Salvados De La Generación Malvada…

La segunda porción de la Torá del año es Noé. Todos conocemos la historia de Noé. Esta es una de las primeras historias de la Biblia que los padres le cuentan a sus hijos. Sin embargo, las partes de la Torá que más pasan desapercibidas son las más familiares. Creemos que las conocemos demasiado bien, y no interiorizamos en ellas con la profundidad adecuada.

La historia de Noé no es una excepción. Por eso, cuando leí esta parte en hebreo por primera vez, fui muchas veces de ida y vuelta, entre la traducción y el texto hebreo, para asegurarme de que estaba leyendo la misma historia, ¡tan diferente que sonaba! Hoy, sin embargo, elijo hablar sobre las generaciones entre Adám y Noé. Sabes, leemos la misma porción de la Torá todos los años, y cada año, esta Palabra habla de manera diferente en nuestras vidas. Al entrar en la porción de Noé, nos disgusta y nos repugna la corrupción y la maldad en la tierra. Este año, probablemente debido a los tiempos en los que vivimos, me siento impulsada a hacer la pregunta: ¿Cómo es que en tan pocas generaciones (Noé fue la décima generación desde Adám), todos los mandamientos de Dios fueron quebrantados abiertamente, y la violencia, la lujuria y la impiedad prevalecieron sobre la tierra?

Nuestra porción comienza en Génesis 6. Sin embargo, primero escuchamos acerca de Noé en Toledót Adám, en Génesis 5. Además, también está el Capítulo 4, porque Adám y Eva fueron expulsados del jardín en el Capítulo 3 y en Génesis 4 comenzó la historia humana «regular»; y todos sabemos lo que sucedió en el Capítulo 4, y cómo comenzó esta historia «regular»: ¡Caín mató a Abel!

¿«Regular»? Probablemente hayas visto pinturas que representan a Adám y a Eva saliendo del jardín: sollozando, retorciéndose las manos, desesperados en su miseria y dolor. Sin embargo, te das cuenta de que con todas estas lágrimas, con todo este retorcimiento de manos, van al mismo lugar donde tú y yo vivimos ahora, ¡donde la humanidad ha vivido desde entonces! Su miseria es nuestra miseria, vivimos en el mismo lugar oscuro, la única diferencia es que no sabemos nada más, pero ellos sabían muy bien lo que acababan de perder. Desde su dolor y frustración al dejar el Gán Edén e ir al único lugar que tú y yo conocemos, solo podemos imaginar lo diferente y lo maravilloso que se sintió ese lugar perdido. En este sentido, sus primeros pasos y acciones, sus primeras palabras tras su destierro, son sumamente significativos. Cuando leemos: «Ahora que Adám conoció a su esposa Eva, y ella concibió y dio a luz a Caín, y dijo: “He adquirido un hombre del Señor”», podemos ver cuán fuerte era su anhelo por el lugar perdido y por su regreso a este lugar. Cuando Dios maldijo la tierra y desterró a Adám y a Eva del jardín, también les dio la promesa que muchos leen como la promesa de un salvador venidero. Aparentemente, Eva relacionó el nacimiento de su hijo con el cumplimiento inmediato de esta promesa; ella realmente esperaba que a través de su hijo fueran devueltos al jardín que habían perdido.

Más adelante, en la historia de Noé, vemos que esta esperanza se trasladó de generación en generación: cuando nació Noé, las personas ya estaba extremadamente cansadas de la maldición sobre la tierra y esperaban ansiosamente el cumplimiento de esta promesa. El padre de Noé consideraba a su hijo como alguien que debía traer la liberación de la maldición, como alguien que debía proporcionar consuelo y descanso, pero comenzó con la primera pareja: nombrar a su hijo Caín y afirmar que ella lo adquirió del Señor, indica que Eva fue la primera en esperar a que su hijo fuera el salvador prometido. Una vez más, nos muestra claramente cuán profundo era su anhelo.

Por supuesto, Caín no fue un salvador. El Capítulo 4 nos da el triste relato de los descendientes de Caín. Ya en Lamec, el quinto de Caín, vemos el carácter y las tendencias de toda la línea plenamente desarrollados: la canción, o poesía de Lamec, está llena de confianza en sí mismo, de desafío jactancioso, de confianza en su propia fuerza, violencia y asesinato. Del Capítulo 4, entendemos que la civilización establecida por los descendientes de Caín fue esencialmente atea, no solo porque fue la civilización de hombres impíos, sino porque fue perseguida independientemente de Dios. En este sentido, el nombre que Eva le dio a su primogénito lo dice todo. El nombre Caín en hebreo (קַיִןkayín), tiene el significado de algo que está siendo «adquirido». Probablemente, esperando el cumplimiento de la promesa de Génesis 3 (y quizás también sintiéndose culpable y tratando de compensar su error en el jardín), Eva sintió y pensó que tenía que hacer algo; que era su tarea y su responsabilidad remediar la situación. Es por eso que Eva llamó a Caín por este nombre: pensó que «ella» hizo algo para arreglar la situación —ella «adquirió» a Caín—. El nombre se refería a la acción de Eva: ella fue la que «adquirió».

Al pasar de este registro de Cainitas en el Capítulo 4 al de Set y sus descendientes (el final del Capítulo 4 – Capítulo 5), la diferencia es sorprendente. Incluso el nombre que Set le da a su hijo, Enós, o «frágil», se destaca como un testimonio contra el desafío de los Cainitas. Sin embargo, esta drástica diferencia entre las dos razas es especialmente clara en el último versículo del Capítulo 4: «Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre del Señor».[1]  Muy significativo, nuevamente, es el nombre que Eva le da a este hijo: comparado con el nombre Caín, el nombre Set expresa una cosmovisión completamente diferente. En hebreo (שֵׁתshét) significa algo como «provisto»; el verbo hebreoלָשִית  significa «nombrar» o «proveer». Presta mucha atención: en este caso, el nombre se refiere a la acción de Dios, no a la de Eva. Esta diferencia es extremadamente significativa y muestra que en este punto, Eva sabe que no es a través de sus esfuerzos, sino solo por la gracia de Dios, ¡que la ayuda puede llegar!

Si comparamos estos dos registros, descubriremos un detalle adicional interesante: mientras que en el caso de los patriarcas siempre tenemos este patrón —cuántos años «vivió» antes y después del nacimiento de su hijo— en la historia de los Cainitas, simplemente se menciona el nacimiento de generaciones, pero no se dan años de sus vidas. La explicación es muy simple: los Cainitas realmente no tenían futuro, mientras que los Setitas que «invocaron el nombre del Señor» estaban destinados a llevar a cabo los propósitos de Dios.

No entenderemos la historia del diluvio si no miramos de cerca a las generaciones anteriores. Por lo tanto, aunque Génesis 4 y Génesis 5 pertenecen a la porción de la Torá anterior, Bereshít, decidí hablar sobre estos capítulos hoy. En este blog, ya he escrito varias veces sobre Noé y, por supuesto, puedes leer estos artículos: https://blog.israelbiblicalstudies.com/jewish-studies/noah-amazing-torah-portion-1/ ; https://blog.israelbiblicalstudies.com/jewish-studies/noah-amazing-torah-portion-2/ ; https://blog.israelbiblicalstudies.com/jewish-studies/ torah-piece-in-real-time-noah /. Hoy, sin embargo, me interesa comprender qué le estaba sucediendo a la humanidad antes del diluvio —porque necesitamos comprender qué le está sucediendo a la humanidad en este momento— y creo que no soy la única que siente la necesidad de hacer esta pregunta. En su primera proclamación pública del mesianismo de Jesús, el Apóstol Pedro, volviéndose a la gente alrededor «con muchas otras palabras… testificó y exhortó, diciendoSean salvos de esta perversa generación».[2] ¡Eso es exactamente lo que hizo Noé!

[1] Génesis 4:26.

[2] Hechos 2:40.

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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