Los Paralelos Pasados Por Alto

Una espada traspasará tu alma

Justo después de la Aqedát Itzják en el Capítulo 23 de Génesis, empieza una nueva porción de la Torá: Jayéi-Sará. A pesar del título Jayéi-Sará que significa «la vida de Sara», en esta porción Sara muere; más aún, ella muere justo después, en el segundo versículo del Capítulo 23. Luego, en el siguiente capítulo, la Torá se dirige a Isaac —para elegirle una esposa— como para demostrar que Jayéi-Sará, la vida de Sara, trató sobre Isaac. ¿La muerte de Sara también estuvo conectada a Isaac?

La última vez hablamos sobre Isaac como un adulto en Génesis 22, incluso mencionamos su edad —37 años—. ¿De dónde conseguimos esto? En la tradición judía, la muerte de Sara en Génesis 23 se yuxtapone a los eventos de Génesis 22. El Midrásh Génesis Rabá escribe que, cuando Sara escuchó que «su hijo estaba preparado para el sacrificio y que estaba casi por ser sacrificado, su alma salió de ella y murió».[1] La Torá nos dice que Sara murió a la edad de 127 años[2], lo cual significa que Isaac tenía 37 cuando fue llevado al Monte Moriá. Y, una vez  más, la obediencia de Isaac, su libre consentimiento, su disposición desinteresada para ser sacrificado, todo viene a ser más significativo si él fuese un hombre adulto y no solo un niño obediente. Muchos años después, todavía escuchamos el enorme trauma que este hombre adulto experimentó en el monte Moriá, en las palabras de su hijo: varias veces, Jacob se referiría al Dios de su padre como: «el temor de Isaac» (פַ֤חַד יִצְחָק֙).

Al comentar la porción de la Torá anterior, comparé a las dos madres, a Sara y a María (Miriam), la madre de Jesús, en el momento de su mayor alegría —la anunciación divina—. Esta porción, sin embargo, nos hace pensar en la profunda angustia por la que pasaron las dos madres a causa del sufrimiento de sus hijos. Cuando Simeón bendijo al bebé Jesús, le dijo a Miriam: «una espada también traspasará tu alma».[3] Desde luego, ambas madres experimentaron esta espada traspasando sus almas. Si pensamos en Sara muriendo de desesperación y de dolor por su hijo, tampoco podemos evitar recordar a la madre de Jesús a los pies de la cruz

Tres años y tres días

Hay otro paralelo entre Isaac y Jesús que muchas veces los comentaristas cristianos pasan por alto —principalmente porque asumen que Isaac fue un niño durante la Aqedá—. Sin embargo, si creemos que tenía 37 años, como ya escribí, entonces llegamos a una conclusión muy interesante —porque la Aqedá Yitzják, la historia del sacrificio de Isaac, contiene, entre otros enigmas, un misterio más que nuestros sabios hace tiempo señalaron—. Después de todo lo que sucedió en el Monte Moriá —después de que el cuchillo levantado fuese interrumpido por la voz del cielo— Génesis 22:19 afirma: «Abraham regresó a sus hombres jóvenes, y se levantaron y se fueron juntos a Beerseba». No se menciona del todo a Isaac, las Escrituras solo nos informan sobre el regreso de Abraham. ¿Qué sucedió con Isaac después de la Aqedá? ¿A dónde fue? Él desaparece y no vuelve a aparecer hasta Génesis 24, justo antes de su encuentro con Rebeca. ¿Qué edad tenía entonces? Sabemos que «Isaac tenía 40 años cuando se casó con Rebeca»[4] y eso quiere decir que había desaparecido exactamente durante tres años. ¿Nadie lo había visto durante tres años? ¿Nadie?

Génesis 24:62 nos dice que «Isaac vino por el camino de Beer Lahai Roi». Si no sabes hebreo, este nombre no significa nada. Sin embargo, en hebreo es increíblemente profundo: «El pozo del viviente que me ve». Este es el mensaje de este nombre: mientras Isaac parecía haber desaparecido para todos —desaparecer de entre los vivientes— nunca desapareció de la vista de Dios. Dios siempre lo vio. «El viviente que me ve». Los tres años de Isaac después de su sufrimiento —al igual que los tres días de Jesús después de su sufrimiento—fueron ocultados de las personas, pero no fueron ocultados de Dios. Este es otro paralelo increíble que descubrimos en estos capítulos.

Hacer que este día acontezca delante de mí

Como en un show de una buena familia, una vez que el personaje principal femenino muere, casi de inmediato aparece un nuevo personaje femenino. En Génesis 23 Sara muere; en Génesis 24 presenciamos que el siervo de Abraham es enviado a Harán para encontrar una esposa para su joven amo. La historia de amor de Isaac y Rebeca es una de las historias de amor más hermosas en la Torá —sin embargo, antes de que llegara a ser una verdadera historia romántica de amor, esta fue una historia de fe—. Y desde luego, aquí el primer personaje principal, es el siervo mayor de Abraham (probablemente Eliezer, aunque su nombre no es mencionado en este capítulo).

Aunque a esta altura, ya debía haber presenciado muchos milagros que el Señor había realizado en la vida de su señor, todavía habría necesitado mucha fe para incluso emprender el viaje, y confiar que el Señor le enviaría la joven adecuada. Cuando él está junto al pozo (Otro pozo. ¡Está atento a los pozos de la Biblia! —porque muchos cambios de la vida suceden en los pozos—). Él ruega: «Oh Señor, Dios de mi amo Abraham, por favor, dame éxito en este día, y muestra compasión con mi señor Abraham». En español, él reza por «éxito» en su misión, por «velocidad» o «buena fortuna», dependiendo de la traducción. Sin embargo, traducido literalmente, él le está pidiendo a Dios «hacer que este día acontezca delante de mí» (הַקְרֵה-נָא לְפָנַי הַיּוֹם). Él está pidiendo la guía de Dios y es importante señalar que esta es la primerísima oración de guía divina registrada en la Biblia.

Después él reza por una joven cariñosa y humilde. ¡Presta atención!: él no reza que sea rica o que tenga buena apariencia; es su amabilidad, su actitud servicial y su conducta lo que pone como señal delante de Dios.

Todos sabemos que esta oración fue contestada precisa e inmediatamente, y también sabemos que él quedó absolutamente abrumado por esta respuesta tan inmediata. Este «día» desde luego estaba sucediendo «delante de él», exactamente como él rezó y él simplemente observó con asombro y sorpresa lo que Dios estaba haciendo: «Y el hombre, mirándola, permaneció en silencio para saber si el Señor había o no hecho de su viaje próspero». La palabra traducida aquí como: «permaneció en silencio», podría también significar: «quedarse mudo». Eliezer estaba completamente sin palabras cuando vio la mano de Dios escribiendo esta historia y dándose cuenta  de que Dios mismo había escogido a esta joven para Isaac.

Entonces escuchamos las sorprendentes palabras del padre y del hermano de Rebeca, después de que ellos escuchasen el testimonio del sirviente: Mi-Adonái Yatzá Ha-Davár – «esto llegó de YódHéi-VávHéi». Rara vez vemos a no creyentes usar este nombre único y personal de Dios en la Biblia; quizá la realidad de la presencia de Dios fue muy evidente, que incluso aquellos que no lo conocían, ni adoraban, aún estaban preparados para admitir su intervención en esta historia.

Aún así, aquí el personaje más increíble es sin lugar a dudas, la misma Rebeca —la parte más impresionante de esta historia es la fe de esta joven—. Cuando el siervo aparece de no se sabe dónde y presenta delante de ella la elección de su vida: si ella iría con él para ser la esposa del hijo de Abraham; como puedes imaginar, para ella era muy diferente de lo que sería ahora: no tenían teléfonos ni Internet; no tenían carros ni aviones; y para ella dejar así su casa, significaba dejarla para siempre y probablemente nunca volver a ver a su familia otra vez. El hecho de que ella fuese capaz de tomar esta decisión y dejar atrás todo y a todos los que ella conocía y amaba, da testimonio de un carácter absolutamente excepcional. Ella dijo: «¡Sí!» y esto es otro «¡Sí!» para Dios, como vemos muchas veces a través de este libro, aún así, otra historia entra en el plan de Dios y en las bendiciones de Dios al entregarle a Él la propia vida.

[1] Génesis Rabá 58:5.

[2] Génesis 23:1.

[3] Lucas 2:35.

[4] Génesis 25:20.

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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