El Rey, La Paloma Y El Espíritu (juan 1: 32-34)

32 Y Juan dio testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. 33 Y yo no le conocía; mas el que me envió a bautizar con agua, aquel me dijo: Sobre quien vieres descender el Espíritu, y que permanece sobre él, éste es el que bautiza con Espíritu Santo. 34 Y yo le vi, y he dado testimonio que éste es el Hijo de Dios.

En el versículo 32, Juan evoca la poderosa imagen de una paloma descendiendo como una señal. Es usual concentrarse en el simbolismo de la paloma en relación con el Espíritu Santo. Sin lugar a dudas, es obvia la conexión que existe. Pero seríamos negligentes si no recordásemos también las grandes historias de la Biblia Hebrea. Como la historia de la paloma que después de ser liberada por Noé varias veces, al final se posó en tierra seca. La paloma viene a ser una señal de salvación, esperanza y de futuro.

En el tiempo del bautismo de Jesús, la paloma reposó otra vez en el último símbolo de salvación, esperanza, paz y futuro para la tradición cristiana – el mismísimo Jesucristo. No es la única vez en este Evangelio que algo de enorme significado simbólico, como la paloma, en el versículo 32, desciende sobre Jesús.

El simbolismo del descenso de la paloma es importante también en el contexto del papel que desempeña Jesús como Rey de Israel, es el buen Pastor. En el siglo 17 una suma de interrogaciones y respuestas cristianas se preguntan lo siguiente: ¿Cómo cumple Cristo las funciones de Rey? Una sucinta y clara respuesta se da para la instrucción del creyente: Cristo cumple con el oficio de Rey atrayéndonos hacia Él mismo, gobernándonos y defendiéndonos, y dominando y conquistando a todos sus enemigos y los nuestros. Esta respuesta es profundamente acertada cuando destaca una de las más importantes  funciones de un rey en Israel –conquistar y defender de manera que se provea orden y seguridad. La imagen de la paloma descrita en la Biblia, simboliza seguridad, esperanza, paz y futuro- exactamente lo mismo que un rey de Israel haría por su pueblo. Es en conexión con esta idea que el Evangelio nos dice que Juan el Bautista declaró que Jesús era realmente el Hijo de Dios (Juan 1: 34).

En Juan 1:51 Jesús habló a Natanael, quien curiosamente él no llamó un verdadero Judío, sino un verdadero israelita. Esta terminología era perfectamente apropiada para un público Samaritano, así como para otros israelitas, pero no para los movimientos de Judea: «De cierto, de cierto os digo, que veréis el cielo abierto, y los ángeles de Dios que ascienden y descienden sobre el Hijo del Hombre.” Usted recordará por supuesto que en el sueño de la escalera de Jacob los ángeles subían y bajaban de la ubicación que se conocía como Bethel, o la Casa de Dios (Gen.28 :10-19).

En la tradición Samaritana, Bethel era su antiguo centro de adoración. De hecho, ellos creían que el Mt. Gerizim y Bethel eran un único y mismo lugar. Los Samaritanos, que también eran Israelitas, creían que Bethel y no el Mt. Sion en Jerusalén, debía ser perpetuamente la capital espiritual del pueblo de Israel. El hecho de su preocupación por el futuro espiritual de Israel demuestra que ellos eran Israelitas- pero no judíos como Jesús y sus seguidores. Su centro de adoración estaba en Samaria y no en Judea.

El interés particular en los tópicos que reclaman, aunque no exclusivamente para los Samaritanos Israelitas, es la característica de este Evangelio. Esto podría apuntar al hecho de que el Evangelio, en primer lugar estaba dirigido a varios grupos inter- israelitas; la mayor parte de los cuales eran Samaritanos Israelitas. Esto también podría explicar por qué el autor emplea la palabra Griega “Hoi Ioudaioi” (traducido generalmente como  “los Judíos” simplemente) de la manera en que lo hace. Para los Samaritanos Israelitas, las autoridades centradas en Jerusalén y sus subordinados religiosos fuera de Judea eran simplemente – “los Judíos”.

Nota importante: Aunque no podemos estar seguros, es muy posible que la expresión técnica “Espíritu Santo” surgiera de la comunidad de Qumram; y si fuese así, entre sus dispersos afiliados – el movimiento Esenio. Su uso en la Biblia hebrea es frecuente. Esta expresión es ampliamente usada en la colección de Qumram (Rollos del Mar Muerto) y asumida en el Nuevo Testamento.

© By Eli Lizorkin-Eyzenberg, Ph.D.



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