Retratos BÍblicos: JudÁ (4)

Mis queridos lectores, juntos hemos sido testigos de una profunda transformación interna que Judá atravesó en el capítulo 38, en su historia con Tamar. ¿Por qué fue importante para nosotros ver esa transformación? La Torá quiere asegurarse que sepamos que el Judá que llega a Egipto y habla a José no es el mismo Judá que vimos en el capítulo 37, con la venta de José. Sí, la gran autoridad, el regalo especial que Dios da a Judá y a su tribu, todavía está allí, y lo veremos, pero este Judá tiene una personalidad completamente diferente —los ojos de su corazón están abiertos—. Y ahora, ser conscientes de este Judá transformado, nos lleva a la segunda parte de la historia, con el fin de completar nuestro retrato bíblico.

Esta angustia ha llegado a nosotros

Ahora estamos en Egipto. El día ha llegado finalmente, el momento tan esperado ha llegado, cuando los hermanos de José vienen a Egipto y se paran frente a él —los diez hermanos que casi lo asesinaron pero se apiadaron de él para escuchar las sugerencias de José y venderlo como esclavo—. José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron.

A partir de este momento comienza un juego de gato y ratón, o tal vez un juego de frío y caliente; comienza a acontecer algo que no es tan visible desde el punto de vista de quien está afuera porque la historia principal está siendo disputada en el corazón de los participantes. A partir de ese momento, es como si una mano invisible se acercara sigilosamente a esa cosa profunda, oscura y prohibida que los hermanos habían ocultado todos esos años, no solo de otros, sino también de ellos mismos. Cada escena, cada paso tomado en esta historia, llena sus corazones progresivamente con mayor confusión y miedo, en cada evento sucesivo, ellos sienten la mano invisible volviéndose “más caliente”, lenta pero seguramente se aproxima a ese secreto, enterrado en sus corazones.

Leemos que José les habló ásperamente, acusándolos de ser espías y de llegar a ver la desnudez de su tierra. En un primer vistazo, todo lo que dijo José carece de algún indicio de comprensión. ¿Por qué de repente los acusa de espionaje? ¿Por qué les dice que de esta manera serán probados y así verá si hay algo de verdad en ellos: traigan a su hermano que actualmente no está con ustedes? Si ya los acusó, entonces ¿cuál podría ser la conexión entre el hermano que quedó en la casa y la acusación hecha contra ellos? Y sin embargo, a pesar de lo inesperado que esta acusación podría haberles parecido a ellos con su demanda posterior de buscar a su hermano menor, a pesar de su falta de sentido y la ausencia total de una conexión plausible con la acusación misma, no les pareció irrazonable. Entonces se dijeron los unos a los otros: “somos verdaderamente culpables por nuestro hermano, porque vimos la angustia de su alma cuando nos suplicaba, y no quisimos escuchar, por lo tanto, esta angustia ha llegado a nosotros”.

Esta angustia ha llegado a nosotros… o, como dijo Rubén, “su sangre ahora es demandada de nosotros”. Observa cómo Dios ahora no es mencionado aquí —aún no han entendido que ninguno menos el mismoTodopoderoso los ha hecho participantes en este juego—. Aún escuchamos las formas verbales impersonales y pasivas: su sangre ahora es demandada de nosotros (דמו נדרש); ellos acreditan lo que está sucediendo a los caprichos y crueldades del gobernador egipcio, y por consiguiente, nada más que un desafortunado giro de eventos, y sin embargo… en sus rebajes internos, una curiosa conexión espiritual entre lo que les está sucediendo y esa historia antigua, ya comienza a revelarse. A través de las circunstancias visibles aparentemente irracionales e inconsistentes, otra lógica invisible comienza a abrirse camino hacia la superficie —la lógica del movimiento del Espíritu de Dios en el corazón de la persona que él está buscando—.

¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?

Es interesante que, en este punto, las Escrituras no separan a Judá de sus hermanos —vemos a toda la multitud unida y leemos que José está hablando a todos los hermanos— a los diez. Y a pesar de todo, sabemos que las Escrituras separaron a Judá antes y lo separarán después: lo vimos arrepentirse y confesar en su historia con Tamar, y veremos que será el discurso y la confesión de Judá lo que tocará profundamente el corazón de José y hará que se revele a sus hermanos. Entonces pienso que podemos concluir con seguridad que Judá es quien es más sensible al movimiento del espíritu de Dios en esta historia.

Mientras tanto, diez hermanos emprendieron su regreso y uno de ellos nota la plata que había usado para pagar por el grano devuelto en su bolsa. Entonces sus corazones les fallaron y tuvieron miedo, diciéndose unos a otros, “¿qué es esto que Dios nos ha hecho?” ¿Fue Judá quien preguntó eso? ¿Fue él quien comenzó a entender que todo lo que les sucede no es simplemente un giro del destino, sino que Dios lo ha hecho a ellos. “¿Qué es esto que Dios nos ha hecho?

Mi querido lector, quiero que veas esta profunda transición: de “su sangre es demandada” a “¿qué es esto que Dios nos ha hecho?” No es tan evidente en la mayoría de las traducciones, pero en hebreo esta transición es muy clara: de formas verbales impersonales y pasivas que describen solo circunstancias desafortunadas, a entender que es Dios quien se los está haciendo. 

Aquí el hebreo literalmente dice que “temblaron el uno al otro”. Después de todo, simplemente habían dejado Egipto para comprar grano (al igual que muchos siglos después la mujer samaritana fue simplemente al pozo en busca de agua) y ciertamente no esperaban, y mucho menos querían, que algo inusual sucediera en este viaje. ¿Por qué les estaba sucediendo esas cosas tan extrañas? Como un rollo de película doblemente expuesto con sus imágenes superpuestas, podemos ver la realidad de Dios, aún invisible, colocada sobre sus vidas rutinarias y comenzando a mostrarse. Y sin ninguna duda, Judá, que ha experimentado la terrible tragedia de perder dos hijos, que se arrepintió, que tiene un corazón quebrantado y humilde, es el más sensible entre los hermanos a esta realidad invisible de Dios.

Continuará…

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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