Málaj Panáv
La porción de la Torá Mishpatím (Éxodo 21:1 – Éxodo 24:18) parece ser todo sobre leyes y normas (su verdadero título Mishpatím realmente quiere decir «Leyes»). Sin embargo, al final de todas esas leyes y reglas, encontramos una frase intrigante: «He aquí envío un ángel delante de ti para que te guarde en el camino y te lleve hasta el lugar que te he preparado».[1] Dios le dice a Moisés que Él enviará un ángel delante del pueblo —y este parece ser un ángel muy especial, porque Dios dice—: «¡Mi nombre está en Él!».[2] ¿Quién era ese ángel que fue con Israel?
Más adelante, en Éxodo 33, encontramos una promesa diferente. Después de que Moisés suplicara a Dios, pidiéndole que fuera con el pueblo de Israel, Dios dice: «Mi rostro irá contigo».[3]. ¿Rostro? ¿Qué hay del ángel a quien Dios envía en nuestra porción? Así llegamos a Málaj Panáv —este ángel de su rostro o de su presencia (como a veces se traduce)—.
En realidad este nombre aparece solo en un lugar en el libro de Isaías: «En toda su aflicción fue afligido, y el ángel de su presencia (Málaj Panáv) les salvó: en su amor y en su clemencia se acordó de ellos; los redimió, y los trajo, y los levantó todos los días como en tiempos antiguos».[4] Sin embargo, hay algunos versículos en la Biblia hebrea donde vemos a este ángel especial de la presencia de Dios, el cual habla en nombre de Dios y comunica su mensaje. Este ángel habla en primera persona, como si fuese Dios; permanece delante del pueblo en forma de hombre, y después de haberse encontrado con él, las personas se dan cuenta de que han visto a Dios, incluso sus vidas fueron cambiadas. Lo vemos en Génesis 18 hablando con Abraham, en Génesis 22 deteniendo a Abraham en el Monte Moría y en Génesis 32 luchando con Jacob en Peniel; en el libro de Josué, es el comandante del ejército del Señor quien ordena a Josué a pelear las batallas por la tierra;[5] lo vemos hablando con Gedeón y apareciéndose a los padres de Sansón y también en otras partes. Y lo encontramos también aquí en Éxodo: El ángel del rostro de Dios o su presencia va con Israel.
Históricamente, el judaísmo rabínico le dio a este ángel un nombre judío-griego: Metatrón (מֵטַטְרוֹן; metatrón) que significa «aquel que está junto al trono» (compuesto por las dos palabras griegas (μετὰ; meta) y (θρóνος; thronos). Los sabios judíos explicaron: «Este es el [ángel] Metatrón cuyo nombre es como el nombre de su Maestro: el valor numérico de מֵטַטְרוֹן [314] es igual al de שַׁדַּי [314] .«[6]
Sin embargo, la tradición cristiana, ha reconocido a este ángel principalmente como la pre-encarnación de Jesús. Comentaremos más sobre esto cuando lleguemos a la porción de la Torá, Kí Tisá —pero aquí hay un mensaje para tomar en cuenta en esta porción—: esta maravillosa promesa sobre su presencia fue dada a Israel en primer lugar. Este ángel especial fue enviado con su pueblo y desde entonces su presencia ha ido con Israel. ¿Se dan cuenta de lo que realmente significa? Todos estos siglos, con todo el dolor y sufrimiento por el que pasamos —las persecuciones, guetos, campos de concentración— todos esos horribles periodos de soledad y miseria, cuando todos, incluyéndonos nosotros, parecíamos estar completamente abandonados —en realidad no estábamos solos, el Señor había estado caminando con nosotros—. En toda su aflicción, Él fue afligido, y el ángel de su presencia (Málaj Panáv) los salvó.
¡Has llegado a tu destino!
Hoy en la época de los GPS y toda la navegación de las apps, estoy segura que todos habrán oído estas palabras: ¡HAS LLEGADO A TU DESTINO! Bien, todos sabemos cómo funciona: primero configuramos nuestro destino en el dispositivo de navegación o en el app, después nos ofrecerá rutas alternativas, entonces, después de elegir la ruta nos llevará por esa carretera. Y nos llevará a nuestro destino.
Esto es exactamente la impresión que tenemos de esta porción, Mishpatím, cuando leemos el versículo que acabo de citar. Primero Dios establece nuestro destino: «el lugar que les he preparado», entonces Él elige el camino por el que Él quiere que vayamos: «He aquí envío un ángel delante de ustedes»; y después, si confiamos en Él, sabremos que su dispositivo de navegación no fallará para «llevarnos al lugar que Él ha preparado». Llegaremos a nuestro destino. Pero entonces, ¿cuál es ese destino?
Abramos una de las más famosas piezas en el Nuevo Testamento: el Sermón de la Montaña. Aquí, en Mateo 5 escuchamos a Jesús citando el famoso versículo de nuestra porción: «habrán oído que fue dicho: «ojo por ojo y diente por diente»».[7] Si seguimos la interpretación cristiana que acabo de presentar, es como ver ese ángel, que fue enviado delante de Israel en Éxodo 23, llegando y subiendo a la montaña en Mateo 5 (exactamente como Moisés subió a la montaña en Mishpatím) e interpretando para el pueblo aquellas instrucciones que fueron dadas al principio: ¡HAS LLEGADO A TU DESTINO!
Quiero dejarlo muy claro. Por supuesto, yo no creo que Jesús reemplazara la Torá con su propia enseñanza, todos conocemos sus palabras en este mismo capítulo: «No piensen que he venido a destruir la Ley y los Profetas. Yo no he venido a destruir, sino a cumplir».
Debemos mantener estas palabras en mente cuando leamos el siguiente versículo, el famoso versículo «cristiano» sobre poner la otra mejilla: «Cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, ponle también la otra». ¿Podría verdaderamente ser el destino que Dios tenía preparado desde el principio? Podría ser la interpretación y el cumplimiento de la norma «ojo por ojo y diente por diente», la norma que encontramos en Mishpatím?
Para poder responder a estas preguntas, hagamos otra pregunta: ¿«poner la otra mejilla» es una virtud originalmente judía? A los ojos de mucha gente, las palabras de Jesús sobre «la otra mejilla» permanecen como el mejor ejemplo de cuán diferente es la enseñanza del Nuevo Testamento del Antiguo Testamento. A primera vista, parece contradecir la Torá aboliendo completamente el principio de «medida por medida» de nuestra porción de la Torá. Sin embargo, solo a primera vista, quedarían sorprendidos de saber que la misma idea de «poner la otra mejilla» viene de la Biblia hebrea: en el libro de Lamentaciones, leemos: «Déjalo poner su mejilla a aquel que le hiere?».[8] Basado en las palabras propias de Jesús —«No he venido a destruir, sino a cumplir»— solo podemos suponer que esta orden de «poner la otra mejilla» fue desde luego el cumplimiento de lo que encontramos en Mishpatím —la comprensión que hemos de tener—. El ángel enviado por Dios llegó al lugar que Él preparó: ¡HAS LLEGADO A TU DESTINO!
[1] Éxodo 23:20.
[2] Éxodo 23:21.
[3] Éxodo 33:14.
[4] Isaías 63:9.
[5] Josué 5:1-15.
[6] Sanedrín. 38b.
[7] Mateo 5:38, Éxodo 21:24.
[8] Lamentaciones 3:30.
Las ideas que leen en estas páginas son propias de lo que compartimos con nuestros estudiantes durante las clases DHB (Discovering the Hebrew Bible/Descubriendo la Biblia Hebrea) o de WTP (Weekly Torah Portions/Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos abrieron su apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia Hebrea o estudiar en profundidad la Parashát Shavúa, junto con extractos del Nuevo Testamento, estaré muy feliz en proporcionar más información ( y también un descuento para nuevos estudiantes) respecto a los cursos de eTeacher (juliab@eteachergroup.com). También si les gustaron los artículos de este blog, podrían disfrutar también con mis libros, pueden obtenerlos aquí.
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