La Habitación Interior

«Su corazón anhelaba a su hermano»

La última vez vimos que los hermanos habían regresado a Egipto junto con Benjamín. Temían ser acusados de robar la plata que habían encontrado en sus sacos; no sabían si encontrarían vivo a Simeón y si se lo devolverían; y, sobre todo, temían que Benjamín, en cuya llegada había insistido el magistrado egipcio, les fuera arrebatado por alguna razón. En resumen, estaban llenos de expectativas de pesimismo y fatalidad. Cuando, por orden de José, fueron llevados a su casa, dijeron: «Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y atacarnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos».[1] Pero el mayordomo de la casa de José, a quien intentaron devolver la plata, les respondió: «La paz sea con ustedes, no teman. Nuestro Dios y el Dios de nuestro padre les ha dado un tesoro en nuestros costales… Luego les llevó a Simeón».[2] Entonces, contrario a sus expectativas, todo comenzó a salir no tan mal, y una vez más, ahora con Benjamín, vinieron y se pararon ante José…

Echa un vistazo a esta extraordinaria escena. Los diez ya habían estado aquí antes y toda esta escena habría sido como un déjà vu desagradable para ellos. Solo Benjamín, que al poner los ojos por primera vez sobre aquel de quien tanto había oído, con abierta curiosidad examina a este extraño hombre. ¿Quién es él? ¿Por qué ha insistido tanto en su llegada, la de Benjamín? Y lo que es aún más peculiar, ahora que Benjamín finalmente ha llegado, ¿por qué ni siquiera se molesta en mirarlo?

¿También lo has notado? Desde el momento en que los hermanos se presentan ante José y él comienza a hablar con ellos, hasta el momento en que «levanta los ojos y ve a su hermano Benjamín, el hijo de su madre»,[3] pasa toda una eternidad. Cuatro versículos de las Escrituras pueden constituir varios momentos muy largos en la verdadera. ¿Podría ser que José realmente no había notado a Benjamín hasta ahora?

Creo que este único detalle dramático es suficiente para mostrar cuán infinito es el amor de José por su hermano. José, que sin duda había notado a Benjamín desde el momento en que entró, continúa conversando con los demás como si no supiera del recién llegado. Con todas sus fuerzas, se abstiene de mirar a Benjamín, sabiendo que cuando lo haga ya no podrá hablar, no podrá resistirse a ser arrastrado por la ola de emociones que lo dominará. Solo después de pronunciar todas las obligatorias y amables palabras de bienvenida, se permite por primera vez contemplar plenamente al hijo de su madre. Se permite «levantar los ojos y ver a su hermano Benjamín» y mirar, olvidándose de todo y de todos, absorbiendo esos rasgos infinitamente queridos… «Ahora su corazón anhelaba a su hermano; así que José… buscó un lugar para llorar».[4]

La descripción de los sentimientos de José es sumamente intensa en hebreo:

«Ahora su corazón anhelaba a su hermano». (כי-נכמרו רחמיו אל-אחיו)

Esta es una de las expresiones más fuertes, si no la más fuerte, del Tanáj para describir los sentimientos que impregnan a una persona amorosa. Cuando el Rey Salomón, por ejemplo, estaba determinando a la madre del infante e hizo como si tuviera que dividir al niño en dos con la espada, se dice de la verdadera madre:

«Anhelaba con compasión a su hijo».[5] (נכמרו רחמיה אל-בניה)

Esta misma frase se usa varias veces en la Biblia para describir el amor de Dios por Israel: «Por tanto mi corazón lo anhelaba; ciertamente tendré misericordia de él, dice el SEÑOR».[6] Es intrigante que la palabra  רחמיה/רחמיו pueda traducirse como vientre (en este sentido, obtenemos el término corazón como esa parte más íntima de nosotros), pero también como compasión, misericordia, bondad amorosa. La combinación de estas dos definiciones hace que ese amor profundo que asedia el alma sea aún más prominente e intenso. Describe la emoción con la que José se siente abrumado, como una ola que se lo traga de pies a cabeza. «Ahora su corazón anhelaba a su hermano; así que José se apresuró a buscar un lugar para llorar».

La habitación interior

Ahora, intenta ver toda esta escena a través de los ojos de los hermanos. «Así que José se apresuró». Trata de imaginarte por ti mismo su perplejidad cuando este arrogante gobernador egipcio (así es probablemente como lo habrían percibido), inesperadamente en medio de su conversación, sin ninguna explicación y sin razón aparente, se vuelve y camina rápidamente hacia la salida. Ninguno de los hermanos, incluido Benjamín, tiene la menor idea de lo que realmente está sucediendo en el corazón de este señor «distante», o «cómo su corazón anhelaba a su hermano».[7]

La fe es la evidencia de lo que no se ve, y es difícil imaginar una ilustración más gráfica o expresiva de la diferencia entre lo que se ve y lo que no se ve. Los hermanos no ven la escena desgarradora que tú y yo vemos: «y él entró en su habitación y lloró allí». No saben lo que está sucediendo con José en esta habitación interior, y por esta razón, la brecha es realmente grande entre cómo perciben las circunstancias y lo que realmente está sucediendo en la realidad invisible de esa habitación. Sin embargo, nosotros, los lectores, entendemos fácilmente que es en su «habitación» donde vemos al verdadero José.

Por un breve momento, nos puede parecer que el juego ha terminado. Ahora, pensamos que con suerte y secándose las lágrimas, José saldrá de su habitación y correrá hacia Benjamín, le dará un abrazo de oso y se revelará. Estoy convencida de que esto era exactamente lo que José quería hacer más que cualquier otra cosa en el mundo. Es perfectamente natural esperar esto de una persona que finalmente ve a un hermano amado del que ha estado separado durante muchos años. En cambio, vemos algo completamente diferente: José (¡revelando el carácter del amor sobrenatural de Dios en esto más que en cualquier otra cosa!) no puede revelarse a los hermanos hasta que su plan haya sido completado, hasta que la obra de Dios en sus corazones haya terminado. Por eso, ¿qué hace al salir de su habitación? Hace algo completamente opuesto a lo que podríamos esperar y a lo que él personalmente podría querer hacer, «se lavó la cara» para que no se vieran sus lágrimas, para que no quedara rastro de ese amor«y salió; y se contuvo…». (ויתאפק) [8]

Recuerda esta palabra contenerse; recuerda estas lágrimas de amor que José tuvo que reprimir. Recuérdalo, porque al final de esta historia veremos que «José no pudo contenerse más». Sin embargo, desde el comienzo del próximo capítulo, nuevamente quedamos desconcertados, y la próxima vez, discutiremos la nueva capa de esta increíble historia.

[1] Génesis  43:18.

[2] Génesis 43:23.

[3] Génesis 43:29.

[4] Génesis 43:30.

[5] 1 Reyes 3:26; la RVR traduce esta frase como: «porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo».

[6] Jeremías  31:20.

[7] Génesis 43:30.

[8] Génesis 43:31.

Las ideas que lees en estas páginas son típicas de lo que compartimos con nuestros estudiantes durante las clases de DHB (Discovering the Hebrew Bible/Descubriendo la Biblia Hebrea) o WTP (Weekly Torah Portion/Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos te abren el apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, o por estudiar la Parashát Shavúa en profundidad, junto con las ideas del Nuevo Testamento, me complacerá proporcionar más información (y también un descuento de maestros para nuevos estudiantes) con respecto a los cursos de eTeacher (juliab@eteachergroup.com). Además, en este artículo se incluyen extractos de mis libros (y en muchas otras publicaciones aquí), así que si te gustan los artículos de este blog, también puedes disfrutar de mis libros, puedes conseguirlos aquí.

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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