Reflexiones Del Nuevo Testamento: Vayerá

De la anunciación al sacrificio

La porción de hoy para los cristianos, Vayerá, sin lugar a dudas, presenta un interés especial porque su estructura es similar a la estructura del Evangelio de Lucas: Esta porción empieza con la Anunciación Divina del nacimiento milagroso del hijo de la promesa y finaliza con la Aqedát Itzják el sacrificio de ese hijo nacido milagrosamente. En Génesis 18, Dios se aparece a Abraham en forma de tres huéspedes celestiales. Uno de los principales objetivos de esta visita fue la anunciación —la anunciación del nacimiento milagroso de Isaac—. Vemos una anunciación similar, al principio del Evangelio de Lucas: Lucas nos dice que «el ángel Gabriel fue enviado por Dios a la ciudad de Galilea llamada Nazaret» a una virgen llamada María, anunciando el nacimiento milagroso de Jesús. Vayerá finaliza con Génesis 22, estando Abraham preparado para sacrificar a su hijo e Isaac colocado sobre el altar. El Evangelio de Lucas (como cada uno de los otros Evangelios) finaliza con el sacrificio de Jesús —con su crucifixión y resurrección—. En este sentido, el comienzo y el punto final de nuestra porción de hoy, y el comienzo y punto final del Evangelio de Lucas, de hecho, son muy similares.

Un análisis más detallado de ambas escenas de la anunciación revela similitudes adicionales entre ellas. Entre los otros paralelos, definitivamente vale la pena mencionar el hecho de que tanto Isaac como Jesús fueran nombrados antes de nacer. En Génesis 17 a Abraham se le dijo que Sara iba a tener un hijo y que tenían que nombrarlo Isaac. Es lo mismo con Jesús: el ángel no solo le revela a María su nombre en el Evangelio de Lucas, sino también en el Evangelio de Mateo, el ángel dijo a José: «Llamarás su nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).

En cuanto a las mujeres —es muy interesante mirar la fe de estas mujeres—. Ambas, tanto a Sara como a María, al principio el milagro les pareció increíble e imposible, desde luego, sobrepasó toda imaginación y conocimiento humano. Por eso, su primera reacción fue de incredulidad y duda. En Génesis 18, cuando el Señor anunció el nacimiento de Isaac, Sara se rió con aquella risa «como para sus adentros»:

12 «Por eso Sara se rió para sus adentros, diciendo: después de haber envejecido, ¿tendré placer siendo mi señor anciano también?”» (Génesis 18:12).

Cuando el ángel anunció el nacimiento de Jesús, «María dijo al ángel: ¿Cómo puede ser, si no conozco a hombre?”» (Lucas 1:34).

Y ambos de ellos actuaron en fe y obediencia —y la historia de la humanidad fue cambiada debido a su fe y obediencia—.

11 «Por fe Sara también recibió fuerza para concebir una semilla, y dio a luz un hijo cuando había pasado la edad porque ella juzgó que era fiel quien lo había prometido» (Hebreos 11:11).

38 «Luego María dijo: “¡He aquí la sierva del Señor! Hágase conmigo conforme a su palabra» (Lucas 1:38).

¿Huésped o huéspedes?

De acuerdo con comentarios judíos, justo pasados unos días entre la aparición de Dios a Abraham en el capítulo 17 y su aparición delante de la tienda de Abraham en el capítulo 18, Abraham todavía no se había recuperado de su circuncisión al final del capítulo 17. Aunque la Torá no lo menciona, si leemos el texto en hebreo, encontramos algo sorprendente e inesperado aquí —algo que refleja la batalla en el corazón de Abraham después de su previo encuentro con Dios en el capítulo 17—. El comienzo bien conocido del capítulo 18: «El Señor se apareció a Abraham» es seguido con la conversación de Abraham con sus huéspedes. La primerísima palabra del discurso de Abraham aquí es Adonái  (אדוני) —y hay una controversia sobre si Adonái debería ser leído aquí como una palabra sagrada en singular, «Mi Señor» o como una palabra regular en plural «señores»—. Suena como si Abraham mismo no estuviese exactamente seguro de lo que vio, como si la Torá reflejase la incertidumbre inicial de Abraham sobre si los visitantes fueron humanos o divinos —sobre si fueron meramente hombres o representantes de Dios—.

En los siguientes versículos, las frases hebreas están expresadas alternativamente en singular y en plural: en el versículo 3 solo hay formas singulares, mientras que los versículos 4 y 5 utilizan el plural. Abraham está diciendo: «no pases» en singular, y entonces: «laven sus pies» y «refresquen sus corazones» en plural. Creo que aquí, al principio de esta porción crucial y justo después del capítulo 17 con sus noticias recientes, esta interrelación entre singular y plural viene como una expresión de la indecisión de Abraham y su lucha interior entre lo natural y lo sobrenatural: como si él pudiese y quisiera creer la promesa sobrenatural del capítulo 17.

Elohím y Adonái

Todos sabemos que la historia de Génesis 22 —la historia del sacrificio de Isaac, Aqedát Itzják, que se encuentra en este capítulo— simboliza el centro y la culminación de la vida de Abraham, su fe y obediencia inimitable y sin precedentes. Pero, ¿han prestado atención a los nombres de Dios en este capítulo?

La diferencia en los nombres de Dios que se utilizan al principio y al final de esta historia es muy clara. Cuando empieza el texto, es Elohím quien ordena a Abraham que sacrifique a Isaac. «Ahora sucedió después de estas cosas que Dios (Elohím) probó a Abraham…»[1]

Elohím (אלוהים) —«Dios» o «dioses»— es el término genérico para Dios que encontramos en la Biblia. Puede ser usado como nombre plural si se aplica a los dioses de otras naciones, o a un nombre en singular cuando se refiere al nombre del Dios de Israel. La orden de Elohím es la que otros «elohím», otros dioses, pudieran hacer o hicieron: la práctica de sacrificios humanos fue bien conocida por los vecinos de Israel. Sin embargo, fue el Señor, (Adonái) quien paró la mano de Abraham al final: «Pero el Ángel del SEÑOR (Adonáí) le llamó desde el cielo…»[2]  Adonái ( יהוה) es el nombre absolutamente único y personal del Dios de Israel —el nombre más usado frecuentemente en la Biblia—.

La tradición judía interpreta los nombres de Elohím y Adonái como la explicación de los dos lados de la naturaleza de Dios: su justicia y su gracia. Esta forma de entender los diferentes nombres de Dios es también usada para poder explicar las dos facetas de la creación —Génesis 1 y Génesis 2—: El Midrásh dice que el mundo fue creado originalmente por Dios como Elohím (Génesis 1), pero que después Él es llamado Adonái Elohím (Génesis 2), porque Él vio que sin su gracia, su creación no sobreviviría. Los diferentes nombres de Dios usados al principio y al final de Génesis 22 reflejan las dos caras de la naturaleza de Dios —Elohím y Adonái—.

 

[1] Génesis 22:1.

[2] Génesis 22:11.

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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