Retratos Bíblicos: Sara – La Risa Victoriosa

Ismael – ¿El hijo de la promesa?

Ya hemos visto mucho el dolor de esta mujer pero piensa en ese día tan temido cuando nació el bebé de Agar. Desde luego, la alegría de Abraham no tenía barreras. Agar también estaba extremadamente feliz. Claramente, solo Sara no compartía esa alegría. En ese momento, ella debe haberse sentido completamente «olvidada», excluida de todo. Aunque no sabemos mucho de esos 13 años que pasaron entre el último versículo del capítulo 16 y el primer versículo del capítulo 17, sabemos que durante esos años, Abraham había creído apasionadamente que Ismael era el hijo de la promesa. Lo creyó hasta ese preciso momento cuando el Señor le anunció que tendría otro hijo de Sara. Durante todos esos años, había estado absolutamente seguro de que Ismael era el hijo del pacto, que todas las promesas y planes de Dios estaban sobre él.

No puedo ni pensar sobre las consecuencias de esta situación. Si Abraham creyó que el pacto y las promesas de Dios estarían basadas en Ismael, Sara se habría sentido excluida no solo de la maternidad, no solo de la alegría de la paternidad –la alegría que su marido estaba experimentando en cada momento–, sino también del pacto eterno, de todo lo que Dios le había prometido a Abraham, su familia y sus descendientes. Este sentimiento hubiera sido absolutamente devastador. Y si al principio había seguido esperando que el Señor mismo intercediera por ella de alguna manera, tal como hizo en Egipto, sus esperanzas se desvanecían al tiempo que Ismael crecía. Las Escrituras no nos dicen que pasó en el corazón de Sara durante esos años; no sabemos nada de su relación con Ismael cuando él era el único hijo de Abraham. Pero sabemos que ella quería librarse de él cuando todavía estaba en el vientre de su madre y que eventualmente lo consiguió expulsándolo de la familia cuando era adolescente, –y podemos fácilmente adivinar que ella no tuvo sentimientos demasiado tiernos hacia él–. A medida que Ismael crecía, Sara veía cuán grande era el lazo que le conectaba a su padre, cuán grande amor era el que Abraham sentía por su único hijo. Ella se sintió traicionada por todos: por su sierva, por su marido, y lo que fue más doloroso, por su Dios. Creo que esos primeros años después de nacer Ismael fueron los más difíciles para la vida de Sara.

Aún así, esta historia tenía que ser una historia de sanación: Sarai no podía convertirse en Sara, si su corazón no hubiera sanado, si ella eventualmente no alcanzaba la paz, si no se reconciliaba con sus circunstancias y con su vida. Sí, esos 13 años fueron años de continua humillación y dolor para Sara; pero obviamente, a través del dolor, Dios había estado tratando con ella. Y sanándola. Una vez más, no sabemos casi nada sobre esos años: son como un túnel y no podemos saber lo que sucede allí dentro. Una mujer triste y amargada entró en este túnel de 13 años, y no la vemos allí dentro. No sabemos cuántas lágrimas derramó, cuantas horas pasó llorando desesperadamente delante del Señor, pidiéndole que limpiase su corazón de envidia y celos, que la fortaleciese y le diese paz. Sin embargo, la vieja mujer que salió del túnel después de todos esos años, después de todas esas lágrimas y oraciones, no solo se curó por completo, sino que por primera vez, estuvo llena de paz y dignidad –ella realmente se convirtió en Sara la matriarca, a quien honoramos y reverenciamos–. Es por eso que en Génesis 17 Dios cambia su nombre de Sarai (שרי) a Sara (שרה). Rashi, un renombrado comentarista medieval explica: «Sarai» significa «mi princesa» –pero Sara significa «una princesa en general»–. Como en el caso de Abram-Abraham, el cambio todavía parece menor, todavía es la misma letra ה –pero el significado de este cambio no puede ser despreciado–: desde ahora en adelante los nombres de Abraham y Sara indican que el plan de Dios cubre a multitudes. La dirección de este cambio es el mismo en ambos casos: de una familia en particular –a todas las naciones–.

 

Isaac – El hijo de la promesa

Y solo entonces cuando Sara había sido completamente cambiada internamentellega el capítulo 18, trayendo a su vida un maravilloso, increíble e inconcebible cambio exterior. Todos sabemos que en Génesis 18, cuando Sara escuchó al Señor prometer a Abraham: «De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo» [1] ella se rió con esa famosa risa como «entre sí». Naturalmente, fue una risa de incredulidad: «Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?»[2] Sin embargo, creo que había mucho más que esa risa, que simplemente incredulidad y duda. Una vez más, Dios no le falló a ella; una vez más Él intervino y no la dejó caer; una vez más, Él mismo la salvó y protegió de su vergüenza y dolor; una vez más Él la justificó completamente y la restauró. Después de largos años de sentirse humillada, avergonzada y excluida y después de largos años de aprender a reconciliarse con sus emocionesSara estaba celebrando su vindicación. Ella ya no estaba excluida; ella pertenecía. «El hace habitar en familia a la estéril, que se goza en ser madre de hijos».[3] Fue una risa de fe victoriosa.

 

Las Escrituras no dicen nada sobre el embarazo de Sara. ¿La situación se invirtió completamente ahora? ¿Su sierva sería despreciable ante sus ojos? ¿Sara estaba feliz y victoriosa? ¿Estaba brillando con alegría y victoria, oscureciendo solo durante aquellos breves momentos, cuando el hijo de Agar le llamó la atención?

Esta sería una forma natural de comportamiento –sin embargo, no creo que Sara actuase realmente de esta manera–. Ella amaba a Dios y era una mujer de Dios; había aprendido mucho durante aquellos 13 años; había experimentado el amor y la misericordia muchísimas veces. Creo que especialmente durante esos nueve meses, mientras cargaba con el mayor testimonio de su amor y misericordia en su seno, ella quería también ser un testimonio de su amor y misericordia. Ella deseaba ser generosa y agradecida incluso con aquellos que no habían sido generosos y misericordiosos con ella. Por eso no creo que hubiese alguna molestia entre Sara y Agar o entre Sara e Ismael durante el embarazo de Sara.

 

Entonces el bebé nació. «Y llamó Abraham el nombre de su hijo que le nació, que le dio a luz Sara, Isaac».[4] Mientras Isaac era un pequeño bebé en su cuna, todo parecía estar relativamente quieto en la familia. Pero después llegó a ser un niño –un niño lindo, lleno de energía y extremadamente curioso e impresionable, como la mayoría de los niños pequeños– y las tormentas de la familia empezaron.

 

[1] Génesis 18:10.

[2] Génesis 18:12.

[3] Salmo 113:9.

[4] Génesis 21:2,3.

 

En esta serie se incluyen extractos de mi libro «Abraham had two sons», puede conseguir este libro y mis otros libros a través de mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/  . Además de eso, mi nuevo libro «Unlocking the Scriptures» ya está publicado y disponible en Amazon. [Por el momento solo está en inglés]: https://www.amazon.com/s?k=unlocking+the+scriptures+by+julia+blum&crid=2IHYED6W7ZVYI&sprefix=julia+blum+%2Caps%2C689&ref=nb_sb_ss_i_4_11

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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