«Perú u’revú»
Como prometí, en este artículo tendremos la respuesta referente al sexto día. Sin embargo, antes de hacerlo, contemplaremos una famosa bendición que Dios le dio a la primera pareja: Perú u’revú —«sean fructíferos y multiplíquense»—. Leemos en Génesis 1:28: «Dios los bendijo y Dios les dijo: «sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y gobiérnenla; y dominen los peces del mar, las aves del cielo, y todas las cosas vivientes que se arrastran en la tierra«».[1]
Es costumbre llamar el «sean fructíferos y multiplíquense» como un mandamiento y ver en estas palabras el primer mandamiento (mitzvá) en la Torá. Sin embargo, creo que escuchamos una bendición y no un mandamiento en este versículo. Sí, ya aquí en Génesis 1. Dios bendice a la primera pareja —al hombre y a la mujer que acaba de crear— y desde entonces, tú y yo, hombres y mujeres, hemos estado anhelando su bendición. ¿Por qué los bendijo? ¿Tal vez aquí, en el primer capítulo de las Escrituras hebreas, encontremos un secreto escondido sobre cómo obtener la bendición de Dios?
«Vayivárej otám Elohím»… «Dios los bendijo». La palabra hebrea para «bendición», brajá (ברכה), tiene una etimología interesante: una explicación tradicional que se deriva de la raíz bérej (ברך), «rodilla». A primera vista, esa conexión parece muy extraña. ¿Alguien tiene que arrodillarse para recibir la bendición? Pero este es exactamente el punto —sí, es necesario humillarse, reconocer y admitir que no somos autosuficientes—, que necesitamos la ayuda de Dios, que necesitamos su bendición. Indudablemente, este fue el caso con la primer pareja: antes de la Caída, ellos sabían perfectamente bien que no eran autosuficientes, que dependían completamente de Dios —y por eso Él estaba listo para bendecirlos—. Creo que este mensaje todavía es relevante para nosotros hoy: una vez que sabemos que no somos autosuficientes —que dependemos completamente de Él— Él está listo para bendecirnos también.
Yóm Ha-Shishí
Y ahora, sin más preámbulos, vamos a responder a nuestra pregunta sobre el sexto día.
Algunos puede que ya hayan encontrado la diferencia en hebreo, y saludo a aquellos que lo hicieron. ¡Buen trabajo! Hoy explicaré esto a aquellos que no conocen suficiente de hebreo para ver esto sin mi ayuda.
Ya sabemos muchas cosas sobre Yóm Ha-Shishí —cosas que son vistas también en la traducción, no solamente en hebreo—. Sabemos, en primer lugar, que este día es muy especial porque una criatura muy especial fue creada en este día. Sabemos que, de acuerdo con la comprensión judía, la creación solo se volvió importante en este día, cuando un hombre fue creado y Dios fue proclamado Rey (por eso el día que celebramos como Rosh HaShaná —Año Nuevo Judío— es considerado el aniversario del sexto día). En cada Biblia, solo en el sexto día Dios mira sobre toda su creación y declara que no es simplemente – טוֹב (tov) «buena», sino טוֹב מְאֹד (tov meód) «muy buena». Entonces, ¿qué es lo que solo podemos ver en hebreo?
Bueno, cuando este capítulo es leído en hebreo, se ve un detalle increíble, completamente perdido en la traducción: este es el único día entre todos los días del Capítulo 1 que tiene el artículo definido —Yóm Ha-Shishí—. «Entonces la noche y la mañana fueron EL sexto día…». ¿Por qué? Por supuesto, todo lo que hemos dicho antes hace este día muy especial, pero hay algo más que me gustaría agregar. Probablemente sabes que hay una correspondencia entre las letras hebreas y los números. El número seis —el sexto día— corresponde a la letra vav. La vav tiene una forma de gancho sosteniendo dos cosas juntas (ו) en una oración, y la vav es traducida como «y». Esta propiedad de vav se refiere a la «vav de conexión», y si nos damos cuenta que el sexto día —Yóm Ha-Shishí— también es Yóm Vav (incluso en el hebreo moderno), entenderíamos que, como tal, se conecta y mantiene juntos los reinos espirituales y físicos, el cielo y la tierra, los seis días de la creación y el sabbat. Cualquiera que haya experimentado el sabbat en Israel sabría de lo que estoy hablando. El viernes, Yóm Shishí, es un día muy especial aquí, ya que es un presagio e inicio del sabbat: conecta y mantiene unidos los seis días de la semana y el día más importante de la semana judía. Cada viernes realizamos una cena festiva y cantamos la canción que da la bienvenida a «La Novia (sabbat)». Por supuesto que este día debe ser diferente de todos los días anteriores y debe tener esa marca especial —el artículo: Yóm Ha-Shishí—.
Sabbat (el séptimo día)
Terminamos Génesis 1, pero como probablemente sabes, los primeros tres versículos del Capítulo 2 aún pertenecen al primer relato de la creación. Y aquí es introducido el sabbat —el séptimo día de la creación—. Por mucho tiempo los historiadores han estado tratando de entender cuándo y cómo el séptimo día se volvió el día santo de Israel (principalmente, ellos lo relacionan a una división babilónica del mes lunar dentro de cuatro períodos de siete días). Hoy damos esto por sentado, pero la idea de que los humanos deben organizarse y seguir su tiempo alrededor de períodos de siete días no siempre fue universalmente aceptado. Existieron semanas de seis y diez días en diferentes culturas antiguas. Sin embargo, en Génesis 2, el séptimo día claramente se vuelve el sello divino de la creación, un día de descanso santificado —el día santo de Dios—. En los tiempos venideros, Israel tiene que volverlo el centro de su existencia, la marca de su pacto con Dios, «un memorial de la obra de la creación».
Además de eso, las canciones y los Salmos cantados en cada hogar judío en las noches de los viernes, muchas veces se refieren, no solo al sabbat como un día de descanso semanal, sino también al glorioso sabbat mesiánico cuando, bajo el Mesías, toda la creación encontrará descanso —una alusión a la tradición judía de dividir el tiempo en una semana de milenio—. Según esa tradición, así como seis días culminan en el séptimo día de descanso santificado (sabbat), así también seis milenios de historia culminan en el séptimo milenio de descanso santificado —el sabbat de la era mesiánica (años hebreos 6000-7000)—. El año hebreo actual (2019/2020) es 5.780, según fuentes judías clásicas, y «la fecha límite» en la que el Mesías debe aparecer es de 6.000 años a partir de la creación, es decir —en 220 años—.
[1] Génesis 1:28.
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