LA RESPUESTA DEL SEÑOR
Continuamos observando a Rebeca en estas páginas. Probablemente ya han notado que de todas las cuatro matriarcas (Sara, Rebeca, Leah y Raquel), la personalidad de Rebeca es la más completamente definida y descrita en las Escrituras —y creo que este hecho por sí solo es un testimonio de su extraordinario carácter—. Vimos a Rebeca como a una jovencita; la vimos como una mujer embarazada; y en este post, la veremos entrar en su maternidad —la última prueba de fe para cada mujer—.
Recordamos que Rebeca concibió y que fue la respuesta de Dios a la emotiva y fiel intercesión de su marido. Recordamos también que tal como su embarazo progresaba, Rebeca sentía fuertes movimientos en su vientre: “Pero los niños con fuerza luchaban entre ellos…” Aquí la palabra “luchaban” traduce las palabras hebreas ויתרצצו, pero no expresa realmente la gravedad de la situación de Rebeca: la raíz רצץ transmite la idea de “romper”, “estrujar” y “oprimir” —los movimientos que ella sentía eran extremadamente fuertes y extremadamente inusuales—.
Rebeca estaba verdaderamente preocupada, probablemente en primer lugar, por un posible aborto —recuerda que ella había sido estéril durante veinte años—. Una mujer moderna tendría un ultrasonido; por supuesto que Rebeca no tenía esta opción, y como ya sabemos “fue a consultar a JEHOVÁ”.
23 «Y le respondió Jehová:
“Dos naciones hay en tu seno,
Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
Y el mayor servirá al menor”». [1]
Cuando vemos las consecuencias a largo plazo de este famoso versículo, por supuesto que Rebeca estaba preocupada en primer lugar por el conocimiento que era relevante para su embarazo. Ella se dio cuenta por primera vez, que había dos bebés en su seno. Los comentarios rabínicos dicen que ella quedó muy aliviada y consolada con las noticias: ella pensó que algo iba mal con su bebé y su embarazo, por eso fue un descanso saber que “tan solo” era una lucha entre dos bebés. Creo que ella también estaba bastante sorprendida: Jacob y Esaú fueron los primeros mellizos mencionados en la Biblia, y en ese momento, Rebeca ni siquiera conocía nada sobre esa posibilidad. En este sentido, es solo cuando dio a luz a los gemelos que se hizo evidente que ella no estaba imaginando cosas y que la respuesta, con toda seguridad, venía del Señor.
DOS NACIONES EN SU VIENTRE
Lo segundo, la respuesta de Dios a largo plazo era aún más significativa: los movimientos de los bebés en el vientre de Rebeca eran una señal que predecía la relación que tendrían como hermanos y que simbolizaba las luchas entre dos naciones. “Dos naciones hay en tu seno”: no solo significa que cada bebé empujaba en su propia dirección, incluso ahora, y es por eso que sientes esos fuertes movimientos en tu interior, pero ellos se separarán e irán en direcciones completamente opuestas una vez sean liberados de tu cuerpo.
Sin embargo, hay algo más que debemos saber sobre este versículo. Aún cuando las traducciones tradicionales siempre terminan con la última frase “y el mayor servirá al menor”, en hebreo esta última parte del versículo no está tan clara y presenta una considerable ambigüedad: וְרַ֖ב יַעֲבֹ֥ד צָעִֽיר. Ya que aquí las palabras del hebreo no tienen el artículo definido, la palabra את (et) —que define directamente el objeto marcado— no se encuentra. Sin embargo sin את (et), no está claro cuál palabra es el objeto y cuál es el sujeto. Sin el marcador, el texto puede ir en ambos sentidos, y por eso, no hay manera de determinar quién sirve a quién.
Finalmente, debemos saber que שְׁנֵי גֹיִים בְּבִטְנֵךְ —“Dos naciones hay en tu seno”— ha sido una frase muy importante en la historia judía. Muchas veces ha sido utilizada para definir la relación del pueblo de Israel con las naciones a su alrededor. Por ejemplo, tal como Jacob fue visto como representando a sus descendientes, al pueblo judío, así Esaú se decía que representaba a Roma —el poder que destruyó el Templo y expulsó al remanente de Israel—. La frase también ha sido usada por los comentaristas judíos en su percepción de judíos y cristianos en la Edad Media.
LOS GEMELOS
Finalmente nacen los gemelos. Me pregunto qué pasaría por la mente de Rebeca cuando miró a sus hijitos. Ella sabía que los muchachos irían por caminos diferentes. —¿Lo vio ella desde el principio?— Hace tan solo unos pocos días, escuchaba a una amiga decir cómo sus hijos discutían y se peleaban entre ellos, y lo desesperada que se sentía por ello. ¿Rebeca se sintió desesperada? ¿Intentó que se reconciliaran cuando estaban peleando o simplemente pensó?: de cualquier forma, están destinados a ser así, ¿para qué preocuparme? Desde luego, la maternidad viene a ser una prueba definitiva de fe para la mayoría de las madres —y no tengo dudas de que fue así para Rebeca—: toda su situación, profetizada y definida por Dios, era extremadamente complicada y desafiante.
Todos conocemos la historia de la bendición robada por Jacob gracias a la conspiración de Rebeca. Sin embargo, antes de esta historia habían pasado años y años (la próxima vez calcularemos juntos cuantos años exactamente) de difícil, dolorosa y desgarradora maternidad. ¿Compartía ella esta profecía con la familia? ¿Con su marido? ¿Con sus hijos? ¿Cómo empezó esta terrible división entre los hermanos? ¿No se llevaron bien desde el principio, incluso cuando eran pequeños? ¿Fue esta división inevitable a causa de la profecía de Dios? ¿O fue tan solo un imperfecto entendimiento humano de esta profecía lo que causó la enemistad entre los dos hermanos?
¿Es importante para nosotros entender esto? Creo que lo es, porque parece ser muy importante para Dios. Vemos en las Escrituras que toda la vida de Jacob/Israel, en un sentido, ha estado modelada y determinada por el conflicto con su hermano: a causa de este conflicto él marchó al exilio, donde estuvo al servicio de Labán durante 20 años, se casó y fue padre de once hijos (Benjamín nació más tarde); y es por causa y antes de su encuentro con Esaú (la noche anterior al encuentro), que tuvo su encuentro sorprendente y único con Dios en Peniel que cambió su nombre y su corazón —y también cambió definitivamente el curso del próximo encuentro de los dos hermanos—. Y si la historia de Jacob y Esaú es importante a los ojos de Dios (por no hablar de su madre, quien es nuestro objetivo principal), debería ser importante para los nuestros. Entonces, ¿cómo empezó este conflicto? ¿Quizás la terrible división que separará a los hermanos tiene el origen en la historia de los padres?
(Continuará)
Muchas de las cosas que has leído aquí, se las digo a mis estudiantes durante las clases DHB (Descubriendo el Hebreo Bíblico). Solo quiero hacerte saber que un nuevo semestre empieza la próxima semana en eTeacher. Si estos artículos abren tu apetito para descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, estaré muy satisfecha en proporcionarte más información (y también un descuento de maestro) respecto a los cursos de eTeacher.
[1] Génesis 25:23
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