Porción De La Torá En Tiempo Actual: Dvarim Y Tisha B’av

Con el «Retrato Bíblico de Abraham» concluido, vamos a pasar con Sara y comenzaremos su retrato bíblico la próxima vez. Estén atentos, se sorprenderán de cuántos detalles podemos descubrir del texto hebreo en las Escrituras. Pero mientras tanto, como suele suceder, me gustaría parar y hablarles sobre una de las porciones más interesantes de la Torá —Dvarim, abriendo el último libro de la Torá— el libro de Deuteronomio (y sí, eso quiere decir que nos aproximamos al final del año judío y las grandes festividades están a la vuelta de la esquina).

Deuteronomio y el Nuevo Testamento

Deuteronomio es uno de los cuatro libros de la Biblia hebrea citado con más frecuencia en el Nuevo Testamento (es decir, Éxodo, Isaías, Deuteronomio, Salmos). Deuteronomio debe haber sido uno de los libros favoritos de Jesús, tal como lo cita en muchas ocasiones en los Evangelios. La mayoría de ustedes probablemente saben que Jesús cita Deuteronomio durante su tentación por Satanás en el desierto. ¿Cuáles son las otras ocasiones en que Jesús se refiere a este libro?

Jesús resume la ley y los profetas citando Deuteronomio (y también Levítico): Amar a Dios y amar a tu prójimo como a ti mismo (Mateo 22:37; Marcos 12:29-33; Lucas 10: 27; Deuteronomio 6:5).

Los diez mandamientos están tanto en Éxodo como en Deuteronomio: así pues, Jesús se refiere a ambos libros cuando cita los mandamientos.

Jesús se refiere a Deuteronomio cuando comenta sobre el divorcio (Mateo 5:31, 19:7; Marcos 10:4, 24:1-3).

Hay una alusión a Deuteronomio cuando Jesús habla sobre disciplina congregacional (Mateo 18:16; Deuteronomio 19:15).

Advertencia contra la incredulidad

«Mira, yo he puesto la tierra delante de ti; ve y toma posesión de la tierra que juré a vuestros antepasados, Abraham, Isaac y a Jacob, para darles y a sus descendientes después de ellos… Pero no quisisteis ir, sino que fuisteis rebeldes al mandato del Señor vuestro Dios» (Deuteronomio 1:26-27).

Aunque más adelante en su discurso Moisés hable repetidamente sobre la idolatría, aquí en los primeros capítulos del libro habla sobre el pecado de incredulidad. En este sentido, el Nuevo Testamento presenta una fuerte continuación de la exposición de Moisés: podemos encontrar paralelismos importantes entre el poderoso discurso de Moisés y las Epístolas del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el autor de Hebreos habla sin descanso de la fe, animando a sus lectores a creer, a confiar en Dios y en sus promesas, y a vivir una vida de fe y obediencia. Como Moisés, el líder del pueblo de Dios, confronta al pueblo respecto a las consecuencias de una falta de fidelidad a su pacto con Dios, de la misma manera, el autor de Hebreos está también preocupado por su falta de fe y sus consecuencias: «Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo».[1]  

Como ya hemos visto muchas veces, hay tanto continuidad como discontinuidad en las situaciones de la Biblia hebrea y el Nuevo Testamento. Aunque los destinatarios de los hebreos estén en otro tiempo y otra situación, tienen el potencial de seguir el mismo patrón de incredulidad e infidelidad. El reto para escoger otro camino, el camino de la fe y obediencia, constituye la exhortación de Hebreos: «Por lo cual, como dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación, en el día de la tentación en el desierto”»[2] y esta es la misma exhortación con la que están impregnadas las palabras de Moisés en nuestra porción de la Torá.

Las consecuencias

El tiempo de Dios es siempre sorprendente, y la coincidencia de nuestras lecturas semanales de las porciones de la Torá con algunos otros eventos de nuestras vidas, es verdaderamente increíble. Este año, la porción de la Torá, Dvarim, está siendo leída en sabbat, justo antes de Tisha B’Av —el día más triste del calendario judío—. En el judaísmo, Tisha B’Av (hebreo: תשעה באב ), «el noveno de Av», es un día de ayuno anual. Es el noveno día (tisha) del mes de Av —de ahí su nombre—. Originalmente, el ayuno de Tisha B’Av conmemoraba la destrucción de los templos en Jerusalén: tanto el primer templo como el segundo templo fueron destruidos en la misma fecha del calendario hebreo (con una diferencia de 500 años entre ellos). El primer templo, construido por el Rey Salomón, fue destruido por Nabucodonosor en el año 586 a.C. Aún así leemos en 2 Reyes 25:8 que la destrucción del primer templo empezó el siete de Av, de acuerdo con el Talmud la destrucción real del templo empezó el noveno de Av y el templo continuó ardiendo hasta el décimo de Av. El segundo templo fue destruido por los romanos en el año 70 d.C., en Tisha B’Av. Sin embargo, con el tiempo Tisha B’Av se ha convertido en un día de luto para los judíos —no solo por estos eventos—, sino también por las calamidades que ocurrieron este día o alrededor de este día (pueden encontrar fácilmente la lista de estas calamidades por Internet).

La mayoría de mis lectores puede que ya lo sepan —pero lo que probablemente no sepan es la conexión entre Tisha B’Av y la incredulidad y temor de los israelitas para entrar a la tierra prometida—. Este año, esta conexión se vuelve aún más prominente a la luz de nuestra porción de la Torá: esta es una de las primeras cosas a las que Moisés se refiere. Leemos en Números que, debido al informe desalentador de los espías, el pueblo de Israel lloró y entró en pánico y se negó a entrar a la tierra. Dios se puso furioso con el pueblo; y aunque les perdonó después de la intercesión de Moisés, aún así les castigó: «Entonces Jehová dijo: “Yo lo he perdonado conforme a tu dicho. Mas tan ciertamente como vivo yo… todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto… y no han oído mi voz, no verán la tierra…”».[3]

La tradición judía añade algunos detalles a esta famosa y triste historia. Cuando leemos: «Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró aquella noche»,[4] El Talmud añade: «Esa noche fue la noche del noveno de Av. El Santo, Bendito sea Él, les dijo: “ustedes lloran esta noche sin necesidad, y por lo tanto, estableceré para ustedes una verdadera tragedia sobre aquellos que llorarán en futuras generaciones”».[5]

Es un recuerdo muy serio para todos nosotros, ¿no es cierto? (no solo para aquellos que viven en Israel). Muchas veces las personas dicen: ¿De qué pecados está hablando? Soy una buena persona, no mato, no robo, no cometo adulterio. Bien, según la tradición judía, los espías fueron los mejores del pueblo —no mataron, no robaron y no cometieron adulterio—. Aún así, su pecado de incredulidad fue una cosa tan terrible ante los ojos de Dios que se nos recuerda cada año, y este año incluso dos veces: cuando esta semana leamos la porción de la torá en sabbat – y cuando ayunemos el domingo —en Tisha B’Av—.

[1] Hebreos 3:12.

[2] Hebreos 3:7,8.

[3] Números 14:20-23.

[4] Números 14:1.

[5] Taanit, 29a.

 

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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