De Jerusalén A Roma: Las Alusiones Ocultas

Hasta los confines de la tierra

Hace unas semanas, cuando comencé esta serie y analicé el primer capítulo del Evangelio de Lucas, comparándolo con el primer capítulo de Hechos, escribí: «Quizás pienses que el “judaísmo” de Hechos 1 es menos obvio que el “judaísmo” de Lucas 1; si es así, ¡te sorprenderás cuando leamos este capítulo juntos!». Hace una semana discutimos la última pregunta que los discípulos le hicieron a Jesús: «Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este momento?». El Nuevo Testamento en general y el libro de Hechos en particular, no pueden entenderse correctamente si pasamos por alto esta pregunta. Por supuesto, la respuesta que Jesús les dio no es menos importante. Como escribí la última vez, en su respuesta a los discípulos, Jesús no dice: «¡Qué pregunta tan estúpida o inapropiada!». Él no dice: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer en todo lo que los profetas han dicho», como dijo en el camino a Emaús. Su respuesta no deslegitima su pregunta, solo cambia su enfoque. Su tarea no es calcular los tiempos, sino ser sus testigos «hasta los confines de la tierra».

Es importante comprender que los entornos judíos, incluidas las figuras históricas prominentes como el Rabino Gamaliel, e instituciones como las sinagogas y el Templo, son muy importantes a lo largo de todo el libro de Hechos. Sin embargo, es aquí, en el primer capítulo, donde se fundamenta y se establece esta importancia. Es aquí, en este capítulo, donde encontramos varias alusiones muy importantes a las Escrituras hebreas; es aquí, en este capítulo, donde comienzan varios temas clave que continúan a lo largo de todo el libro. Así, en cuanto a los confines de la tierra, encontramos una expresión idéntica en Isaías:

«También te daré como luz a los gentiles,
Para que seas mi salvación hasta los confines de la tierra».[1]

Este versículo se cita explícitamente en Hechos 13:47, pero es aquí, en este capítulo, antes de que la misión a los gentiles haya comenzado, donde esta expresión pone de manifiesto un punto muy importante: la misión para la que Jesús los encomienda se basa en ¡la Palabra de Dios y el plan de Dios para su pueblo!

Jesús y Elías

Encontramos aquí otra alusión que quedaría clara para cualquiera familiarizado con las Escrituras, que en aquella época se referiría a todos los lectores judíos de Hechos. La partida de Jesús aquí tiene un paralelo con el ascenso de Elías, cuando Elías «subió al cielo en un torbellino».

El punto importante es que fue llevado ante los ojos de Eliseo, su sucesor designado. Si recuerdas, un poco antes, cuando Eliseo pidió una doble porción de su espíritu, Elías respondió: «Si me ves cuando me quiten, así será para ti; pero si no, no será así».[2] Dado que Elías subió ante los ojos de Eliseo, Eliseo estuvo verdaderamente empoderado por una doble porción de su espíritu, y por lo tanto, procedió a actuar como un profeta capaz de obras poderosas en «el espíritu de Elías».

Por lo tanto, toda la escena en Hechos 1:4-10 debería llamar nuestra atención sobre el paralelo entre la partida de Elías después de comisionar a su sucesor para continuar su obra en su espíritu, y la partida de Jesús después de comisionar a sus seguidores para continuar su obra y prometerles su Espíritu. Esa escena también debería haber llamado la atención de los discípulos sobre este paralelo. El hecho de que los discípulos vieran a Jesús subir, corresponde con la forma en que Eliseo vio subir a Elías. De ese modo, se le aseguró a Eliseo que recibiría una doble porción de su espíritu. A la luz de esta alusión, a los discípulos también se les habría asegurado que recibirían el Espíritu de Jesús.

Lucas no describe sus sentimientos, al igual que 2 Reyes no describe las emociones de Eliseo. Sin embargo, podemos adivinar que, aunque en ambos casos habían esperado esta separación, y aunque en ambos casos este ascenso fue un evento celestial verdaderamente glorioso, lo primero que experimentaron los discípulos fue su pérdida personal: ¡el Maestro se había ido! Creo que habría sido muy similar a lo que experimentó Eliseo cuando gritó: «Padre mío, Padre mío»Me imagino que ellos sintieron lo mismo —¡se sintieron huérfanos!—. Si no estás de acuerdo, recuerda estas palabras de Jesús: «No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes».[3] Sabían que, sin Él y su espíritu, se sentirían huérfanos.

Sin embargo, al igual que Eliseo, fueron comisionados para continuar la obra del Maestro, y eso realmente explica la siguiente escena. Regresan al aposento alto donde se alojaron (por cierto, no tenemos forma de saber si es el mismo salón donde habían tomado la Última Cena), rezan con determinación, y saben y sienten que necesitan estar completamente preparados y equipados para la misión que les fue encomendada. Por lo tanto, «Pedro se puso de pie en medio de los discípulos» y sugirió que eligieran otro apóstol, para reemplazar a Judas, porque estaba absolutamente claro para Pedro, el Apóstol judío, que para estar completamente equipado para la misión que tenía por delante, el número de Apóstoles, como el número de las tribus de Israel, tenía que ser doce.

Echando suertes

Los siguientes versículos describen un incidente muy especial y único en la escena del Nuevo Testamento. Cuando los discípulos deciden a quién nombrar en lugar de Judas, eligen a dos hombres como candidatos potenciales. Luego, para permitirle a Dios nombrar cuál de los dos había elegido, hacen algo que parece un inusual en nuestros días: echan suertes. ¿Por qué? ¿Era una costumbre habitual de la época?

En primer lugar, debemos saber que en el Antiguo Testamento, echar suertes era un método que se empleaba regularmente para revelar la elección de Dios: si era necesario encontrar a alguien responsable de ciertos actos (Josué  7:14, 1 Samuel 14:42), o por descubrir la elección de Dios con respecto a sus representantes (1 Samuel 10:19). La Escritura enseña que «la suerte se echa en el regazo; pero toda su disposición es del Señor».

¿Existía todavía en el siglo I esta tradición de buscar la elección de Dios echando suertes? Ciertamente que sí y tenemos varias confirmaciones. Uno es Josefo, quien se describe a sí mismo y a los últimos combatientes que quedan en Masada echando suertes para determinar el orden en el que morirían. El segundo proviene de Qumrán: la expresión yetzéy ha-gorál—«el resultado de la suerte»— aparece varias veces en los Rollos para indicar una decisión comunitaria.

En Hechos 1, los discípulos probablemente escribieron cada nombre en una tablilla, los colocaron en una urna y luego agitaron la urna hasta que saliera uno; esa era la forma más común de echar suerte para determinar la voluntad de Dios.

Me gustaría terminar este artículo con el mismo pensamiento que he repetido varias veces antes. Realmente no hay razón para que Lucas describa este procedimiento a menos que quiera que sus lectores sepan que todo lo que estaban haciendo los discípulos estaba completamente en línea con los patrones bíblicos. Al establecer este trasfondo judío en el primer capítulo de Hechos, Lucas quiere asegurarse de que el lector sepa que los eventos de Hechos 2 estaban sucediendo en el mismo contexto judío de Hechos 1, así como Jesús, nacido en Lucas 2, nació en el contexto judío de Lucas 1. ¡Este trasfondo judío sirve como base de todos los eventos futuros en el informe de Lucas, y es la intención de Lucas que, no solo el segundo capítulo,  sino todos los capítulos de este libro, se lean en este contexto!

 

[1] Isaías 49:6.

[2] 2 Reyes 2:9–12.

[3] Juan 14:18

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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