Chukat: El Cambio Divino

Mis queridos lectores, aunque amo escribir sobre Abraham —y espero que hayan disfrutado al leerlo— he decidido hacer una pausa aquí para compartir con ustedes los comentarios de una de las porciones más importantes e interesantes de la Torá —Parashat Shavua Chukat— que estamos leyendo en este sabbat.

La novilla roja: el cambio sacro

El primer punto que hace que esta porción de la Torá sea muy especial, es el simple hecho de que ha habido un salto de 38 años desde la última porción. Hasta ahora hemos estado lidiando con los primeros dos años de peregrinación de Israel en el desierto; Chukat es la primera porción que inicia el verdadero movimiento del pueblo hacia la tierra. ¿Y qué es lo primero que Dios aborda cuando el pueblo de Israel está a punto de entrar en la tierra? Él habla de la división muy clara entre la vida y la muerte.

Esta porción inicia con la ley de la novilla roja —una de las leyes sacrificales menos comprendidas en el Antiguo Testamento—. Esta ley fue dada a los hijos de Israel para la purificación de aquellos que se vuelven ritualmente impuros por el contacto con un cadáver —la forma más elevada de impureza ritual—. Entonces, el propósito de esta ley fue «quitar la contaminación de la muerte que se interponía entre Dios y el hombre»,[1] ¿y no es interesante que esta sea la primera ley que Dios da a su pueblo cuando comienzan a avanzar hacia la tierra?

En el Nuevo Testamento, la novilla roja solo se menciona una vez, en Hebreos 9:13-14. Al igual que otros sacrificios del Antiguo Testamento, la ley de la novilla roja es vista como un tipo de sombra de la expiación de Jesucristo. El escritor de Hebreos deja claro que, si las cenizas de la novilla roja purificaron a los hijos de Israel de los cuerpos muertos, «cuánto más» la sangre de Cristo purificará a sus seguidores de las «obras muertas».

Sin embargo, existe un aspecto adicional profundo de este sacrificio que a menudo es pasado por alto por intérpretes cristianos: se refiere a «la ironía de este sacrificio, ya que aquellos que fueron una vez impuros se purifican, mientras que aquellos que fueron puros para comenzar con (el sacerdote y los asistentes) se vuelven impuros al participar en el ritual».[2]  El sacerdote se vuelve impuro para que el pueblo sea purificado; toma sobre sí mismo las impurezas rituales del hombre y, por lo tanto, se vuelve impuro:  «el sacerdote permanecerá impuro hasta el anochecer» ,y, al hacerlo, podría ser visto como un tipo de Jesucristo en el Nuevo Testamento, quien, al estar puro y sin pecado, se hizo cargo de la impureza y los pecados del pueblo para que el pueblo se volviera puro.

La serpiente de bronce

La historia de la serpiente de bronce es una de las historias más visuales y expresivas en la Torá. El comienzo de esta historia es muy tradicional. Ya estamos acostumbrados, incluso cansados de rebeliones interminables en el desierto —y estamos un poco sorprendidos y decepcionados de que después de estos 38 años—, la nueva generación, como sus padres, también «…habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”».[3]  Como respuesta, Dios envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos murieron por sus mordeduras. «Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes”».[4]

Fue su solicitud y su deseo —diría que un deseo bastante natural y comprensible— que el Señor los salvara de las serpientes. Y el Señor los salvó de las serpientes, pero su salvación llegó de una forma completamente inesperada. ¿No esperarían que él simplemente se lleve las serpientes si perdonara al pueblo y decidiera salvarlos de todas maneras ? En cambio, le da a Moisés una orden extremadamente extraña: «…Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta… Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta…».[5]

La Torá es como una radiografía espiritual: lo que es visible en el nivel de la superficie, se vuelve visible aquí. Con nuestras mentes racionales, podemos preguntarnos por qué. ¿Por qué todas estas preparaciones extrañas? ¿Por qué todo este trabajo en bronce, en lugar de simplemente quitar las serpientes? Sin embargo, esta historia nos muestra, de la manera más visual posible, uno de los principios básicos de la vida espiritual: cuando pecamos, cuando elegimos apartarnos de Dios, nuestra elección tiene consecuencias muy reales e inevitables. Esto cambia y distorsiona la realidad, sea dentro o fuera de nosotros (a menudo ambos), aunque estos cambios no siempre son tan visibles como en nuestra historia de la Torá. Más tarde, cuando las consecuencias de nuestro pecado inevitablemente comienzan a «mordernos», comenzamos a clamar a Dios, rogando que nos salve —que nos quite las serpientes, que nos quite las consecuencias—. Sin embargo, incluso Dios mismo no simplemente restaura las cosas como si nuestras elecciones pecaminosas nunca hubieran sucedido; incluso Él mismo no simplemente elimina nuestro pecado y el mal que causó.

Si leyéramos nuestro texto en hebreo, nos sorprendería la abundancia de los sonidos de silbidos aquí: Nashaj (morder), Nejash (serpiente), Nejoshet (bronce)… como si el silbido de las serpientes llenara estos versículos. No es del todo incidental que existan serpientes en esta historia: el primer pecado entró al mundo a través de la serpiente —la víbora— ¿y qué más, si no el pecado, —arrastrándose, silbando y mordiendo—, está representado por estas serpientes en nuestra porción de la Torá? Y no es suficiente simplemente quitar las serpientes, el veneno ya está en acción, por lo tanto, Dios tiene que traer un remedio para que todos los que fueron mordidos vivan.

¿Cuál es este remedio? Esta es la parte más sorprendente de la historia. ¿No esperarían un remedio completamente práctico para sanar las mordeduras de serpientes reales: algún medicamento, tratamiento, ungüento? En cambio, a los hijos de Israel simplemente se les dice que miren a la serpiente de bronce —con solo mirarla, vivirán—. No necesitan acercarse, tocarla o hacer algo con ella, solo tienen que mirarla. «…Y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía». El cambio ocurrió de nuevo.

Probablemente algunos de ellos dudaron, incluso se quejaron: «¿Qué bien puede hacer si solo miro a esta serpiente?» Pero es exactamente el punto de esta historia: no importa si su remedio cumple nuestras expectativas. ¿Recuerdan a Naamán, un comandante del ejército sirio, que tuvo lepra? Él fue donde el profeta Eliseo para que lo sanara, pero se puso furioso y casi se fue después de que el consejo de Elías no cumplió con sus expectativas. Dijo: «he aquí yo decía» y casi se perdió su propia sanación, solo porque pensó que debía realizarse de una manera diferente. ¿Con qué frecuencia nos perdemos algo que Dios está haciendo, solo porque pensamos que debería hacerse de forma diferente: «he aquí yo decía»?

Allí, en el desierto, Dios ofreció su sanidad a todos. Sin embargo, aunque extraño e inesperado como pudo haberse visto, fue la única manera de salvarse. Aquellos que eligieron mirar a la serpiente de bronce, vivieron, todos los demás perecieron. Probablemente ninguno de ellos entendió. Supongo que Moisés mismo no pudo entender por qué necesitó hacerlo, pero es exactamente de lo que trata la fe: obedecer a Dios, incluso cuando no entendemos. Y esta es la lección principal de la porción de la Torá Chukat.

Me gustaría recordarles, mis queridos lectores y seguidores, que tenemos un curso maravilloso en eTeacher donde pueden aprender de los comentarios de la Parashat Shavua junto con su interpretación del Nuevo Testamento. Como siempre, pueden contactarme para más información. Mi correo es juliab@eteachergroup.com

En este artículo están incluidos extractos de mis libros, pueden obtenerlos en mi página:  https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/   

Además mi último libro «Unlocking the Scriptures» ya está publicado y disponible en Amazon. [Por el momento solo está en inglés]: https://www.amazon.com/s?k=unlocking+the+scriptures+by+julia+blum&crid=2IHYED6W7ZVYI&sprefix=julia+blum+%2Caps%2C689&ref=nb_sb_ss_i_4_11

[1] Studia Antiqua Volume 4 | Number 1 Article 4 April 2005 , Mélbourne O’Banion The Law of the Red Heifer: A Type and Shadow of Jesus Christ,  p. 33.

[2] Ibid. , p. 35

[3] Números 21:5

[4] Números 21:7

[5] Números 21:8,9

 

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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