Parasha Chukkat – La Serpiente De Bronce

Varias veces me han pedido hacer un comentario sobre la porción de la Torá (Parashat Shavua). Hoy he decidido compartir con ustedes este comentario de una de mis porciones favoritas de la Torá –Parashat Shavua Chukkat– (la lectura del Sabbat pasado).

La historia de la serpiente de bronce es una de las historias más gráficas y expresivas en la Torá. Incluso cuando miramos a través del maravilloso y vibrante trasfondo de la Palabra de Dios, esta sorprendente historia aún se destaca. Vamos a reflexionar juntos sobre estos versículos.

El comienzo de la historia es muy tradicional. Por ahora, estamos acostumbrados a, incluso cansados, de las rebeliones sin fin de nuestros antepasados en el desierto. Aun y así, los israelitas están llegando a la Tierra y el viaje está casi superado, una vez más, como muchas veces antes (solo sucede por segunda vez en esta porción de la Torá), y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano»[1] Como respuesta, Dios envió serpientes venenosas sobre la gente y muchos murieron a causa de sus mordeduras. “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo».[2]

Presta mucha atención a estas palabras: Ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Era su ruego y su deseo —un deseo bastante natural y comprensible, diría yo— que el Señor les salvase de las serpientes. Y el Señor les salvó de las víboras, pero Su salvación llegó en una forma completamente inesperada. ¿No esperarías que Él simplemente desaparezca las serpientes si perdonó al pueblo  y decidió salvarlos de cualquier modo? En vez de eso, le da una orden extremadamente extraña a Moisés: “Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá«. [3]

La Torá es como una radiografía espiritual: lo que es invisible a nivel superficial, viene a ser visible aquí. Con nuestros razonamientos mentales, nos preguntamos ¿por qué? ¿Por qué esos extraños preparativos? ¿Por qué todo ese trabajo en bronce, en lugar de eliminar las serpientes? Sin embargo, esta historia nos muestra, de la forma más gráfica posible, uno de los principios básicos de la vida espiritual. El pueblo de Israel, después de haber pecado, se encontró con una nueva y distinta realidad —una realidad donde todos son mordidos y todos necesitan ser salvos—. Aquí está la lección: cuando pecamos, cuando elegimos alejarnos de Dios, nuestra elección siempre tiene consecuencias muy reales e inevitables. Cambia y distorsiona la realidad, tanto en nuestro interior como en nuestro exterior (a menudo en ambas), aunque estos cambios no siempre son visibles como en nuestra historia de la Torá. Después, cuando las consecuencias de nuestro pecado inevitablemente empiezan a ‘mordernos’, comenzamos a clamar al Señor, pidiendo que nos salve —que elimine las serpientes, que aparte las consecuencias—. Sin embargo, incluso Dios mismo, no restaura simplemente las cosas como si nuestras elecciones pecaminosas nunca hubiesen acontecido; incluso Él mismo simplemente no borra nuestro pecado o el mal que causó.

Si leyésemos nuestro texto en hebreo, nos sorprenderíamos por la abundancia de silencios y sonidos silbantes de aquí: Nashach (morder), Nechash (serpiente), Nechoshet (bronce)… como si efectivamente el silbido de las serpientes llenasen estos versículos. No es del todo accidental que hayan serpientes en esta historia: en el principio, el pecado entró por la víbora —la serpiente— y qué más, si no pecado —arrastrándose, silbando y mordiendo— ¿está representado por esas serpientes en nuestra porción de la Torá? Sí, no es suficiente eliminar las serpientes, el veneno ya está haciendo su efecto, y por eso, Dios tiene que traer un remedio para que todos los que fueron mordidos, vivan.

***

¿Cuál es ese remedio? Nos estamos aproximando a la parte más asombrosa de la historia. Para poder curar hoy en día la mordedura de serpiente, confiaremos completamente en un práctico remedio: alguna medicina, tratamiento, acción. En su lugar, a los hijos de Israel se les dice que miren a la serpiente de bronce —solo mirarla, para poder vivir—. No necesitaban acercarse, tocarla o hacer algo con ella, solo tienen que mirarla,  “y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá”.[4]

Puedo imaginar  que alguno de ellos dudó, incluso se quejó: ‘¿Qué bien puede hacerme, si solo miro a la serpiente?’ Pero este es exactamente el eje de esta historia: no importa si Su remedio cumple con nuestras expectativas. ¿Recuerdas a Naamán, el comandante del ejército sirio, que era leproso? Él fue a Eliseo para ser sanado, pero se enfureció y casi se marchó después de que Eliseo no llenó sus expectativas. Él dijo: He aquí, yo pensé… Y casi pierde su propia sanación, tan solo porque pensó que debía haberse efectuado de forma diferente. Cuan a menudo la gente se pierde algo de lo que Dios está haciendo, solo porque ellos piensan que debería ser hecho de manera diferente: He aquí, yo pensé

Allí en el desierto, Dios ofrece su sanación a todos. Por más extraño e inesperado que pudiera parecerles, era su único medio para sobrevivir —para ser salvados—. Aquellos que escogieron mirar a la serpiente de bronce, vivieron —todos los demás, perecieron—. Probablemente ninguno de ellos lo entendió. Supongo que Moisés mismo estaba desconcertado y no podía entender por qué necesitaba hacerlo, pero eso es exactamente de lo que trata la fe: obedecer al Señor, incluso cuando no le entendemos.

¿Cómo entendieron esta imagen las generaciones siguientes? Debemos recordar que hubo muchos “judaísmos”, (sub-grupos religiosos dentro del judaísmo) en los tiempos de Jesús, cada uno ofreciendo su propia interpretación de la Torá. Una interpretación posible del simbolismo de la serpiente de bronce se encuentra en el Nuevo Testamento, en las mismas palabras de Jesús: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. [5] Y aquí tengo muy buenas noticias para ustedes, mis queridos lectores y seguidores: aquí en eTeacher estamos preparando un nuevo curso maravilloso —y muy pronto estará disponible para ofrecerles a ustedes comentarios sobre la Parashot Shavua a través de interpretaciones del Nuevo Testamento—. Como siempre, están bienvenidos a contactarme para más información (¡y para un descuento!).

[1] Números 21:5

[2] Números 21:7

[3] Números 21:8,9

[4] Números 21:9

[5] Juan 3:14

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

You might also be interested in:

Evidencia De Cosas No Vistas

Por Julia Blum

José Y Sus Hermanos – Y La...

Por Julia Blum

Join the conversation (6 comments)

Deja un comentario

  1. Carlos Alberto Cueto Salinas

    Estimada profesora: gracias por esta explicación, la cual me deja varios temas que comentar; de partida los hombres de esa generación no estaban conscientes de lo que ellos podían provocar cuando se alejaban de la Voluntad Divina, o la rechazaban (lo mismo puede pasarnos hoy), en el fondo las serpientes son el reflejo físico de su escaso o insuficiente nivel de elevación espiritual; es de una gran grandeza y proeza el nivel alcanzado por Moisés en el ámbito espiritual: conversa con Dios y es capaz de construir una serpiente de bronce, es decir sabia como manejar la materia pero con base y fundamento en Dios, el Espíritu Eterno, para hacernos ver su Gloria y de nuevo se confirma la continuidad del Antiguo y Nuevo Testamento con las palabras de Jesucristo: con solo mirarle a El con los ojos del corazón, con fe, con fuerza espiritual es capaz de sanarnos ; y que buena noticia lo del curso, espero novedades.

  2. Rafael

    Querida Julia:
    Me encanta tu comentario. Veo la siguiente interpretación:
    Les envían serpientes que su picadura representa hacernos a nosotros el mal que hemos hecho, para que nos duela y nos demos cuenta. Ya que. Muchas veces hacemos el mal sin darnos cuenta. También debemos sacar las inferencias o reglas para no hacer más el mal.

    Después viene la imagen de Jesucristo como Cuerpo Místico de Cristo: el simbolismo de la serpiente de bronce del Nuevo Testamento se refiere: «Y como Moisés levanto la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado». El nos ayuda en la sanación.

    «Haz una serpiente ardiente», como el fuego, que es para nosotros PURIFICACIÓN.
    Así sanaban. El desierto es nuestro Sheol, nuestro campo de batalla, para depurar nuestra forma de ser y nuestro pecado. No me parece nada extraño que los Israelitas protestasen de aquellas duras e infernales condiciones, se dan vueltas y más vueltas sobre lo mismo, se sufre, y cada vez parece que estás más alejado. Te desesperas aquello no acaba nunca. Todo te sabe igual.

    Y te pasa lo que a Naaman el Sirio, lo fácil que es bajar y lavarse al río y nos negamos a hacerlo. Para nosotros la petición es dejarnos poner el yugo de Jesús: «Humildad y Mansedumbre para poder pensar en los demás». Aquí está el quid de la cuestión: soy egocéntricos y no sé hacerlo, me cuesta orrores. Jesús, Moisés, por favor, pidele al padre que nos ayude.

    Un abrazo
    Rafa.

  3. CESAR SANTOS

    ¿Por qué llama a Dios «Jehová» y no Yavé?

    1. Eric de Jesús Rodríguez Mendoza

      BS»D

      Shalom César!

      Gracias por visitar y comentar… te invito a leer la réplica al comentario anterior…

      Un abrazo,

      atte. el moderador

  4. José ignacio

    Sigo creyendo que utilizar el.termino Jehová es un desatino teológico. Me.preocupa que una judía estudiosa pueda utilizar este término para referirse a D-ios. Por lo que en si se puede llegará cuestionar el método de estudio.

    1. Eric de Jesús Rodríguez Mendoza

      BS»D

      Shalom José. Gracias por visitar el blog y compartir tu inquietud.

      Primero que todo, la profesora Julia no habla castellano, así que es más que todo cuestión del traductor que quizá en el ánimo de acercarse de una mejor manera (en su criterio) al público en general en occidente, el cual conoce al Dios de la biblia bajo ese nombre, es el que emplea el término «Jehová», cuando lo más preciso y prudente sería escribir YHWH.

      Un abrazo,

      atte. El moderador