Retrospectiva
Ha terminado la Festividad de Purim, pero el inmenso mensaje de este libro profético —Megilat Ester (el libro de Ester)— no se terminó del todo, por eso hoy nos tomaremos un tiempo para seguir reflexionando sobre este mensaje.
La última vez hablamos sobre la fascinante historia del “Festival de Purim 1946”. Halamos de “la profecía oculta” en el texto original: las cuatro letras en los nombres de los diez hijos de Amán que fueron escritas en diferentes tamaños. En su comentario a este post, mi querida amiga Dot Healy escribió: “Me intriga cómo los escribas han colocado estas letras disminuidas y agrandadas en varios lugares que han sido fielmente copiados. Me pregunto si ellos sabían por qué lo hacían, o si eran simplemente guiados por el Espíritu”. Desde luego esta es una observación muy profunda. Piensa en esto: estas pequeñas letras —tav, shin, zayin— han estado ahí durante siglos; han sido copiadas fielmente de un escriba a otro, y estos escribas confiaron simplemente en el Señor y Su Palabra, creyendo que era importante preservar las letras tal como les fueron entregadas —que tenían algún significado, incluso si ese significado no era aparente para ellos en el momento de copiarlas—. Sí, tal como mencioné, nuestros sabios siempre han reflexionado sobre estas variaciones del tamaño, y han ofrecido diversas explicaciones —pero solo después de octubre de 1946, el significado completo fue claro—, cuando diez nazis fueron ahorcados en el año judío 5707, tavshin zayin.
Esta es una de las lecciones de esta gran historia. Tenemos el beneficio de la retrospectiva —y a menudo solo es en esa retrospectiva que podemos ver verdaderamente a Dios actuando en la historia de nuestro mundo, o en nuestras vidas—. En primer lugar, esto significa que no necesitamos desanimarnos si no experimentamos la mano de Dios en nuestras vidas en este mismo momento. Un día miraremos atrás y veremos claramente la mano de Dios en retrospectiva. El día llegará cuando Dios nos vuelva a contar nuestra historia, y entonces entenderemos todas las “profecías ocultas” a lo largo del camino.
El principio oculto
Quisiera mostrarte un ejemplo más de la retrospectiva —o del comienzo oculto— en este libro. Está oculto tan profundamente que a menudo pasa desapercibido. Sin embargo, al igual que todos los eventos aquí, también está “la revelación de lo oculto”, también está la retrospectiva, permitiéndonos ver a Dios detrás de todos los eventos de Purim y saber que Él es el Único que dirige estos eventos.
En 1 Samuel 9 leemos: “Había un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis… Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, joven y hermoso”.
Después en 1 Samuel 15: “Después Samuel dijo a Saúl… Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él… Y Saúl derrotó a los amalecitas desde Havila hasta llegar a Shur…
Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas y del ganado mayor…, y no lo quisieron destruir”.
Agag debía ser destruido —y parece ser que su destrucción era muy importante a los ojos de Dios—, ya que Saúl fue rechazado como rey, justo después de haber perdonado a Agag.
Ahora, vamos directamente a los tiempos de Ester (aproximadamente seis siglos después) y una vez más verás qué tan profético es el libro de Ester.
Ester 3:1 “Después de estas cosas el rey Asuero engrandeció a Amán hijo de Hamedata agagueo…”
Ester 2:5 “Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín”.
¿Puedes ver aquí la historia en retrospectiva? A Saúl se le ordenó destruir a Agag; su error en hacerlo casi resulta en la matanza de los judíos por un agagueo, seis siglos después. Amán era descendiente de Agag; Mardoqueo era descendiente de Cis y Benjamín; la línea de Agag y la línea de Cis tenían que encontrarse una vez más. De hecho, la historia de Purim empezó seiscientos años antes de Ester, con Saúl y Agag —pero esto era un comienzo oculto—. De acuerdo con la tradición judía, Mardoqueo tenía que destruir al descendiente de Agag, Amán, porque Saúl no destruyó a Agag. Esta es solo una lección más profunda de este fascinante libro.
La revelación de lo oculto
Así pues, ¿qué hace que este libro sea único? En principio puede sorprenderte la respuesta a esta pregunta: el libro de Ester es el único libro en la Biblia que no menciona explícitamente a Dios. ¿Qué? Entonces, ¿por qué está en la Biblia? ¿Por qué fue incluido en el canon, en esta primera parte?
Y aquí llegamos a un punto de gran importancia. Este libro fue incluido en el canon porque, de hecho todo trata de Dios. La palabra “Dios” no aparece abiertamente en el libro porque a menudo Dios se mantiene oculto en nuestras vidas —hasta que le reconocemos a Él y Su escritura en las circunstancias y eventos que se desarrollan—. Sí, algunas veces sucede que la salvación de Dios viene como un milagro, desafiando las leyes naturales (como en el libro de Daniel, por ejemplo). Sin embargo, más a menudo de lo que uno piensa, la salvación divina está “disfrazada” dentro de los eventos ordinarios —“oculta” en lo que puede ser percibido como una serie de “coincidencias” —tal como hemos descubierto aquí, en el libro de Ester—. Incluso el nombre de este libro —Megilat Ester” (el Manuscrito de Ester)— es muy importante y refleja esta asombrosa dinámica entre oculto y revelado: el nombre de Ester (אסתר) probablemente está relacionado con la palabra “nistar”: “oculto”, “escondido”; mientras que la palabra Megillah podría estar relacionada con la palabra “megaleh”: “revelado”. Así, incluso las palabras “Megilat Ester” literalmente pueden ser traducidas como “La revelación de lo oculto” —y este es el nombre de este libro tan asombroso—.
¿Sabes quien más tiene un nombre muy similar en la Torá? En Génesis 41:45 leemos: “Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea”. El significado de este nombre no está claro, y hasta el día de hoy no ha existido interpretación que haya sido aceptada por todos. La antigua tradición interpretativa judía, sin embargo, deriva el nombre de Zafnat-panea, de la raíz hebrea (y no de la egipcia): פִּעְנֵחַ צפן (paneah y tsaphan). Pero, ¿cuáles son los significados de estas raíces? Tzaphan significa esconder, atesorar o guardar. Encontramos un buen ejemplo en las conocidas palabras del Salmo 119: “En mi corazón he guardado tus dichos…” (en hebreo es: בְּ֭לִבִּי צָפַ֣נְתִּי Belibi tsaphanti…).
Paneach significa descifrar; resaltar, solucionar, descodificar, interpretar. Así pues, Zafnat-panea, el nombre egipcio de José puede ser traducido como: “Quien explica las cosas ocultas” —y ese puede ser realmente el nombre que el Faraón le hubiese dado a José, después de todo, él interpretó los sueños del Faraón—. Sin embargo, esta interpretación tiene también un significado adicional y muy profundo. El nombre también podría ser traducido como “la revelación de lo oculto” —que describiría muy bien, no solo lo que el Faraón sabía de José, sino todo el plan de Dios con José. De esto trata la historia de José.
El Libro de Ester también es sobre este misterio: el misterio de Dios estando oculto — disfrazado — revelado — reconocido. En la historia de Ester, así como en la historia de José, el mal es invertido —y así es como Dios se revela a sí mismo en estas historias— así es como Él es reconocido. Pero antes, tanto José como Ester necesitaron confiar completamente en Dios; primero tuvieron que entender que sus vidas estaban es Sus manos —y solo entonces, a través de sus vidas, en una manera aparentemente “natural”, Dios intervino y cambió la historia para siempre—.
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