34- Ellos le dijeron “Señor danos siempre de este pan”.
En reacción a las primeras reivindicaciones de Jesús, (leer la sección de Juan 6), los representantes Galileos de los “Hoi Iudaioi” que siguieron a Jesús hasta Capernaúm, dieron esta respuesta “Señor. Danos siempre este pan” (Juan6:34). Esta respuesta es como reacción a la anterior de la Mujer Samaritana que le dijo a Jesús “Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga más sed ni tenga que venir aquí a sacar agua” (Juan 4:15). Hay una cantidad de respuestas similares entre estas dos historias. Por ahora podemos decir, que en este capítulo, la fe de la Samaritana, habiendo oído tan solo las palabras de Jesús, es comparada y contrastada con la incredulidad de aquellos que realmente fueron testigos de los milagros de Jesús. Permítame demostrarlo. Es emocionante verlo.
35- Jesús les dijo “Yo soy el pan de vida; cualquiera que viene a Mí no tendrá hambre jamás, y cualquiera que creyere en Mí nunca tendrá sed”.
En el libro de Deuteronomio, el libro que Jesús con más frecuencia citaba, leemos los motivos de Moisés en pedir la provisión de Dios para los Israelitas: el Maná:
“Y te afligió, y te hizo tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus padres la habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).
Es interesante que Jesús se describa a sí mismo como el pan de vida que satisface hasta lo más hambriento y sediento de la existencia humana. Dijo esto en respuesta a los representantes de los Hoi Iudaioi que le pidieron que les mostrase una señal. Igual que hizo Moisés anteriormente a Él, demostró que ellos podían confiar en Él. “Moisés dio el Maná” ellos argumentaron “¿Qué nos das tú?”.
Sin embargo lo que es llamativo, es que recordamos las palabras de Jesús diciendo casi exactamente las mismas palabras que anteriormente le había dicho a la mujer Samaritana. Vamos a compararlo.
Jesús a los Hoi Iudaioi- “Yo soy el pan de Vida; cualquiera que viene a Mí no tendrá hambre jamás, y cualquiera que cree en Mí nunca tendrá sed” (Juan 6:35).
Jesús a la Samaritana- “Quien bebe de esta agua volverá a tener sed, pero quien bebe del agua que Yo le daré no volverá a tener sed; sino que el agua que Yo le daré será en él una fuente que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).
36- “Pero os he dicho, que aunque me habéis visto no me creéis”.
Tal como se observó previamente, Juan quiere que el oyente y el lector de este Evangelio hagan una conexión temática entre éste y el encuentro de Jesús con la Samaritana (Recuerden el posible auditorio de Juan). Las similitudes literarias que Juan enfoca son también significativas para sacar a relucir diferencias relevantes entre las dos respuestas. Vamos a considerarlas brevemente.
La respuesta de los Hoi Iudaioi- “Pero os he dicho que me habéis visto y aún así no me creéis” (Juan 6:36).
La respuesta de la Samaritana y de sus conciudadanos “Así pues la mujer dejó el cántaro y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a Él” (Juan 4:28-30).
Para resumir esta conexión y comparación inesperable: Los Hoi Iudaioi (Judíos Israelitas) que vieron los milagros no fueron capaces de verlos cómo señales, y por lo tanto, ellos no creyeron (Juan 6:36) mientras que los Samaritanos (Samaritanos Israelitas) que no vieron ni siquiera un milagro de Jesús “creyeron en Él por el testimonio de la mujer” y “muchos más creyeron por causa de Sus (Jesús) palabras (Juan 4:38-41).
Los milagros no fueron suficientes para un grupo. Las palabras de Dios fueron suficientes para el otro grupo. Quizás, ésta es la razón para que en otro Evangelio tradicional, Jesús se refiera a Deuteronomio 9:3 “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4). La implicación es clara, especialmente en Juan. Jesús es la palabra de Dios. La humanidad vivirá por la palabra de Dios, lo que significa que vivirá mediante el mismísimo Jesús.
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