La Historia De Isaac E Ismael: Sara (peshat)

Una decisión dolorosa

Seguimos con nuestra dramática historia y nos movemos ahora hacia la parte de Sara.[1] Notablemente, la primer cosa que aprendemos sobre Sara es el hecho de su esterilidad (repetido dos veces): Mas Sarai era estéril, y no tenía hijo”.[2] Esta breve observación sucede incluso antes de que se le diga a Abraham que vaya a Harán, y quiere decir mucho: para una mujer casada, ser estéril era algo de lo más terrible que pudiera suceder. Significaba que el dolor de su deficiencia, la vergüenza y la culpa era algo con lo que Sara tenía que vivir —y con lo que había batallado— durante muchos años. Y probablemente, explica por qué no escuchamos mucho sobre Sara durante los primeros años en la Tierra: humillada por su esterilidad, ella se mantuvo en silencio y obediente.

Las primeras palabras que escuchamos sobre ella, encabezan nuestra historia:Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai».[3] En hebreo, ella está diciendo: “Quizás yo seré edificada a partir de Ella”. La misma palabra “edificar” que es usada aquí, la encontramos por ejemplo, en la historia de Babel: “Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad…”[4] Todos conocen el final de la historia de Babel —y la historia del plan de Sara también es una lección triste y una advertencia severa para quien quiera edificarse a sí mismo por sus propios medios—: Solo dolor y devastación es el resultado de tales planes. Si Jehová no edificare la casa, En vano trabajan los que la edifican.[5]

Años difíciles

No entiendo cómo fuentes judías pueden decir que Sara estaba completamente libre de pecado” cuando en el capítulo 16 se describe claramente el desprecio de Sara hacia Agar. Quizás el comportamiento de Agar no fue fácil, pero todo el escenario fue obra de Sara, y ella debía haber estado preparada para las consecuencias. Sin embargo, ella no estaba preparada. La verdad es que ninguno de nosotros está preparado para hacer frente a las consecuencias de nuestros planes o actitudes. La Biblia no proporciona ningún detalle específico sobre lo que Sara le hizo a Agar, pero no hay duda de que lo que ella hizo fue bastante malo, y huir hacia el desierto no parecía la mejor opción para Agar.

Entonces, llegó el día en que nació Ismael. No sabemos mucho respecto a los trece años que pasaron entre el último versículo del capítulo 16 y el primer versículo del capítulo 17 —pero sí sabemos que en todos esos años, Abraham había estado completamente seguro de que Ismael era el hijo del pacto y que todas las promesas y los planes de Dios estaban puestos sobre él—. Sara debía haberse sentido excluida, no solo de la maternidad, no solo de la alegría de la paternidad— la alegría que su marido estaba experimentando ahora a cada momento —pero también del pacto eterno, también de todo lo que Dios había prometido a Abraham, a su familia y a sus descendientes—. Este sentimiento debía haber sido absolutamente devastador.

Aún así, Sarai no podía transformarse en Sara, no podía llegar a ser la madre y la Matriarca, si su corazón no estaba sanado, si ella eventualmente no alcanzaba la paz, si ella no se reconciliaba con sus circunstancias y con su vida. Sí, esos trece años fueron años de continua humillación y dolor para Sara; pero obviamente, a través de ese dolor, Dios había estado ocupándose de ella. Y sanándola. Y solo entonces —cuando Sara había sido completamente cambiada y sanada interiormente— llega el capítulo 18, trayendo a su vida un sorprendente, increíble e inconcebible cambio exterior: ella tendrá un hijo. Mucho se ha dicho y escrito sobre la famosa risa de Sara “para sus adentros”. Naturalmente era una risa de incredulidad: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señorya viejo?[6] Sin embargo, había mucho más en esa risa que incredulidad y duda. Una vez más, Dios no le falló a ella; una vez más, Él no la abandonó; una vez más, Él mismo la salvó y protegió de su vergüenza y dolor; una vez más, Él la justificó y restauró completamente. Después de largos años sintiéndose humillada, avergonzada y excluida del pacto de Dios y de todo el plan de Dios —después de largos años aprendiendo a reconciliarse con sus sentimientos— ahora, Sara estaba celebrando su reivindicación. Ella ya no estaba excluida; ella pertenecía.El hace habitar en familia a la estéril,que se goza en ser madre de hijos.[7] ¡Era una risa de fe victoriosa!

¿Qué vio Sara?

Y ahora llegamos a la escena dramática, a la “dinámica familiar”de Génesis 21. Isaac tiene dos o tres años y en ese momento y acaba de ser destetado. Una gran fiesta se había celebrado para esta ocasión. Probablemente, durante la fiesta, o más o menos en ese momento, Sara ve que Ismael, ahora un joven de 16 o 17 años,metzahek—“riendo” o “jugando” o “burlándose”—: Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo”.[8] Para que podamos entender el versículo 10, cuando Sara pide a Abraham que eche a Ismael y a su madre, tenemos que entender qué sucedió en el versículo 9. ¿Qué vio Sara?

La palabra  hebrea metzahektiene diferentes significados, y nadie sabe con seguridad qué significa aquí. Algunos comentaristas sugieren una connotación sexual. Después de todo, esta es la misma palabra que encontramos en Génesis 26, donde se refiere a Isaac y Rebeca, sin duda con un significado sexual: Isaac que acariciaba (metzahek) a Rebeca su mujer”.[9] ¿Tiene aquí el mismo significado? ¿Ismael estaba molestando sexualmente a Isaac? ¿Y fue la causa de este abuso sexual lo que enfureció tanto a Sara? Sin embargo  en Génesis 26 el nombre de Rebeca está claro en la frase, Isaac metzahek a Rebeca; mientras que en nuestro caso, basado en el mismo texto, todavía está más claro que Ismael estaba interactuando con Isaac en el momento en que Sara lo vio: Isaac no es mencionado del todo en esta frase. Así pues, ¿qué vio Sara y por qué su reacción fue tan turbulenta? Y todavía más importante: ¿por qué Dios apoyó a Sara? ¿Por qué Dios respaldó completamente lo que parecía ser una reacción exagerada de una madre sobreprotectora?

Vayamos al hebreo en busca de respuesta. Si conoces las letras hebreas, podrás reconocer que la palabra metzahek, מצחק, tiene la misma raíz que Itzhak : יצחק.Por eso, puede leerse como un verbo, formado por la raíz de Isaac. Sara vio que Ismael estaba “Isaacing, o lo que sea que pueda significar. Probablemente Ismael estaba intentando ocupar el lugar de Isaac, tal vez en la familia de Abraham, tal vez en el plan de Dios, tal vez en ambos casos. Ismael era un hijo natural, haciéndose hombre. Él había sido concebido naturalmente, a diferencia de Isaac quien fue el hijo de un milagro, concebido y nacido de forma totalmente sobrenatural. Solo hay una cosa que puede hacerme comprender el apoyo de Dios a la expulsión de un chico adolescente de su familia: Dios no quiere que una realidad de Dios sea reemplazada por una hecha por el hombre; hecho por el hombre y hecho por Dios no debe ser confundido o mezclado. En mi opinión, esta inesperada —y solo visible en hebreo— explicación, toma en cuenta no solo la reacción furiosa de Sara, sino también la orden de Dios de desterrar a Ismael.

 

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[1] Para conveniencia del lector, usaremos el nombre de Sara en todo el artículo (excepto en la cita de la Escritura, anterior a Génesis 17).

[2] Génesis 11:30

[3] Génesis 16:2

[4] Génesis 11:4

[5] Salmo 127:1

[6] Génesis 18:12

[7] Salmo 113:9

[8] Génesis 21:9,10

[9] Génesis 26:8

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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