Entre Los Festivales: ¿qué Vemos En Hebreo?

Hay un intervalo significativo en el calendario bíblico: desde Shavuót y la presentación de las primicias el 6 de Siván, hasta el sonido del shofár el 1 de Tishréi, hay casi cuatro meses, y ahora mismo estamos en este intervalo. Por lo tanto, puedo permitirme recordarles la belleza del hebreo y escribir algunas publicaciones con algunas percepciones hebreas, mostrando a mis lectores las cosas preciosas que no se ven en la Biblia a menos que uno la lea en hebreo (o, al menos, con hebreo). La próxima vez profundizaremos juntos en la saga de José, pero el artículo de hoy será descubrir estos tesoros ocultos en la historia de Jacob. Al comparar el viaje de Jacob fuera de la tierra de Israel con su regreso a la tierra 20 años después, descubriremos algunos detalles asombrosos, e incluso verdades espirituales más asombrosas a las que apuntan estos detalles.

Ángeles nacionales e internacionales…

La «Escalera de Jacob» en Génesis 28 es uno de los encuentros humanos con Dios más famosos de la Biblia. Jacob huía de la ira de su hermano Esaú y se dirigía de Beersheba a Harán. Se detuvo en cierto lugar para descansar por la noche. «Entonces soñó, y he aquí, una escalera estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y allí los ángeles de Dios subían y bajaban por este».[1] ¿Alguna vez te has preguntado por qué los ángeles, los habitantes del cielo, primero ascienden y luego descienden?

Ha habido muchas interpretaciones de este sueño en la tradición judía. Por ejemplo, en el Midrásh Tanhuma se toma la escalera como la escalera de la historia. El ascenso de una nación sobre él implica el descenso de su predecesor. La escalera no es interminable, pero el Señor está en la cima, como el dueño de la historia, asegurándonos que el orgullo y el despotismo serán abatidos, hasta que solo su soberanía sea reconocida.

Interpretaciones interesantes se basan en gematría, un método interpretativo judío que asigna un valor numérico a un nombre o palabra hebrea en función de los valores numéricos de sus letras. El valor numérico de la palabra Sulám (escalera en hebreo) es 130: סֻלָּם: (sámejlámedmém=60+30+40). 130 es también el valor de la palabra Sinaí: סיני (sámej, yód, nún, yód= 60-10-50-10).

Entonces, según la gematría, la escalera de Jacob simboliza la entrega de la Torá en el Monte Sinaí.

El famoso comentarista medieval judío Rashi tiene otro enfoque de este texto. Se apega a su sentido llano. El tema de la narración es Jacob el patriarca, que huye de su hermano a Padan-Aram. Con respecto a estos dos grupos de ángeles, ascendiendo y luego descendiendo por la escalera (Olím VéYordím), Rashi explica: Los ángeles que acompañaron a Jacob en Tierra Santa no salen. Por lo tanto, ascendieron al cielo. Cuando Jacob estaba fuera de la tierra, necesitaba guardianes diferentes a los que lo protegían en su propio lugar de nacimiento. Por lo tanto, otro grupo de ángeles descendió para acompañarlo fuera de la tierra.

Es interesante que cuando Jacob regresa a la tierra, escuchamos, una vez más, acerca de dos grupos de ángeles. En Génesis 32, cuando Jacob se dirige a la tierra después de 20 años de exilio, le vuelve a ocurrir algo notable: «los ángeles de Dios le salieron al encuentro». Este relato es muy breve, especialmente si lo comparamos con el sueño del Capítulo 28. Sin embargo, aquí hay un detalle intrigante que solo se puede ver en hebreo. «Cuando Jacob los vio, dijo: “Este es el campamento de Dios”, por lo que llamó a ese lugar Mahanayím»[2].

¡Pero la palabra hebrea para «campamento» es mahané, y Mahanayím es una construcción dual de esta palabra! ¡En hebreo está claro que Jacob llamó a este lugar: «Dos campamentos»! Esto significa que el breve relato del Capítulo 32 encaja perfectamente con el enfoque de Rashi: probablemente Jacob vio dos campamentos: uno de los ángeles fuera de la tierra, que venía con él hasta allí, y uno de los ángeles de Israel, que venía a saludarlo y custodiarlo dentro de la tierra.

Dos soles

Mientras Jacob se prepara para encontrarse con Esaú, ¡se encuentra con Dios! Un hombre misterioso (ísh) lucha con él durante toda la noche y Jacob se convierte en Israel. Luego leemos: «Le salió el sol cuando pasó por Peniél». ¿Por qué la Torá considera necesario informarnos sobre el sol naciente?

El encuentro con Peniél ocurre durante la última noche de Jacob fuera de la tierra. Si recordamos el encuentro de Jacob con Dios durante su última noche en la tierra, llegaremos al mismo sueño de la «Escalera de Jacob» del que acabamos de hablar. Antes de este sueño, leemos: «Y llegó a cierto lugar y se quedó allí aquella noche, porque el sol se había puesto».

¿Ves la belleza de esta narrativa? La puesta del sol al comienzo del viaje de Jacob y la salida al final parece poner entre paréntesis todo su viaje. El mensaje de la Torá es muy claro: el sol se había puesto cuando Jacob abandonaba la tierra, y la próxima vez que se menciona, el sol sale sobre Jacob en Peniél. El sol salió sobre él cuando estaba a punto de volver a entrar en la tierra. Sus veinte años de exilio están apostados entre esta puesta y salida del sol, una larga noche de exilio.

Dos hijos

Tras el encuentro con este misterioso ísh, bajo el sol naciente, Jacob entra a la tierra. ¡En Génesis 33, somos testigos de una de las escenas de reconciliación más bellas de toda la Torá! Esaú, quien estaba acompañado por 400 hombres armados, obviamente no tenía intenciones pacíficas originalmente. Todo cambió de repente cuando vio a su hermano, humilde y mansamente cojeando hacia él: ¡ambos lloraron y se besaron y se reconciliaron! Entonces empezaron a hablar entre ellos. En español, la diferencia en su forma de hablar puede no ser distintiva; sin embargo, compararlos en hebreo puede enseñarnos mucho sobre sus respectivos caracteres.

Desde el primer momento de su comunicación, vemos una diferencia dramática en su discurso tanto en el contenido como en el estilo. Las oraciones de Esaú son cortas y toscas, y cuando dice: «Tengo mucho, hermano mío (אָחִי)», aunque son verdaderos hermanos, en hebreo suena como un llamado muy familiar e informal. Pero de Jacob escuchamos un discurso completamente diferente, refinado y cortés, con una actitud muy diferente.

Uno de los detalles más notables del discurso de Jacob es una partícula (נָא) repetida dos veces y completamente perdida en la traducción, el signo de un discurso muy cortés y formal. También notamos que Dios se menciona en cada una de sus oraciones, mientras que Esaú no menciona a Dios en absoluto. Además, sus actitudes son completamente diferentes. Mientras Esaú dice: «Tengo mucho» (יֶשׁ־לִי רָב), Jacob dice: «Tengo todo» (יֶשׁ־לִי־כֹל); Esaú habla de riqueza; Jacob habla de suficiencia. Por eso el Midrásh dice que «en el momento en que Isaac escuchó a su hijo mencionar el nombre de Dios, supo que era Jacob y no Esaú». Es precisamente esta diferencia en el estilo de hablar a la que se refirió Isaac cuando dijo: «La voz es la voz de Jacob y las manos son las manos de Esaú». ¡Obviamente en hebreo esta diferencia casi se pierde en la traducción y, sin embargo, es muy importante verla para comprender realmente la historia de la «bendición robada»!

Dos encuentros

Al final de esta increíble reunión con su hermano, una reunión que salió mucho mejor de lo que todos esperaban, Jacob dijo algo extraño, diciendo que para él, ver el rostro de Esaú era «como ver el rostro de Dios»:  רָאִיתִי פָנֶיךָ כִּרְאֹת פְּנֵי אֱלֹהִים. Esta frase llega al final de su reunión, cuando el peligro claramente ha pasado y deja al lector confundido y perplejo. ¿Por qué Jacob diría eso? ¿Es pura adulación o hay algo más?

En español, estas palabras llegan inesperadamente. Sin embargo, en hebreo la idea de paním («rostro») es ciertamente uno de los motivos principales de toda la narración del regreso de Jacob a la tierra. La raíz (פָּנִיםpaním), y las palabras derivadas de esta raíz, aparecen muchas veces en los versículos hebreos que preceden al encuentro de los dos hermanos (Génesis 32:17-21). Para entender la diferencia entre los textos en hebreo y español, leamos, por ejemplo, Génesis 32:20: «Porque dijo: “Apaciguaré su ira con el presente que va delante de mí, y después veré su rostro; quizá me acepte”». La palabra «rostro» no se usa ni una sola vez en esta traducción (ni en muchas otras), mientras que en hebreo, solo en este versículo, las palabras derivadas de la raíz paním aparecen cuatro veces. Esto construye un caso y nos prepara para el nombre (פְּנִיאֵלPeniél) –«rostro de Dios»– el lugar del encuentro de lucha de Jacob con Dios. Fue allí, en Peniél, donde Jacob vio a Dios «cara a cara» (de ahí el nombre del lugar); fue allí, en Peniél, donde no solo cambió el nombre de Jacob, sino también su corazón.

Pero hay algo más que se puede ver en la historia de Jacob cuando se lee en hebreo. Volvamos a Génesis 28: «La Escalera de Jacob».

Cuando se lee este capítulo en hebreo, encontramos que casi tantas veces como aparece la palabra «rostro» en el Capítulo 33, el término (מָקוֹםmakóm) «lugar» aparece aquí, en el Capítulo 28. Recuerda, aquí Jacob está a punto de dejar la tierra en su camino al exilio. Su encuentro con Dios en el sueño probablemente sucedió durante su última noche en la tierra y, hasta donde sabemos, esta fue la primera vez que Dios le habló personalmente. Cuando Jacob despertó de su sueño, pensó: «Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía. Tuvo miedo y dijo: “¡Qué asombroso es este lugar! Esta no es otra que la casa de Dios; esta es la puerta del cielo”». Entonces vemos muy claramente que en ese momento, el concepto de Dios de Jacob estaba muy conectado con este lugar.

Estos dos encuentros con Dios –cuando Jacob sale de la tierra y cuando regresa– forman una peculiar inclusio literaria: todo lo que le sucede en el exilio sucede entre estos dos encuentros. Sin embargo, no es solo una línea recta entre ellos: dentro de estos «paréntesis» divinos vemos una hermosa progresión que no queremos perdernos: la progresión de la fe de Jacob; la progresión de su conocimiento de Dios; la progresión de la revelación: ¡del lugar de Dios al rostro de Dios!

 

[1] Génesis 28:12.

[2] Génesis 32:2.

 

Las ideas que lees en estas páginas son típicas de lo que compartimos con nuestros estudiantes durante las clases DHB (Discovering the Hebrew Bible/Descubriendo la Biblia Hebrea) o WTP (Weekly Torah Portion/Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos abren tu apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, o estudiar en profundidad la Parashát Shavúa, junto con las ideas del Nuevo Testamento, me complacería brindarte más información (y también un descuento de maestros para nuevos estudiantes) con respecto a los cursos de eTeacher (juliab@eteachergroup.com). En este artículo se incluyen extractos de mis libros (y en muchas otras publicaciones aquí), por lo que si te gustan los artículos en este blog, también puedes disfrutar de mis libros, puedes obtenerlos aquí.

 

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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