Simját Torá – Mirando Hacia Atrás Y Mirando Hacia Adelante

Tal como recordamos, Sucót es «la temporada de nuestra alegría» —y la alegría de Sucót alcanza su cima durante su último día—: Simját Torá. Simját Torá (literalmente «la alegría de la Torá») es una festividad que marca la conclusión del círculo anual de las lecturas públicas de la Torá. Completamos este ciclo, e inmediatamente comienza el nuevo ciclo al leer a partir de la primera porción de la Torá —Bereshít—. En años anteriores, escribí mucho sobre esta primera porción; sin embargo, de alguna manera, aquí nunca he escrito sobre la última porción de la Torá, que concluye Deuteronomio y se lee en Simját ToráV’zót HaBrajá (Deuteronomio 33, 34)—. Por eso, aunque Sucót ya terminó y Simját Torá fue el sabbát pasado, me gustaría decir unas cuantas palabras sobre esta importantísima porción.

La bendición de Judá

Estamos en Deuteronomio 33. Justo cuando Jacob ha bendecido a sus hijos antes de su muerte, así lo hace Moisés ahora, bendice a las tribus de Israel. Desde la perspectiva del Nuevo Testamento, desde luego, es más importante la bendición de Judá porque es de la tribu de Judá de donde vino Jesús. Según el libro de Hebreos, Jesús viene de la tribu de Judá, no de la tribu de Leví; significa un cambio del antiguo al nuevo pacto, pero ustedes no podrían comprender todo el significado de este cambio si no están conscientes de la bendición que Moisés dio a la tribu de Judá antes de su muerte.

«Escucha, Señor, la voz de Judá,
Y tráelo a su pueblo;
Que sus manos sean suficientes para él,
Y que tú seas una ayuda contra sus enemigos
».

Cada palabra de esta bendición es muy significativa. Primero que todo, empieza con la palabra: «Escucha» —Shemá— la misma palabra con la que comienza el Shemá, la oración judía más sagrada y solemne. Aquí leemos: Shemá Adonái —¡Escucha Señor!—. Sin duda alguna, este comienzo solemne también marca esta bendición como especialmente importante.

«Escucha Señor, la voz de Judá». La mayoría de los comentaristas interpretan esta línea en el sentido de que el Señor escucharía las oraciones de los descendientes de Judá, empezando por David y Salomón; y desde luego, yo estaría de acuerdo con eso. No obstante, descubrimos una capa adicional del significado profético de estas palabras, si recordamos que el Nuevo Testamento habla de Jesús intercediendo en el Cielo por los creyentes delante del Padre. «Escucha, Señor, la voz de Judá».

Entonces, tenemos esta enigmática frase: «Y tráelo a su pueblo». Rashi comenta: Tráelo a su hogar en paz, de la guerra (recordemos que David, por ejemplo,  estuvo a menudo involucrado en campañas militares); pero a mí me parece que estas palabras implican muchísimo más. Una vez más, esta bendición viene a ser extremadamente importante si juntamos estas palabras con las palabras de Juan: «Él vino a los suyos, y los suyos no le recibieron». A la luz de estas palabras, la bendición de Moisés suena mucho más significativa que tan solo: «Tráelo a su hogar en paz».

Finalmente, en el libro de Apocalipsis, Jesús es descrito como «el león de la tribu de Judá» (ver también Génesis 49:9), y aquí también vemos el lado «conquistador» de Judá: Moisés está profetizando sobre esta tribu como venciendo a sus enemigos, con la ayuda de Dios.

«Que sus manos sean suficientes para él,
Y que tú seas una ayuda contra sus enemigos».

Los descendientes de la tribu de Judá, ¿quiénes vencieron a sus enemigos con la ayuda de Dios, cuyas voces Dios escucha? y ¿quién será traído a su pueblo?… Creo que una vez más tenemos una clara evidencia de que  uno realmente necesita conocer el Antiguo Testamento para poder comprender el Nuevo Testamento.

La bendición de Leví

Asombrosamente, la bendición de Leví también se refleja en los escritos del Nuevo Testamento —aún cuando pocos estudiantes de la Biblia son conscientes de ello—. Recuerden, por supuesto, que mientras se habla de lo que cuesta el discipulado en Lucas 14, Jesús expresa palabras aparentemente extrañas sobre odiar al padre y a la madre de uno, a la esposa y a los hijos: «Cualquiera que venga a mí y no odie al padre y a la madre, a la esposa y a los hijos, a los hermanos y a las hermanas, sí, incluso su propia vida, no puede ser mi discípulo».[1] Durante siglos, estas palabras de Jesús han sido objeto de distintas interpretaciones; algunos han ido incluso muy lejos como para ver en ellas la anulación del cuarto mandamiento («Honrarás a tu padre y a tu madre»).[2] Desde luego, Jesús no podía contradecir la Torá, y por lo tanto, claramente Él no anula el cuarto mandamiento. Aún así, ¿por qué Jesús mencionó estas palabras? ¿Qué quiso decir?

Nosotros no entenderemos completamente este dicho de Jesús a menos que lo veamos como un eco de la bendición de Moisés a Leví, donde se enfatiza la devoción de Leví a la palabra de Dios. Moisés dice de Leví:

«Quien dice de su padre y de su madre:
“Yo no los he visto”;
Ni  reconoció a sus hermanos,
Ni conoció a sus propios hijos;
Porque han observado tu palabra
Y guardado tu pacto
».[3]

Cuando comparamos Lucas 14:26 con la bendición de Leví, vemos claramente que lo que dice Leví en esta bendición suena muy similar al requerimiento de Jesús. Como Moisés antes que Él y como muchos rabinos después de Él, Jesús fue muy consciente del hecho de que la Torá a veces presentaba afirmaciones conflictivas y de que esas situaciones deberían ser resueltas solo por subordinación de un mandamiento a otro. De acuerdo con la bendición de Moisés, Leví significa el pueblo cuyo amor por la palabra de Dios sobrepasa incluso el amor por su propia familia —y esta es la clase de discípulos sobre los cuales habla Jesús en Lucas 14—.

Entonces Moisés… murió

Al final del último capítulo de Deuteronomio Moisés muere: «Entonces Moisés, el sirviente del Señor murió allí en tierra de Moab, según la palabra del Señor».[4] Es interesante notar que las palabras traducidas normalmente: «según la palabra», traduce la palabra hebrea que proviene de la palabra «boca». Por lo tanto, algunos comentaristas dicen que Moisés murió por un beso divino.

Finalmente, abordemos una pregunta muy tradicional, pero aún muy intrigante: ¿Quién escribió los versículos finales del libro de Deuteronomio? Si Moisés escribió toda la Torá, ¿entonces quién describió su muerte? ¿Quién escribió los últimos ocho versículos?

Estoy segura de que muchos de mis lectores habrán buscado una respuesta para esta pregunta en algún momento, por lo tanto, presentaré aquí la respuesta que encontramos en la tradición judía, ya que ustedes no están familiarizados con esto. Desde luego, hay rabinos que dicen que los últimos ocho versículos fueron escritos por Josué después de la muerte de Moisés. Sin embargo, algunos no están de acuerdo y dicen que toda la Torá fue escrita por Moisés, pero «a partir de este punto, El Santo, bendito sea Él, le dictó esto, y Moisés lo escribió con lágrimas».[5] Como algunos comentaristas talmúdicos explican: esto no quiere decir que Moisés estuvo llorando mientras escribía estos versículos; significa que literalmente los escribió con lágrimas que fueron como tinta invisible, y solo después de su muerte fueron visibles.

[1] Lucas 14:26.

[2] Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16.

[3] Deuteronomio 33:8,9.

[4] Deuteronomio 34:5.

[5] Sifre 33:34.

 

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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