que Él llegase tarde. Tan solo dice que se fue cuando percibió una inminente confrontación con los Fariseos respecto a su popularidad entre los Israelitas y que parecía ser inevitable. Esto cuadraba con la idea de Jesús de que el tiempo para esa confrontación no era el oportuno. En la mente de Jesús, una confrontación con las fuerzas religiosas de Judea (y no nos equivoquemos sobre el liderazgo de los Fariseos que era una parte integral del mismo) en esos momentos era prematuro y había mucho más que hacer antes de ir a la cruz y beber la copa de la ira de Dios cumpliendo el antiguo pacto con el pueblo y las naciones del mundo. El punto de vista de Jesús respecto a los Samaritanos y a su propio ministerio de cara a ellos puede sorprendernos a medida que continuemos  contemplando esta historia.Reconsidering Samaritan woman

Sabemos que los movimientos y las actividades de Jesús eran siempre hechos de acuerdo a la voluntad y guía del Padre. Él solo hacía lo que veía que el Padre indicaba que hiciese (Juan 5:19). Siendo este el caso, podemos estar seguros que el viaje de Jesús atravesando Samaria en esos momentos, era dirigido por Su Padre y por lo tanto, la conversación con la Samaritana, también.

El viaje sorpresa de Jesús a través de un territorio hostil y hereje tiene un significado más allá de cualquier explicación superficial. El verdadero sentido, el insondable plan y misión de Dios para el tiempo de su Hijo Real había sido concebido en la mente de Dios desde la eternidad, el cual era, entrelazar en unidad redentora a toda su amada creación. Jesús fue enviado para hacer la paz entre Dios y el mundo, lo mismo que entre persona y persona. El cumplimiento de este gran propósito empezó con un desagradable encuentro entre Jesús y sus prácticamente vecinos- los Samaritanos.

Los Samaritanos       

Samaritan woman ReconsideringLas fuentes de información nos presentan dos historias diferentes de los Samaritanos. Una – de acuerdo con los Samaritanos-Israelitas, y la otra- de acuerdo con los Israelitas-Judíos. Aunque hay dificultades respecto a la exactitud de antiguos documentos contaminados por la polémica judío-samaritana lo mismo que por datos recientes de lo ocurrido por ambos lados, sin embargo algo se puede poner en claro. La historia samaritana sobre su historia e identidad correspondería aproximadamente a lo siguiente:

1) Los Samaritanos se hacían llamar “Bnei Israel” (hijos de Israel).

2) Los Samaritanos formaban un considerable grupo de gente que se creían preservadores de la religión original del antiguo Israel. El nombre Samaritanos en hebreo, literalmente significa “los guardianes (de leyes y tradiciones originales). Aunque es difícil hablar de un número concreto de población samaritana en el tiempo de Jesús, era comparable con la de los Judíos comprendiendo la gran diáspora.

3) Los Samaritanos creían que el centro de adoración de Israel no debía ser el Monte Sion, sino el Monte Guerizím. Ellos argumentaban que ese era el lugar donde los primeros Israelitas sacrificaron en la tierra prometida (Deut. 27:4) y que continuaba siendo el centro de actividad sacrificatoria de los patriarcas de Israel. Era en ese lugar donde las bendiciones eran pronunciadas por los antiguos Israelitas. Los Samaritanos creían que Bethel (Jacob), Monte Moria (Abraham) y Monte Guerizím eran el mismo lugar.

4) Los Samaritanos tenían esencialmente un credo cuádruple: 1/ un Dios, 2/ un profeta, 3/un libro y 4/un lugar.

5) Los Samaritanos creían que aquellos, que se autodenominaban Judíos (creyentes en el Dios de Israel centralizados en Judea) habían tomado un camino equivocado en sus prácticas religiosas, siendo más importantes las novedades del territorio durante el retorno del Exilio de Babilonia.

6) El rechazo exacto de los Samaritanos respecto a la pre-eminencia de la dinastía de David en Israel. Ellos creían que los sacerdotes levíticos en su templo eran los verdaderos líderes de Israel.

Ahora que tenemos hecho un resumen parcial de lo indiscutible por otra parte, de la historia y creencias de los Samaritanos, volvamos a la versión Judía de la misma historia. Este historial nos llega esencialmente de los “Talmudes” y de su lectura en la Biblia Hebrea, Josefo y del Nuevo Testamento.

1) Los samaritanos eran un grupo mixto tanto teológica como étnicamente. Ellos creían en un solo Dios. Aún más, asociaban su dios con el Dios que dio la Torah al pueblo de Israel. Los samaritanos estaban genéticamente relacionados con el remanente de las tribus del Norte que fueron dejadas en el lugar después del exilio de Asiria. Se hicieron matrimonios mixtos con gentiles que fueron a repoblar Samaria por orden del Emperador de Asiria. Este hecho de despojo y transferencia de su patria tuvo lugar como un atentado estratégico para destruir la identidad de los habitantes y prevenir alguna potencial revuelta en el futuro.

2) En los escritos rabínicos judíos, se referían a los samaritanos con el término de “Kuthim”. Esta palabra probablemente se refiere a un lugar de Irak desde donde los no israelitas exiliados fueron introducidos en Samaria (II Reyes 17:24). El nombre de “Kuthim” o Kuithies (de Kuta) se usaba en contraste con la de “Samaritanos”(los guardianes de la Ley). Los escritos judíos hacen énfasis en la identidad extranjera de la religión samaritana y su práctica en contraste con la verdadera fe de Israel que ellos vieron especialmente en el último periodo como Judaísmo Rabínico [1]. Las descripciones rabínicas respecto a los samaritanos no fueron exclusivamente negativas.

3) De acuerdo con II de Crónicas 30:1-31:6 las reclamaciones de que las tribus del Norte de Israel y de que todos fueron exiliados por los asirios y por lo tanto los que ocuparon la tierra (Samaritanos) no fueron de origen Israelita, es una interpretación  rechazada por la Biblia Hebrea. Este pasaje muestra que no todas las personas del Reino del Norte fueron exiliadas por los asirios. Algunos, quizás confirmando la versión samaritana, permanecieron incluso después de la conquista de la tierra en el siglo 8 AC (antes de Cristo).

4) Los Israelitas afincados en Judea (los Judíos) creían que los Samaritanos no solo rechazaban las palabras de los profetas con respecto a la preeminencia de Sión y la dinastía de David, ellos  también, deliberadamente cambiaron la mismísima Torah adecuándola a su propia teología y prácticas herejes. Una de estas percepciones se consigue comparando los dos Pentateucos, la Torah de los samaritanos y la Torah de los Judíos. El texto samaritano se lee mucho mejor que el judío. En algunos casos, las historias de la Torah judía parecen truncadas, con una vaga lógica y no muy clara narrativa. En contraste, los textos de la Torah samaritana parecen tener una narrativa mucho más fluida. A primera vista, esto hace que la Torah judía sea problemática. Sobre exámenes adicionales, sin embargo, esto pudiera llevar al argumento sobre si el Pentateuco Samaritano fue de una revisión posterior o una edición del texto antiguo judío. Basándonos en este y otros argumentos, estamos de acuerdo en que el punto de vista judío en argumentar la Torah  Samaritana es una  revisión dominante y teológicamente guiada de los correspondientes textos judíos primitivos.

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El Encuentro

Samaritan woman reconsideringAl describir el encuentro, Juan hace algunas observaciones importantes que dan una mayor trascendencia para nuestro entendimiento de estos versículos 5-6:

“Vino, pues a una ciudad de Samaria llamada Sichar, junto a la heredad que Jacob dio a su hijo José. Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta”.

Primero Juan menciona la ciudad samaritana de Sicar. No está claro si Sicar era una villa cercana a Siquem o era el mismo Siquem [2]. El texto simplemente llama nuestra atención sobre el lugar cerca de la parcela de tierra que Jacob dio a su hijo José. Fuese o no fuese el mismo lugar, lo cierto es que estaba cerca del Monte Gerizím. Si bien esto es interesante y muestra que en efecto Juan era de la localidad, conociendo los detalles geográficos de la antigua Palestina Romana, no es menos importante, y quizás incluso más significante, que el autor del Evangelio llama la atención del lector hacia la presencia silenciosa de un testigo del encuentro- los huesos de José. Así es como el libro de Josué menciona aquel evento:

“Enterraron en Siquem los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, en la parte del campo que Jacob compró…por  cien piezas de dinero; y fue posesión de los hijos de José” (Josué 24:32).

La razón para la referencia de José en el  v5 se verá más clara cuando comprendamos que la mujer samaritana, sufrió en su vida algo similar a José. Si este pasaje de la historia es cierto, como fue en la vida de José, un sufrimiento inexplicable era soportado con el propósito de traer la Salvación a Israel, por eso el sufrimiento de la Samaritana en su vida trajo la salvación a los samaritanos de la localidad (4:22).

Juan continúa: “El pozo de Jacob estaba allí y Jesús, cansado se sentó junto al pozo, era como la hora sexta” (v6). Tradicionalmente es asumido que la Samaritana era una mujer de mala reputación. La referencia a la hora sexta (sobre las 12h PM) ha sido interpretada como si ella evitase sacar agua evitando la multitud de mujeres del pueblo. Bíblicamente, la hora sexta se supone que era la peor hora del día para salir de casa y aventurarse al sofocante calor. “Si alguien se atreviese a sacar agua en esa hora seguramente llegaríamos a la conclusión de que intentaba evitar a la gente” se argumenta.

Sin embargo, sugerimos otra posibilidad. La teoría popular la considera a ella como una pecadora que ha caído en el pecado sexual y por eso era reprendida por Jesús sobre los múltiples maridos en su vida. Jesús le dijo, tal como la teoría popular hace, que Él sabía que ella había tenido cinco maridos anteriormente y que con el que ahora vivía era, lo que se dice hoy en día “pareja” sin los lazos del matrimonio y de que ella no era quien para tratar temas espirituales con Él! Desde este punto, la razón para evitar a la gente es exacta por la razón de su reputación en sus breves compromisos familiares.

Primero, 12h PM no es el peor momento para estar afuera con el sol; si fuesen la 15h PM (hora novena) la teoría tradicional tendría sentido. Por otra parte, no está bastante claro que esto sucediese durante los meses de verano, lo cual haría que el clima en Samaria fuese irrelevante. Segundo, es posible que estemos haciendo “un grano de más” en su ir a buscar agua a “una hora inusual”? Acaso no hacemos cosas en horas fuera de lo normal? Esto no implica necesariamente que ocultemos algo de alguien. Tercero, vemos que las hijas del sacerdote de Median ayudaban a su padre a remediar la sed de los animales más o menos a la misma hora del día, cuando supuestamente la gente no va a los pozos. (Éxodo 2:15-19).

Cuando leemos esta historia, no podemos por menos que preguntarnos cómo es posible en la sociedad samaritana tan conservadora que tuviesen a una mujer con tan mala reputación y valores en la comunidad que causara que el pueblo entero lo dejase todo para seguirla y ver a Jesús, un judío “hereje para los samaritanos” que pudiera ser un profeta. El criterio lógico es el siguiente: Ella había llevado tal vida sin dios que cuando los demás oyeron su excitación y nueva fuente de interés espiritual, respondieron con admiración y fueron a ver a Jesús por ellos mismos. Esta interpretación, aunque posible, parece improbable para el autor de este libro y parece indicar un enfoque teológico algo más tarde en esta antigua historia que tuvo su propio escenario. Estamos convencidos que leyendo la historia de otra manera, es más lógica y crea menos problemas interpretativos que los que comúnmente se ha opinado.

Demos una profunda mirada a este pasaje.

“Cuando la Samaritana llegó a sacar agua, Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Como tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?” (V.7-9).

A pesar del hecho de que hoy en día las diferencias serían insignificantes y sin importancia, Jesús y la anónima samaritana procedían de dos pueblos diferentes históricamente contrarios, cada cual considerando al otro como drásticamente desviado de la antigua fe de Israel. En pocas palabras, sus familias eran social, religiosa y políticamente enemigas. No porque fuesen muy diferentes sino precisamente porque eran muy semejantes.

Según la perspectiva tradicional, la Samaritana probablemente reconoció que Jesús era judío por su característico atuendo judío. Jesús posiblemente vestía con los tradicionales flecos en obediencia a la Ley Mosaica (Números 15:38) y (Deuteronomio 22:12). Dado que los hombres samaritanos observan la Ley Mosaica también, o más probable es que los ex maridos de la mujer samaritana y otros hombres de su pueblo también llevaban el ritual de la prenda con flecos. Los samaritanos, observadores de la Ley Mosaica (recordar que “samaritano” significa guardián de la Ley y no las personas habitantes de Samaria) era según su propia interpretación, distinta del punto de vista judío en algunos aspectos, pero es importante recordar que ellos eran algo así como hermanos rivales para la comunidad judío-israelita, más que como extranjeros desconocidos. Continuamos con la lectura:

“Si conocieses el don de Dios y quien es el que te dice: dame de beber, tu le pedirías, y él te daría agua viva. La mujer le dijo: señor, no tienes con que sacarla y el pozo es hondo ¿De dónde pues , tienes agua viva? ¿A caso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; si no que el agua que yo le daré será en él como una fuente de agua viva. La mujer le dijo: Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga que venir aquí a sacarla. Jesús le dijo: ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho en verdad [3]. Le dijo la mujer: Señor me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es lugar donde se debe adorar”.

Este pasaje, a menudo se ha interpretado como sigue: Jesús inicia una conversación espiritual (v10). La mujer empieza por ridiculizar lo que Jesús dice señalando la incapacidad de Jesús para proveer lo que ofrece (v11-12). Después de una breve confrontación en la que Jesús demuestra la falta de una solución eterna para el problema espiritual de la mujer (v13-14), ella continúa con una actitud sarcástica (v15). Finalmente Jesús cree que ya es suficiente y entonces forzosamente revela el pecado que hay en la vida de la mujer – un modelo de relaciones desestructuradas (v 16-18). Ahora, tocada en el corazón por la mirada escrutadora de rayos X de Jesús, la mujer reconoce sinceramente su pecado en un instante (v 19) nombrando a Jesús profeta. Pero entonces como todo incrédulo acostumbra a hacer, intenta esquivar el verdadero problema de su pecado y su necesidad espiritual. Ella empieza a hablar sobre temas doctrinales (v 20) como forma de evitar encararse con el hecho real de su vida.  Aunque esto pudiese ser el único modo en que normalmente se lee este pasaje, generalmente se considera a la Samaritana negativamente.

La causa de esta popular interpretación, presupone que la Samaritana era especialmente inmoral, se ve la conversación al completo, a la luz de este negativo punto de vista. Nos gustaría recomendar una trayectoria completamente diferente para la comprensión de la historia. Si bien no es una razón exclusiva (o hermética), esta trayectoria alternativa parece encajar mejor con el resto de la historia y especialmente su conclusión.

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Volviendo a leer la historia

8-jesus-and-samaritan-woman-well7Tal como sugerimos anteriormente, es posible que la mujer Samaritana no estuviese intentando evitar a alguien. Pero si este fuese el caso, hay explicaciones para su escapatoria, otras que no fuesen la sensación de culpa por su inmoralidad sexual. Per ejemplo, la gente no quiere ver a nadie cuando está depresiva. La depresión estaba presente en los tiempos de Jesús igual que lo está en la gente de hoy en día. En vez de asumir que la Samaritana cambiaba de marido como quien cambia de calcetines, igualmente es razonable pensar de ella como de una mujer que hubiese experimentado la muerte de varios maridos, o como el de una mujer cuyos maridos hubiesen sido infieles, o incluso como el de una mujer cuyos maridos se hubiesen divorciado de ella porque fuese incapaz de concebir hijos. Cualquiera de estas sugerencias y más, serían posibles por ejemplo.

Es importante señalar que tener cinco maridos sucesivamente era inexplicable en una sociedad antigua, especialmente conservadora como la de los “Guardianes Israelitas de la Ley” (los Samaritanos). Este hecho incluso causó, en antiguos y modernos comentaristas, sugerir erróneamente que este encuentro no fue histórico, si no metafórico. Ya que los samaritanos representarían a los gentiles y por lo tanto la situación poco razonable de tener cinco maridos podría dar una pista al lector de que esta historia no es real, ni que la mujer fuese real, sería uno de los argumentos. En esa sociedad, a menos que una mujer fuese muy rica, adoptando un estilo de vida liberal sería una imposibilidad económica ya que no fue una sierva, sino ella misma quien fue a buscar agua, en conclusión; probablemente ella no era rica y por lo tanto simplemente no podía permitirse el lujo de llevar esa clase de vida que durante siglos le ha asignado la interpretación Cristiana. Incluso sin considerar otras posibilidades como otras opciones viables, aquellas que nos enseñaron y aquellas que les enseñaron han tratado de forma lógica y completamente negativa a esta mujer. Creemos que es innecesario.

Si nuestra sugerencia es correcta de que esta mujer no era particularmente “una mujer fatal”, entonces quizás podríamos conectar su sorprendente y afortunado testimonio en el pueblo con la inesperada y sumamente importante referencia de Juan sobre los huesos de José. Es digno de hacer notar que, para los gentiles e incluso para los hipotéticamente lectores judíos de este Evangelio, el lugar donde los huesos de José  estuviesen enterrados no fuera importante, aunque sí significante, como hubiese sido para los Israelitas Samaritanos ya que los huesos del Patriarca también se vinculan con la presencia de Dios en la cercanía del Monte Gerizím y la ciudad de Siquém. Cuando escuchamos que la conversación tiene lugar cerca de los huesos de José, inmediatamente nos viene a la mente la historia de José y mayormente su inmerecido sufrimiento. Como pueden recordar, solo parte de los sufrimientos fueron causados por sí mismo. A pesar de todo, al final, cuando nadie sabe lo que va a pasar, los sufrimientos de José pueden ser transformados en eventos que guíen a la salvación de perecer del mundo.

Ahora examinemos la conexión de José más detalladamente. Siquém era una de las ciudades refugio donde un hombre podía ir si había matado a otro sin intención de hacerlo (Josué 21: 20-21). Como habitantes de Siquém, llevaban una vida a la sombra de los dictados de la Toráh, sin duda eran sumamente conscientes del excepcional estatus de gracia y protección Divina que era asignado a su ciudad en especial. Debían ser los protectores de los desafortunados, de aquellos cuyas vidas estaban amenazadas por miembros de familiares vengativos, pero que no eran culpables de ningún crimen intencionado digno de ser castigado [4].

José nació dentro de una familia muy especial donde la gracia y la salvación debía ser su descripción característica. Jacob, descendiente de Abraham y de Isaac, tuvo  once hijos, cuyas acciones, en lugar de ser  la ayuda de su padre para educar a José, se debatían entre los celos y el deseo de librarse para siempre de su mimado pero “especial” hermano. Pero había más. Fue en Siquém donde Josué reunió a las tribus de Israel, retándoles a que abandonasen sus dioses primitivos en favor de YHVH y después de hacer un  pacto con ellos, enterraron los huesos de José allí mismo, tal como se lee en Josué 24:1-32:

“Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquém, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales y se presentaron delante de Dios. Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: vuestros padres Habitaron antiguamente al otro lado del rio…..Ahora pues, temed a Jehová y servidle con integridad….y si os parece mal, escogeos hoy a quien sirváis…pero yo y mi casa serviremos a Jehová”. En ese día Josué hizo un pacto…(v26)”Y escribió Josué estas palabras en el libro de la ley de Dios; y tomando una gran piedra, la levantó allí debajo de una encina que estaba junto al santuario de Jehová. Y dijo Josué a todo el pueblo: He aquí esta piedra nos servirá de testigo, porque ella ha oído todas las palabras que Jehová nos ha hablado; será, pues, testigo contra vosotros, para que no mintáis contra vuestro Dios….Y enterraron los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto en la parte del campo que Jacob compró por cien piezas de dinero, Y fue la heredad de los hijos de José”.

Es interesante que el lugar del encuentro con la Samaritana fuese escogido por la providencia del Señor de modo tan magnífico: una mujer, emocionalmente rechazada, que se siente desprotegida mientras que vive cerca de la ciudad refugio, está manteniendo una conversación sobre las bases de la fe y del pacto con el renovador del Pacto de Dios – Jesús, el Hijo Real de Dios. Ella lo hace en el mismo lugar que los antiguos israelitas renovaron el pacto en respuesta a las palabras de Dios, sellándolo con dos testigos: 1) la piedra (Josué 24:26-27) con sus bocas confesaron las obligaciones del pacto y su fe en el Dios de Israel y 2) los huesos de José (Josué 24:31-32) cuya historia les guió en sus viajes.

En cierto sentido, la Samaritana hace lo mismo que los antiguos israelitas, confesando a sus vecinos su fe en Jesús como el Cristo y Salvador del mundo del Nuevo Pacto. Leemos en  Juan 4: 28-39:

“Venid y ved  a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a Él…..Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer”.

La conexión entre José y la Samaritana no termina aquí. Recordemos que anteriormente José recibió una bendición especial de su padre en el momento de la muerte de Jacob. Fue la promesa  de que sería como una vid fructífera trepando sobre un muro (Gen.49:22), Salmos 80:8 nos habla de la vid traída de Egipto cuyos brotes se extenderían por toda la tierra, trayendo, eventualmente salvación mediante el vino auténtico. En Juan 15:1 leemos que Jesús se identifica como la Vid verdadera igual como en el Israel antiguo, Jesús también fue traído simbólicamente de Egipto (Mat. 2:15). En esta conversación con la Samaritana, Jesús – la Vid prometida en la promesa de Jacob hecha a José- está en efecto trepando sobre el muro de la hostilidad entre Israelitas-Judíos y Samaritanos- Israelitas para unir las dos partes de Su reino mediante su persona, enseñanza y hechos. En una manera profundamente simbólica, esta conversación tiene lugar en el mismo pozo que hizo Jacob a quien le fue dada la promesa!

Ahora que hemos revisado algunos simbolismos del Antiguo Testamento vamos a volver a leer esta historia con un objetivo diferente. Podría haber sido algo así como esto:

Jesús inicia la conversación con la mujer: “Puedes darme agua?”. Sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar alimentos. La mujer se siente segura con Jesús porque ya que Él no es del pueblo; Él no sabe nada del fracaso de su vida o incluso  de la depresión que sufría desde hacía meses. En su opinión, Él era parte de una comunidad religiosa afín aunque herética. Jesús no habría tenido contacto con los líderes Israelitas Samaritanos de la comunidad. Él era digno de confianza. Esa franqueza de la mujer hacia Jesús es muy similar a la de los obreros Cristianos que buscan consejo del exterior para sus problemas familiares. La gente que ellos conocen y aman son agradables, pero también pueden ser peligrosos. ¡Quién sabe?! Ellos pueden filtrar información que en algunos casos podría ser el final de su carrera en el Ministerio. Por eso en casos dificultosos, los obreros del ministerio Cristiano, generalmente optan por pagar especialistas en “asesoramiento” que son independientes y están desconectados de sus Iglesias y Ministerios. El especialista es de confianza, es su trabajo; eso es todo. En ese sentido Jesús era de confianza. Él no era samaritano y judío.

El problema aquí no era simplemente que Jesús era judío y ella Samaritana; sus pueblos, sus padres y abuelos eran enemigos encarnizados en el circo político y religioso. Ambos pueblos se consideraban impostores el uno al otro. Los estudiosos señalan, recurriendo al Talmud Babilónico, tal como el Talmud Rabínico expone: “Las hijas de los samaritanos son impuras desde la cuna” y por eso cualquier asunto que ellas pudieran manejar sería impuro para los judíos (bNidd.31b) y “Está prohibido incluso saludar a una mujer” (bQidd 70a). Es importante que estemos conscientes de los problemas metodológicos cuando recurrimos al Talmud. El Talmud de Babilonia fue codificado y editado mucho más tarde que los Evangelios (principios de 200 d.C vs. Principios del 600 d.C). Por eso debemos ser precavidos en usar el Talmud para explicar los primitivos Evangelio. No solo fueron escritos después, también es extensamente entendido que no fueron reconocidos como exclusiva y mayormente representativos de la enseñanza judía hasta más o menos un periodo entre el  siglo VI-VIII. En otras palabras, en contraste con hoy en día, representan solo la élite y las clases rabínicas de escasa mayoría y no de la forma de pensar de la comunidad judía completamente. Todo esto para decir que la norma de saludar a una mujer podría no haber sido tan siquiera una norma practicada por el Jesús-judío y por lo tanto no puede ser usado como una interpretación crítica. Por otra parte, la referencia a las samaritanas que pasaban por el periodo de menstruación después de haber dado a luz, si bien míticamente es obvio, no encaja a la perfección con otros temas que sabemos y damos por sentado, el odio entre Samaritanos y Judíos. Pero incluso así, un buen nivel de precaución dentro de la libertad interpretativa debe ser ejercido.

Jesús responde: “Si supieras el don de Dios y quien te dice dame de beber, tu le pedirías y él te daría agua viva”. Es importante hacer un retrato de la mujer. No se reía, estaba manteniendo una conversación de información profunda teológica y espiritualmente con Jesús. Era algo osadamente atrevido comprobar que la verdad estaba fuera del marco teológico aceptado por ella y seguramente no pasaría la susceptible prueba de fe de los samaritanos. Ella aprovecha punto por punto del tema con Jesús, precisamente porque se toma la palabra de Dios (Torah Samaritana) en serio.

“Señor,” dice la mujer, “no tienes con que sacarla y el pozo es muy hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva? ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados? Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiese de esta agua volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. Y la mujer le dijo: Señor, dame de esa agua, para que no tenga yo sed, ni tenga que venir aquí a sacarla”.

Después de lo anteriormente citado, que repercute en la cadena familiar, para el Cristiano que ha experimentado el vivificador poder de la presencia de Jesús y el renuevo espiritual, Jesús continúa la conversación. Jesús guía a la anónima samaritana a sabe que Él comprende sus problemas mucho más de lo que ella piensa, mostrándole que es consciente de todo el dolor y sufrimiento que ella ha soportado en su vida.

Le dice: “Ve, llama a tu marido, y ven acá. Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.”

¿Recuerdan la referencia aparentemente oscura de los huesos de José, enterrados en ese mismo lugar donde mantenían la conversación? Al principio de la historia, Juan quiso que recordásemos a José. Él fue un hombre que sufrió mucho en su vida; pero cuyos sufrimientos al final, fueron usados para la salvación de Israel del mundo entonces conocido. Bajo el liderazgo de José, Egipto llegó a ser la única nación que actuó sabiamente por haber guardado grano durante los años de abundancia y ser capaces de alimentar a otros durante los años de hambruna. Es altamente simbólico que esta conversación tuviese lugar en la presencia de un testigo silencioso- los huesos de José. Dios primero permite una terrible injusticia física, psicológica y social dirigida a José, pero Él entonces utiliza ese sufrimiento para bendecir grandemente a aquellos que estuvieron en contacto con José. En lugar de leer esta historia bajo los términos de Jesús clavando a la mujer en la cruz de la moralidad de Dios, deberíamos leerlo en las condiciones de la gracia  y compasión de Dios por un mundo arruinado en general y en particular de los Israelitas marginados.

De acuerdo con el popular punto de vista, es en este punto, condenado por la reprensión profética de Jesús, que la mujer busca cambiar de tema y así evitar a índole personal una controversia, enfrascándose en una teología polémica  sin importancia para los lectores antiguos, especialmente para aquellos que residían en la Palestina Romana. Por lo tanto; vayamos a considerar una interpretación alternativa que, después de haber visto un conocimiento íntimo de Jesús de su situación miserable y su empatía compasiva, la mujer se siente lo suficientemente segura para romper también la tradición y pasar por encima de la pared de las asociaciones prohibidas. Ella hace una declaración que invita al comentario de Jesús sobre un asunto que tiene que ver con la diferencia teológica fundamental entre los Judíos y Samaritanos.

“Señor”-dijo la mujer “me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.”

Cómo pueden recordar, los samaritanos eran Israelitas enfocados en el Monte Gerizím por su entendimiento del Pentateuco (Torah) mientras que los judíos estaban enfocados en el Monte Sión por su interpretación esencialmente del mismo conjunto de literatura admitido con ocasionales variaciones. Esta cuestión parece algo trivial para el cristiano moderno que por lo general piensa que lo verdaderamente importante es que uno pueda decir:”Jesús en mi vida es el Señor y Salvador personal”. Pero mientras que esta cuestión no nos preocupa hoy en día, era un tema capital para los Israelitas- Samaritanos y para los Israelitas- Judíos y por extensión para el Jesús-judío y la samaritana. En efecto, esta conversación espiritual y profundamente teológica era una muy importante intersección en el camino de la historia humana, por causa del tremendo impacto del mensaje Cristiano que alguna vez se hubiese tenido en el mundo entero desde entonces.

Con temor y temblor, la samaritana, apartando su sentimiento de humillación y amargura hacia Jesús, planteó su pregunta en forma de declaración. Ella consiguió de Jesús algo que ella en definitiva no esperaba escuchar del profeta de Judea:

“Jesús le dijo: Mujer créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Mas la hora viene y hora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad”.

En nuestra anterior lectura, la pregunta de la samaritana reflejaba una buena, honesta y justa suposición de que el ministerio de Jesús y su llegada a Samaria haya quedado obsoleto. En el libro de Hebreos (Heb. 12:1-4) el autor se dirige a una comunidad de creyentes. Él manifiesta que la grandeza de la fe en el Dios de Israel mediante Jesús el Mesías debe provocar en ellos una mayor respuesta que aquellos encerrados en la Tradición Judía. Él exhorta a los creyentes a perseverar en la fe tal como sigue:

Puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe…Pero no os habéis acercado a un monte que no se podía palpar y que ardía en fuego…sino que os habéis acercado al monte de Sión, a la ciudad del dios vivo, la Jerusalén celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos , a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”.

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4-jesus-and-samaritan-woman-well3Aquí el argumento básico es que la responsabilidad a la observancia del Nuevo Pacto es muchísimo mayor que cualquier otra responsabilidad pactada que hubiese sido encomendada al pueblo de Dios en el pasado. Por eso mismo, guardar este pacto es esencial a pesar de las difíciles circunstancias. El autor recurre  a todo lo que es mayor: Jesús es mayor que Moisés, el Nuevo Pacto es mayor que el Antiguo Pacto, la sangre del Justo(Jesús) es mayor que la sangre del justo Abel. Básicamente, el mayor Pacto tiene mayor responsabilidad. Uno de los argumentos incluidos sobre toda comparación en el libro de Hebreos es que la Sión Celestial es muchísimo mayor que la Sión terrenal.

Jesús acabó declarando que el lugar terrenal de adoración debía ser recolocado de la Jerusalén física a la celestial, Jerusalén espiritual concentrada en Él mismo cuando le dijo a Natanael. Por favor, déjeme explicar. El incidente está relatado en Juan 1: 50-51.

“Jesús dijo, ¿porqué te vi debajo de la higuera crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.

Jesús evoca la magnífica historia de la Torah, el sueño de Jacob donde los ángeles  descendían y ascendían a la Tierra Santa de Israel (Gen. 18:12), Él le dijo a Natanael que muy pronto los ángeles descenderían y ascenderían no en Bethel (en hebreo- casa de Dios) que los samaritanos creyeron que se identificaba con el Monte Gerizim, sino sobre la definitiva Casa de Dios- Jesús mismo. (Juan1:14).

La religión oficial en Samaria, hasta donde sabemos, no incluía ningún escrito profético, al menos es lo que sabemos por escritos procedentes de fuentes más tardías sobre los samaritanos. “La mujer dijo: se que el Mesías (el Cristo) está al llegar. Cuando llegue, nos lo explicará. Entonces Jesús dijo: Yo soy, el que habla contigo” (v25-26). Leemos en Deut. 18:18-19:

“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y les hablará todo lo que yo le mandare. Más a cualquiera que no oyere mis palabras que él le hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.

Aunque en textos samaritanos posteriores se habla de un mesías como la figura de Taheb (Marqah Memar 4:7-12) los samaritanos del tiempo de Jesús solo esperaban a un gran Maestro-profeta. El “Mesías” como rey y Sacerdote era un Judío-Israelita, no un concepto de Israelita-Samaritano tal como nosotros conocemos. Por esta razón, la respuesta de la samaritana muestra que ésta no era una conversación simbólica (Él nos lo explicará todo).  En vista de esto, parece ser que la mujer, de buen grado emplea la terminología judía para relacionarse con Jesús- el judío [5]. Entre los samaritanos esto no era lo más común. Justo cuando Jesús elegía saltar el muro de los tabús, la samaritana hace lo mismo. La historia de este encuentro “da pautas sobre como afrontar las heridas y divisiones, especialmente las de larga duración… en el periscopio samaritano Él es presentado como reconciliador de antiguos enemigos”. Consideraremos este tema en la aplicación de este libro, en el capítulo final del libro titulado- El Llamamiento.

La historia rápidamente conecta con el regreso de los discípulos, su reacción y comentarios- interfieren con Jesús. Este intercambio está entremezclado con los encuentros de la samaritana y los hombres del pueblo. Los discípulos se sorprendieron al verle conversando con la samaritana, pero ninguno se atrevió a echarle en cara lo inapropiado de tal encuentro.

27 “En esto vinieron sus discípulos, y  se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? O, ¿Qué hablas con ella?  28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: 29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? 30 Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. 31 Entretanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Rabí, come. 32 Él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. 33 Entonces los discípulos decían unos a otros: ¿Le habrá traído alguien de comer? 34 Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4: 27-39).

Si bien es posible que los discípulos estuvieran sorprendidos por el hecho de que Él estuviese a solas con la mujer, el contexto general de la historia parece señalarnos en dirección a la reacción de los discípulos, tenía que ver más con la conversación que con la samaritana. Abandonando el cántaro, la mujer salió corriendo hacia el pueblo para decirle a la gente lo referente a Jesús. Planteándoles una importante pregunta, ¿podría ser este aquel que Israel ha estado esperando durante tanto tiempo? Tal como Él habla en el contexto del encuentro, Jesús indica a sus discípulos que está haciendo la voluntad de Dios, pura y simple. Hacer la voluntad del Padre le proporcionó energía divina para Su vida. Esta energía divina le capacita para continuar su trabajo. Continuemos leyendo:

“¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están listos para la siega. Y el que siega recibe su salario, y recoge el fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros recogéis el fruto de sus labores”.

En estos versículos, Jesús desafía a sus discípulos. El escritor del Evangelio de Juan desafía a sus lectores a considerar que la cosecha está lista para la siega. Lo más seguro es que los discípulos de Jesús pensaron que la cosecha espiritual pertenecía tan solo a la comunidad judía. Jesús les incita a que miren más allá de sus casillas, a sus vecinos, la comunidad adversa y herética como a la cosecha- un campo, en el cual ellos no han reparado hasta este encuentro. El significado del comentario de Jesús sobre el encuentro no era realzar la importancia de evangelizar sino más bien en prestar atención a los campos que previamente eran invisibles e impensables como apropiados para cosechar.

Mientras que Jesús sin duda conversaba con sus seguidores sobre la conveniencia de enseñar a los samaritanos los caminos de Dios, escuchó las voces de la multitud que se acercaba a Él. El testigo fiel de este Evangelio lo describe así:

“muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio diciendo: me dijo todo lo que he hecho. Entonces vinieron los samaritanos a él y le rogaron que se quedase con ellos; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él, y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.”(v39-42).

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Hermeneútica Honesta

Interpretar la Biblia es tarea difícil; es tan difícil como interpretar cualquier otra cosa en la vida. Traemos nuestro pasado, nuestras nociones preconcebidas, nuestra teología ya formada, nuestros puntos culturales cegados, nuestra posición social, nuestro origen, nuestras ideas políticas y tantas otras influencias para la interpretación Bíblica. En definitiva, todo lo que somos de alguna forma determina como interpretamos las cosas. Esto no implica que el significado del texto dependa del lector. El significado permanece constante, pero la lectura del texto difiere y depende de todo tipo de cosas alrededor del proceso interpretativo. En otras palabras, lo que el lector o el oyente obtienen del texto puede ser muy diferente de una persona a otra.

Uno de los mayores obstáculos en la iniciativa de la interpretación Bíblica ha sido la incapacidad para reconocer y admitir que una particular interpretación puede tener un punto débil. El punto débil, por lo general está determinado por preferencias personales y profundos deseos de demostrar una teoría particular independientemente del coste. Nosotros los autores, consideramos que teniendo conocimiento de nuestros puntos ciegos y deseando ser honestos en admitir problemas con nuestras interpretaciones cuando las haya, es más importante  que el esplendor intelectual con el que argumentamos nuestra posición.

El siguiente interrogante sería el ¿por qué a lectura de este manuscrito debería ser preferida a la comúnmente aceptada? Para poder explicarlo necesitamos introducir una herramienta muy importante en los estudios bíblicos que puede no ser familiar a algunos lectores. No obstante, algunos de ustedes se han encontrado con los resultados de haber empleado este recurso entre personas que trabajan con traducciones recientes de la Biblia. Por ejemplo, algunas Biblias modernas ponen paréntesis en vez de “Juan 8:10-11” y mencionan que los primitivos y más fidedignos manuscritos no contienen la querida historia  de la mujer cogida en adulterio que fue llevada a Jesús (Marc. 16:9-20 es manejado de la misma forma). Esta historia puede ser cierta y quizás haya sido transmitida oralmente antes de ser incorporada al texto de Juan, pero debe ser admitido que, incluso si esta historia es cierta, debió ser insertada tiempo después por un escribiente. La herramienta interpretativa usada aquí es textualmente llamada Crítica. La nomenclatura es engañosa desde que no está siendo criticada, sino más bien comparada con otros manuscritos y analizada. En otras palabras, críticas textuales atribuyen un cuidadoso análisis del texto comparándolo con otros textos que expresen el fin de determinar los más precisos y tempranos manuscritos.

La crítica textual considera varios manuscritos primitivos, ya que no disponemos de un único original de ningún libro bíblico, para que podamos determinar el texto que fuese lo más cercano posible al original. La crítica textual emplea tanto todos los descubrimientos antiguos como los recientes. Aunque algunos Cristianos, planteando la relevancia de dicho método pudiese implicar incredulidad, estamos convencidos de que cuando empleamos este método responsablemente puede ser una herramienta importante en las manos de intérpretes creyentes, honestos y competentes de los textos antiguos. ¿Cómo puede ayudar éste método científico?

Un ejemplo es el principio general que la crítica textual usa para determinar que manuscrito es más antiguo, un principio que pudiera ser llamado “prioridad del manuscrito más conciso”. Un manuscrito conciso (escueto) es preferible porque los antiguos escribas eran más dados a expandir el texto que copiaban que a hacerlo más corto. La expansión del texto daba más libertad en el mundo antiguo, en contraste con el desagrado general de los lectores modernos con tal práctica, un desagrado compartido por el autor de este libro.

Todavía sería posible que el texto más largo (“me dijo todo lo que yo había hecho”) fuese el original. Pero el método crítico del texto argumenta que, en general, sería el caso opuesto. El texto más corto es más probable que fuera el original (en nuestro caso “me lo dijo todo”) y solamente más tarde el texto fue expandido por un escribiente que sintió que el escrito podía ser mejorado y su significado clarificado si añadía “lo que hice” al final. Si lo que entendemos es cierto y el contexto de la historia nos demuestra que es así, podría ser razonable decir que el escribiente Cristiano en su deseo de ayudar al lector con la improvisación en el flujo de la narrativa, en realidad terminó por encaminar al lector en una dirección equivocada de la interpretación.

Conclusión

En los tribunales democráticos seguimos el principio de “inocente hasta que no se demuestre lo contrario”. En cierto sentido, nosotros declaramos aquí, al tribunal de nuestros lectores que hemos presentado suficientes evidencias que muestran “la presencia de una duda razonable”. Argumentamos que los cargos de “inmoralidad y de no buscar la verdad espiritual” contra la samaritana deben ser descartados.  Los motivos son la falta de pruebas y la presencia de otros posibles escenarios que podrían explicar la interacción de ella y Jesús de un modo más satisfactorio. Argumentamos que esta historia serviría como ejemplo y llama a considerar el mensaje de las Sagradas Escrituras en su contexto histórico y con mayor disposición pensar, dejando aparte lo entendido tradicionalmente que al final puede no haber nada adecuado que lo apoye. Anteriormente, en el capítulo dijimos que no presentábamos un caso herméticamente cerrado. Sin embargo, sugerimos una posible alternativa a la interpretación acostumbrada. Creemos que nuestra alternativa es más responsable. Nuestras reclamaciones son por lo tanto modestas, pero mantenemos ese desafío. Fue Mark Twain quien dijo “la lealtad a una opinión petrificada nunca rompió una cadena o liberó a un ser humano”.

© By Eli Lizorkin-Eyzenberg, Ph.D.


[1] Es un error pensar que la principal razón de la antipatía judía a los samaritanos era racial. El judaísmo siempre ha tenido una fuerte tradición de las conversiones de los gentiles, en los que los gentiles convertidos se convertían en Judíos con derechos plenos y eran aceptados por la comunidad. Un ejemplo notable de esta actitud es el rabino Akiva que no era étnicamente judío (ni él ni sus padres atravesaron una conversión formal al judaísmo). No es el ADN de un Judío que fue responsable de la antipatía judía. La relación conflictiva fue en gran parte de carácter religioso. El componente político de la rivalidad tampoco debe pasarse por alto cuando se consideran las razones de la relación negativa entre Samaritanos y Judíos. Por ejemplo, cuando Alejandro Magno pasó por la región, se informó que rindió homenaje al Dios de Israel, el Templo Monte Gerizim y no en el Monte Sión.

[2] Esto puede haber sido un caso de corrupción textual donde la letra final («mem» fue reemplazada por «resh») fue confundido por un escriba.

[3] Ver Calum M. Carmichael. El matrimonio y la mujer samaritana. Estudios del Nuevo Testamento 26 (1980): 332-346.

[4] Ver también SI. 60:6-7 y Sl. 108:7-8, donde literalmente dice dos veces que Efraín es un equipo de la protección de Dios – casco.

[5] Los samaritanos llamaban su templo «Zeus el Amigo de los extraños», evitando así los problemas bajo Antíoco IV (2 Macabeos 6:02), lo que refuerza aún más los sentimientos negativos entre los Judíos y Samaritanos. Dt.27: 3 en MT indica el Monte Ebal como el lugar donde se construyó el primer altar, mientras que el Pentateuco Samaritano considera el monte Gerizim como el lugar. No está claro si el MT cambió la identidad de la montaña debido a puntos de vista anti-samaritanos o viceversa.

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  1. Riomar

    Deseo compartir personalmente una experiencia personal que tengo con el hecho de cómo te puedes relacionar con estos personajes siendo mujer. A modo de testimonio, por años había tenido un conflicto emocional de mi origen. A pesar de nacer y criada en un hogar cristiano, tenía muchos temores al punto que ignoraba la palabra de Dios porque no entendía mi situación. Me veía en sueños peleando con Dios. Tengo un asociado en biblia y para mí no fue suficiente, me tomo 10 años terminar el instituto. Era una lucha sin cuartel tratar de entender cuál podía ser el propósito del Señor conmigo. Así que cuando no entendía lo que leía lo apuntaba en la biblia para luego ver qué quería decir. Así es que mi biblia de estudio se convirtió a 3. En cada biblia tenía una palabra relacionada a las lecturas anteriores. Comencé a compararme con algunos personajes. Desde niña soñaba así es que un día luego de casarme alguien me dijo te vamos a llamar Josefina porque siempre estas soñando. Un líder eclesiástico dijo a esos que sueñan los van a llevar preso como a José.
    Entonces me dije es imposible que sea como José pues soy mujer. Cuando leí esta lectura me di cuenta que realmente si se pueden relacionar los personajes de la manera que lo han interpretado. Estoy trabajando para un escrito de un libro y parte del escrito lleva el título de la samaritana. Hace poco le dije a una hermana le vamos a llamar a ese señor al 911 y luego me dije creo que hay un 911 bíblico. Cuando fui a buscar a mi biblia tenia apuntado Zacarías 9:11 y al lado escribí el nombre de José. El titulo de la lectura es “El futuro rey de Sion”. Continúe la lectura y acto seguido el capitulo 10:6 el titulo es “Jehová redimirá a su pueblo” dice: Porque yo fortalecer la casa de Judá, y guardare la casa de José, y los hare volver; porque de ellos tendré piedad, y serán como si no los hubiera desechado; porque yo soy Jehová su Dios, y los oiré. Estoy en una posición muy vulnerable porque usted tal vez no sabe pero hay organizaciones que se apropian de la obra de Dios. Soy su hermana en Jesucristo le pido sus oraciones para que el Espíritu Santo de la revelación que corresponda a esta experiencia.

  2. Gaburi

    Se olvida a parte donde dice y el que tienes no es tuyo… No es que sean maridos legales, ella es amante nada mas. Existen 2 interpretaciones para mi, la de un hecho real y la de uno historico…

  3. victor

    no entiendo por qué nos cuesta tanto trabajo reconocer que el Salvador del mundo también es el Salvador de cualquier prostituta, en el mismo mundo. no hay que dar tantas vueltas por el desierto para llegar a la tierra prometida. La mujer samaritana, tenía mala reputación, «punto» ¿Quién tiene buena reputación antes de tener un encuentro con Yeshua haMashiaJ?
    SHALOM!

  4. Guillermo

    Tus estudios tienen, innegablemente, el apoyo y la luz del Espíritu Santo, muestras la complejidad con la sencillez necesaria para que todos podamos ser enriquecidos, agradecido por la bendición de leer tus escritos, recibas bendición del altísimo por tu denuedo en mostrar las grandezas de Dios.