EL SERMÓN DEL MONTE Y LA PORCIÓN DE LA TORÁ
Incluso entre los no cristianos, hay un consenso general en que el Sermón del Monte de Jesús, es el mayor discurso moral que se haya podido dar. ¿Alguna vez han pensado en la posibilidad de que el Sermón del Monte podía haber sido un sermón sobre una porción específica de la Torá —incluso probablemente leído ese mismo sabbat?—El público de Jesús conocía muy bien las porciones de la Torá, y por eso, sabían exactamente a qué se refería. Del Nuevo Testamento sabemos que, allá por el primer siglo, existían sinagogas en la mayoría de las ciudades y pueblos de Galilea. El libro de Hechos nos dice explícitamente que la lectura pública de la Torá se practicaba cada sabbat en cada sinagoga: “Porque Moisés… quien lo predique en las sinagogas, donde es leído cada día de reposo”. [1] Aunque en aquel tiempo habían muchas orientaciones y enseñanzas diferentes en el judaísmo, la Torá dada por Dios a Moisés era fundamento inalterable e incuestionable para todas esas orientaciones. Por eso, en cualquier sinagoga que Jesús entraba en sabbat, “conforme a su costumbre” [2], tanto si eran las lecturas semanales de la Torá, siguiendo un ciclo anual en el que los cinco Libros de Moisés eran leídos en un año, como el ciclo “trienal” que duraba aproximadamente tres años, en cualquier caso, Jesús habría escuchado allí la Torá. Creo que el último versículo de Mateo 5 “sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” deja clara la conexión: La porción de la Torá que se llama Kedoshim [3] en el ciclo anual de hoy en día, empieza casi con las mismas palabras: “Sed santos porque Yo el Señor vuestro Dios, soy Santo”. Es en esta porción que encontramos las famosas palabras que no solo Jesús, sino muchos sabios judíos antes y después de Él, consideraron que son el centro de toda la enseñanza judía: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Estas palabras, sin embargo, podían ser leídas y comprendidas de formas completamente distintas, dependiendo de la interpretación de la palabra “prójimo”. Por ejemplo, cuando Jesús dice en Mateo 5:43 “oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo” probablemente Él se estaba refiriendo a los escritos de la secta del Mar Muerto. En el párrafo inicial del Manual del Discípulo, se lee: “… odiar todo lo que Él ha rechazado”. Así pues, ¿cuál era la interpretación de Jesús con referencia al prójimo?
¿QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
Las famosas palabras de Levítico 19 son citadas en todos los evangelios sinópticos. Sin embargo, solo el Evangelio de Lucas contiene la famosa parábola del Buen Samaritano, donde la pregunta “¿quién es mi prójimo?” está formulada. El episodio comienza con un “abogado” que le pregunta a Jesús cómo heredará la vida eterna. De una forma judía tradicional, Jesús le responde con una pregunta: “¿Qué hay escrito en la ley?” El abogado cita versículos de la Torá conocidos por todos los judíos de su tiempo —Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18—. En aquel tiempo, estos versículos ya estaban introducidos en el pensamiento judío, y por supuesto, eran considerados como el fundamento de toda la Torá; así que en esta etapa observamos solamente la continuidad entre los pactos.
Aunque la conversación no se detuvo aquí. El diálogo y la famosa parábola continúan. La novedad y el golpe de esta parábola podría pasar desapercibida para el lector no judío, pero es importante comprender que “judíos en general, de entonces y de ahora, encajan dentro de uno de los tres grupos: los sacerdotes (kohanim) descendientes de Aarón; los levitas (levi’im) descendientes de otros hijos de Leví; y los israelitas descendientes de los hijos de Jacob que no son los de Leví. Nombrar primero a los dos anteriores anticipa nombrar al tercero”. [4] Después del sacerdote y el levita en esta historia, un judío del primer siglo habría esperado a que se mencionara a alguien del tercer grupo —un israelita—. Sin embargo, la tercera persona en la parábola no es el israelita esperado, sino un samaritano inesperado —el enemigo de los judíos—. Las tensiones entre judíos y samaritanos eran especialmente fuertes en las primeras décadas del siglo I, por eso la parábola de Jesús habría parecido escandalosa para el público judío. No es solo la apariencia de este samaritano absolutamente sorprendente, sino el hecho de que este samaritano mostrase compasión y atención mientras que el sacerdote y el levita no, desafía directamente la interpretación judía contemporánea respecto a la palabra “prójimo”. Así pues, es evidente no solo la continuidad, sino también la novedad de la enseñanza de Jesús.
NO PARA DESTRUIR, SINO PARA CUMPLIR
¿Sí o no? Basándose en esta parábola y en el mandamiento de Jesús “amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44; Lucas 6:27-35) muchos lectores cristianos “acusan al judaísmo de tener una ética exclusivista: los judíos solo aman a sus semejantes judíos; los cristianos esparcen la definición de prójimo y han de amar a todos, judíos y gentiles, amigos y enemigos”. [5] ¿Es posible que haya algo que se escape de nuestro entendimiento?
Primero que todo, intentemos ver de dónde viene la idea de ordenar a los judíos amarse los unos a los otros. Levítico 19 empieza con un imperativo dirigido a “toda la congregación de los hijos de Israel… santos seréis, porque santo soy yo JEHOVÁ vuestro Dios” (19:2). En el pensamiento judío, Levítico 19, y desde luego toda la Torá, está dirigida solamente a la congregación del pueblo de Israel. Por eso, el mandamiento de “ama a tu prójimo”—tanto en el contexto original como en las interpretaciones judías tiempo después—está inevitablemente limitado a los miembros de esta congregación. “Estas son las leyes particulares de esta nación, en lugar de un conjunto de normas universales; en este contexto ‘prójimo’ (rea) se refiere a una persona que se encuentra dentro del marco de relaciones pactadas”. [6]
Segundo, en hebreo la palabra “prójimo” (rea) y “[el] malo” (la palabra también puede designar a “un enemigo”) comparte las mismas consonantes: רע (resh y ayin). La diferencia está solamente en las vocales que no están en el texto. Por lo tanto, cuando en la parábola Jesús le pregunta al abogado: “¿Qué lees ahí?”, le está preguntando: “¿Eres capaz de ver, en las palabras de la Torá, el mandato de amar tanto al prójimo (estrechamente definido) y a aquellos que tu ves como enemigos?” [7]
Así pues, si pensamos en Jesús como de quien “no vino a destruir, sino a cumplir” la Ley, veremos que su uso de Levítico 19:18 y su comprensión de prójimo, aunque fuese un desafío para sus oyentes, aún estaba basado en la Torá.
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[1] Hechos 15:21
[2] Lucas 4:16
[3] “Pueblo santo» (Levítico 19:1-20:27 )
[4] The Jewish Annotated New Testament (p. 123). Oxford University Press. Kindle Edition.
[5] THE CONCEPT OF NEIGHBOR IN JEWISH AND CHRISTIAN ETHICS, Michael Fagenblat, in : The Jewish Annotated New Testament (p. 541). Oxford University Press. Kindle Edition.
[6] Ibid.
[7] The Jewish Annotated New Testament (p. 123). Oxford University Press. Kindle Edition.
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