“su Alegría Será Completa”

ZMAN SIMCHATEINU

Sukkot comienza casi inmediatamente después de los solemnes y austeros Días de Temor —los días de temblor y arrepentimiento—. Finalizamos el ayuno de Yom Kippur y esa misma noche, empezamos a construir los sukkot —tabernáculos—. Hace años, viví en una casa con un gran patio comunitario y me encantaba observar a mis vecinos religiosos levantar su sukkah en ese patio durante el atardecer, después de Yom Kippur.

Sukkot es la fiesta bíblica más alegre: Si Pascua es llamada la “Época de nuestra liberación” y Shavuot es llamada la “Época de la entrega de nuestra Torá”, Sukkot simplemente es descrito como la “Época de nuestro regocijo”. De hecho, se nos manda a regocijarnos en Sukkot. ¿Por qué? A primera vista, parece que no existe una explicación razonable: cualquier otra festividad bíblica conmemora un evento que salvó al pueblo judío de un grave peligro que sucedió en alguna fecha en particular (tal como la Pascua, Chanukah, o Purim), pero nada sucedió el 15 de Tishrei que pudiese explicar el establecimiento de una fiesta en esta fecha. Así pues, ¿por qué Sukkot es tan importante para Dios y por qué se le llama zman simchateinu —la época de nuestra alegría—?

En las escrituras judías, encontramos dos versiones diferentes respecto al simbolismo de la sukkah. De acuerdo con la primera, una sukkah simboliza las nubes divinas con las que Dios protegió a Sus hijos en el desierto —las Nubes de Gloria que milagrosamente rodearon a los judíos durante los cuarenta años que deambularon por el desierto—. Según la segunda versión, el pueblo de Israel hoy en día construye carpas en el desierto para protegerse ellos mismos, se nos manda a construir sukkot para que recordemos aquellos sukkot del desierto donde vivíamos cuando Dios nos sacó de Egipto (Levítico 23:43). ¿Son estas dos versiones mutuamente excluyentes? Tratemos de reconciliarlas.

 

Según la tradición judía, es un hecho bien conocido que Moisés regresó con el segundo juego de tablas en Yom Kippur. En Yom Kippur, Dios perdonó a Su pueblo después de su terrible pecado. Sin embargo, solo es en Sukkot, cuando la presencia de Dios descendió para habitar entre Su pueblo; solo es en Sukkot que esas nubes Divinas cubrieron las cabañas hechas manualmente. Este es el misterio y la alegría de Sukkot —el misterio y el gozo de la misericordia de Dios y la comunión renovada— . Por eso Sukkot es desde luego la festividad de la relación y de la presencia Divina; por eso Sukkot es llamado zman simchateinu, la época de nuestro gozo —porque Dios, en Su misericordia, descendió al tabernáculo con Su pueblo.

 

HAFTARAH PROFÉTICO

Si todavía no estás convencido del significado profético de esta increíble fiesta, escucha estas palabras de la Escritura —palabras que son leídas en cada sinagoga en cada Sukkot—. El Haftarah durante el primer día de Sukkot es tomado del capítulo 14 del libro de Zacarías (Zacarías 14:1-21). Este comenta sobre el Día del Señor, la guerra de “Gog y Magog”, que según los rabinos tendrá lugar en Sukkot y todo lo que suceda después, al final de los tiempos. Como ya he mencionado, este texto se lee en cada sinagoga durante las Fiestas de los Tabernáculos, y probablemente también era leído durante la Fiesta en los tiempos de Jesús. Es difícil imaginar una escritura que refleje con más fuerza la naturaleza profética de esta celebración. Así es como empieza este capítulo:

 

He aquí, el día de Jehová viene, y en medio de ti serán repartidos tus despojos.
2  Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.

Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como peleó en el día de la batalla.
4  Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur…

 

EL AGUA Y LA LUZ

En el Evangelio de Juan, encontramos un famoso dicho de Jesús: El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”.[1]  Jesús proclamó estas palabras “en el último y gran día” de la fiesta de los Tabernáculos. ¿Por qué Jesús habló del agua? ¿Había algo en la celebración de Sukkot conectado con el agua que daría una explicación de por qué Jesús usó esta imagen?

En los días del Segundo Templo, la importancia de la celebración de Sukkot recaía en la ceremonia de la libación de agua. Sukkot es el comienzo de la temporada de lluvias en Israel, y la libación de agua se realizaba para invocar la bendición de Dios mediante las lluvias del año. Durante la ceremonia, una considerable procesión ascendía al Templo, guiados por el sacerdote que llevaba un jarro especial de oro lleno de agua viva de manantial. El agua era derramada sobre el altar. Durante esta ceremonia, se encendían las lámparas del patio del Templo como signo de las festividades. Era una procesión llena de alegría, desde luego.

Los sabios de Israel atestiguan las celebraciones del agua de libación desde los días del Segundo Templo, y la descripción de la ceremonia se puede encontrar en la Mishna. El Talmud mantiene que “quien no ha sido testigo del festival de Recolección del Agua (que se hacía durante las noches de Sukkot en el Templo Santo) no ha visto el gozo en toda su vida”. Jesús usa las imágenes de esta celebración para ilustrar sus palabras. Una vez que entendamos este contexto —una vez que comprendamos que el motivo de la Luz y el Agua jugaban un rol significativo en la Fiesta de los Tabernáculos— las palabras de Jesús adquieren un significado más rico y profundo. Es en el contexto de esta celebración, mientras la procesión con el agua caminaba a través de Jerusalén, que Jesús dice Sus famosas palabras sobre “el agua viva”. Es en el contexto de esta celebración, mientras toda Jerusalén estaba brillando con la luz del Templo, que Jesús también habló estas palabras: “Yo soy la luz del mundo”.[2] 

[1] Juan 7:38

[2] Juan 8:12

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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