Retrato Bíblico: Dios Nunca Dice «¡oops!»

Una promesa maravillosa

«Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: “No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande”».[1] Estamos en el capítulo 15 del libro de Génesis. Todo el diálogo en Génesis 15 es absolutamente maravilloso. Aquella noche, por primera vez, Abram expresó su dolor al Señor —por primera vez, él se quejó—. No sabemos si fue una decisión tomada conscientemente de forma anticipada que lo hizo decir esas palabras, o si fue el hecho de que ya no podía contener más el dolor y la decepción. Todo lo que sabemos es que, cuando Dios le dice a Abram: «…tu galardón será sobremanera grande», en lugar de una gratitud humilde y sumisa, en realidad escuchamos una queja resentida: «Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo?…» Así es como se lee la traducción en español. En hebreo, sin embargo, es incluso peor: «Anohi oleh ariri». La palabra ariri ( ערירי – escrita con la letra ayinsignifica «sin hijos, solitario, abandonado». Pero esa palabra también suena muy cercana a la raíz «maldición» (ariri escrita con la letra alef), que la amargura de esta afirmación es verdaderamente abrumadora: ¿estoy maldecido por no tener hijos y me hablas de un galardón? «Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?».[2]

Además Abraham repite esta queja dos veces para asegurarse de que su dolor y decepción sean claramente transmitidos al Señor. Por lo tanto, el versículo 3 del capítulo 15 simplemente reitera el segundo versículo, con la misma actitud resentida, casi enojado: «Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa».[3]

Es en esta conversación que Dios le promete un hijo: «No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará». Hasta ese momento Abraham tenía 85 años —menos de 100 años—, por supuesto, cuando Isaac iba a nacer, pero todavía no era exactamente un hombre joven. Sin embargo, él creyó lo que el Señor le dijo —y es aquí—, en este mismo lugar que la Torá dice aquellas famosas palabras sobre Abraham: «Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia».[4]

Una solución «perfecta»

Entonces, en el capítulo 16, donde comienza la historia de Agar e Ismael, ya sabemos dos cosas fundamentales sobre Abraham: su fe en Dios y su deseo de convertirse en padre. En primer lugar, ama a Dios con todo su corazón, cree en Él con la misma sinceridad, tiene una fe grande y ha demostrado su fe muchas veces al ser completamente obediente, sin reservas. Por otro lado, está desesperado por tener un hijo para ver a su heredero físico y espiritual «un hijo tuyo será el que te heredará». Esas dos cosas no solo definen a Abraham, sino que están entrelazadas en su corazón. Él sabe que Dios le prometió un hijo, cree con sinceridad en esta promesa —«y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia»— y está esperando que esta promesa se cumpla. No solo porque quiere desesperadamente convertirse en padre, sino también como muestra de fe y obediencia. Sabe que debe tener un hijo.

Por eso es que cuando Sara acude a él con su «plan de Agar», debe haber visto una solución perfecta para lo que parecía ser un problema sin solución. No solo estaba envejeciendo, sino que Sara también estaba envejeciendo. De hecho, ella ya era demasiado vieja, ya había pasado la edad de tener hijos, así que evidentemente no sería capaz de tener un hijo. Por otro lado, el Señor le prometió un descendiente «de su cuerpo», por lo que, obviamente, tenía que haber otra mujer para tener este hijo. Sin embargo, si esa mujer fuese una criada de Sara, su hijo todavía sería considerado legalmente hijo de Sara. ¡Brillante!

Fue un gran momento «¡Ajá!» para Abraham. Probablemente observó a su esposa con admiración, una vez más impresionado por su sabiduría. Tal vez se preguntó cómo Sara había descubierto el plan de Dios mientras él no lo había hecho. No solo estuvo de acuerdo con este plan con toda sinceridad, sin objeciones, sino que, puesto que creyó que era un designio y la voluntad de Dios, se apresuró a cumplirlo, como siempre lo había hecho en obediencia a la voluntad de Dios. «Y él se llegó a Agar, la cual concibió…».[5]

¿Estuvo feliz de acostarse con Agar? O, por el contrario, ¿fue un gran sacrificio y un gran esfuerzo para él? No encontramos nada dicho sobre sus sentimientos. Por lo tanto, ¿no es exactamente el caso cada vez que las Escrituras describen la obediencia de Abraham? Sea que leemos sobre él dejando su tierra, o separándose de Lot, o sacrificando a Isaac, no existe una sola palabra que describa sus sentimientos. Solo hay acción: «Y se fue Abram» «Y Abraham se levantó muy de mañana…» y una vez más: «Y Abraham se levantó muy de mañana…» Más de una o dos veces después de que Abraham comenzara a caminar con el Señor, lo vemos cumpliendo tareas muy difíciles, pero al describir esas tareas, la Biblia rara vez brinda información sobre sus pensamientos o emociones. Aunque sin duda no fue fácil, él realizó esas difíciles tareas una y otra vez, por amor y obediencia a Dios.

Esta vez, por lo tanto, estuvo equivocado. Por trágico que sea ver a las personas pecar contra Dios, voluntaria o conscientemente, o simplemente ignorándolo y cometiendo pecados terribles, es todavía más trágico ver a alguien que ama a Dios con todo su corazón cometer un error terrible por creer sinceramente que es la voluntad de Dios —y este es el caso de Abraham en nuestra historia—. ¿Cómo sé que fue un error? Las matemática simples pueden ser suficientes aquí: Fuimos testigos del encuentro de Abraham con Dios en el capítulo 15, cuando tenía 85 u 86 años. La próxima vez que escuchamos que el Señor le habla a Abraham es en el capítulo 17, cuando Abraham tenía 99 años. Durante 13 años, Dios no habló con él —¿fue porque no estuvo feliz con el intento de Abraham de lograr el cumplimiento de su promesa?—

Y por lo tanto, creo que Ismael también fue parte del plan de Dios desde el comienzo. Durante muchos años me he preguntado por qué Dios le dio esa promesa a Abraham: «…cuenta las estrellas, si las puedes contar… Así será tu descendencia»,[6] cuandode hecho, los judíos siempre han sido«el más insignificante de todos los pueblos».[7] Nuestros números son pequeños y no son impresionantes, especialmente si los comparamos con pueblos árabes, por ejemplo. Sin embargo, si creemos que en el capítulo 15, el Señor está hablando, no solo de la línea de Abraham/Isaac/Jacob, sino de los descendientes de Abraham, de ambos hijos —tanto los descendientes de Ismael como los descendientes de Isaac—, entonces no cabe duda de que la simiente de Abraham es, de hecho, tan incontable como las estrellas del cielo. Pero, si es así, significa que Dios ya anticipó a los descendientes de Ismael y que Ismael tuvo que ser parte de su plan desde el inicio. Dios nunca dice «¡oops!», muchas historias bíblicas (la historia de José, por ejemplo) nos muestran los errores y las malas acciones de las personas —sea que estén sinceramente equivocadas y engañadas o si pecan conscientemente y van en contra de Dios—, pero a través de todo eso, Dios está desarrollando su plan. La historia de Ismael tampoco fue una historia de «¡oops!»; Ismael tuvo que nacer, Dios lo vio desde el principio, —y por lo tanto—,  Él mismo le dio al niño este nombre especial: Dios escuchará. A través de las desilusiones y errores de los involucrados en esta historia, Él estaba desarrollando su plan…

 

 

[1] Génesis 15:1

[2] Génesis 15:2

[3] Génesis 15:3

[4] Génesis 15:6

[5] Génesis 16:4

[6] Génesis 15:5

[7] Deuteronomio 7:7

 

En esta serie están incluidos extractos de mi libro «Abraham had two sons», puedes obtener el libro y mis otros libros en mi página:  https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/   . Además de eso, mi libro «Unlocking the Scriptures» ya está publicado y disponible en Amazon. [Por el momento solo está en inglés]: https://www.amazon.com/s?k=unlocking+the+scriptures+by+julia+blum&crid=2IHYED6W7ZVYI&sprefix=julia+blum+%2Caps%2C689&ref=nb_sb_ss_i_4_11 

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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