Retratos Bíblicos: Abraham (2)

Una hambruna en la tierra

¿Abraham recibió alguna recompensa por obedecer a Dios sin reservas? Si observamos las circunstancias de su vida antes de llegar a la tierra en completa obediencia al mandamiento de Dios, encontramos solo recompensas «invisibles» —aquellas vistas solo por fe—. Cuando «apareció Jehová a Abramy le dijo: “A tu descendencia daré esta tierra”», él y su familia aún vivían en tiendas y aún eran completamente extranjeros y recién llegados a la tierra. ¡Cómo amo esta interacción visible e invisible en la Palabra de Dios! Toda la Biblia trata del contraste entre las cosas que se ven y las que no. Esto nos enseña una y otra vez a vivir por fe, a tener certeza de las cosas que no se ven, enseñándonos a través de las historias y de las personas sobre las que leemos. La historia de Abraham probablemente es la primer historia en el Tanaj donde su contraste es muy obvio: en el campo invisible, Abraham es elegido por Dios para su plan y su pacto; algún día será el padre de una nación y de naciones. Él poseerá esta tierra. En el campo visible, sin embargo, él vive en tiendas, «habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena», e incluso eso no fue lo peor de todo. Para hacer peor el asunto, hubo una hambruna en la tierra: «Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra».[1]

Entonces Abraham, siendo de 75 años, obedeció a Dios e hizo algo que muchos de nosotros no seríamos capaces de hacer: «…siendo llamado, obedeció para salir… y salió sin saber a dónde iba».[2] Probablemente esperó algún tipo de recompensa por esta increíble obediencia, por esta acción verdaderamente sobresaliente —o tal vez, al menos su esposa lo esperó—. En cambio, lo primero que lo saludó a su llegada, fue una hambruna. Con todo el respeto a la matriarca bíblica, puedo imaginar que Sara le preguntó más de una vez a su esposo: «¿Por qué? Por favor recuérdame exactamente por qué llegamos aquí. ¿Por qué dejamos nuestras vidas cómodas y establecidas en Harán y llegamos aquí para vivir en tiendas, deambular de lugar en lugar y ahora morir de hambre?». Abraham tuvo una revelación personal, un llamado personal de Dios y una fe firme. Sara no tuvo nada de eso, y para ella, puedo imaginar que estas dificultades que «recompensaron» su movimiento sin precedentes, parecieron bastante irracionales, incluso injustas. Se debe tener una relación real con Dios para poder vivir por fe y estar seguro de las cosas que no se ven. Sara primero necesitaba experimentar el amor de Dios; solo luego sería capaz de vivir su vida por amor a Él. Con toda honestidad, creo que esta es la razón principal por la que Dios permitió que el espantoso y desagradable episodio egipcio fuera parte de la historia de Abraham —por el bien de Sara—.

Temiendo por su vida…

En nuestras próximas series —El retrato bíblico de Sara— veremos la historia egipcia a través de los ojos de Sara como la historia del poder y la fidelidad de Dios. En nuestro capítulo actual, sin embargo, solo estamos considerando la perspectiva de Abraham, y todo lo que vemos es una historia de debilidad e infidelidad humana. Para mí, sin embargo, todo el versículo sobre Abraham dirigiéndose a Egipto en la segunda mitad de Génesis 12, es absolutamente precioso porque nos enseña algunas lecciones valiosas. En primer lugar, aprendemos que ser obediente a Dios y permanecer en su voluntad no significa estar a salvo de todas las dificultades. Abraham hizo algo increíble al dejar todo atrás y aventurarse a una nueva tierra a su avanzada edad de 75 años, aunque lo primero que encontró en la tierra, en lugar de recompensa y bendición, fue esta hambruna.

¿Cuántas veces —demasiadas para contar— me han consolado estos versículos? Cuando hacemos algo que Dios pide que hagamos, esperando recompensa y bendición y puertas abiertas, pero en lugar de eso nos encontramos en una situación muy difícil, ¡qué consuelo saber que no estamos solos! Abraham experimentó esto mismo, así que realmente estamos en buena compañía.

Sin embargo, este versículo nos enseña mucho más. Las Escrituras no retratan a Abraham como un héroe de fe impecable, una especie de superhombre espiritual, y esta es la belleza de la Biblia, que nunca trata de embellecer a las personas que describe. Justo después de este increíble acto de completa obediencia y sin reservas, justo cuando llega a la tierra, Abraham baja a Egipto para escapar de la hambruna. Ni siquiera estoy segura de que este pequeño viaje haya sido aprobado por el Señor en primer lugar, pero las Escrituras no dicen nada al respecto. Mientras está en Egipto, por temor a su vida, hace algo que es muy difícil justificar o entender, y mucho menos imaginar a alguien que realmente lo hace: considera a su esposa como su hermana: «Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti».[3]

En el comienzo del capítulo 12, Abraham está dispuesto y es capaz de dejar todo y a todos atrás para obedecer a Dios, pero tan solo unos versículos después, el mismo hombre que acaba de cometer un acto de increíble coraje, comete un acto de increíble cobardía. Para mí, sin embargo, la fe y obediencia de Abraham se vuelven aún más preciosas después de esta historia. Ahora sabemos, sin ninguna duda, que no es un superhombre, que tuvo debilidades y miedos, que no es ni muy valiente ni valiente por naturaleza. Probablemente este hecho de ir a Egipto y mentir sobre su esposa expuso la falta de confianza de Abram, que fue necesario resolver. No es ocasionalmente que, después de su experiencia egipcia, lo encontremos entre «Bet-el y Hai».[4] En español estos  nombres no significan nada, pero en  hebreo, este texto es muy profundo y refleja el viaje espiritual de Abraham: Bet-el significa «casa de Dios» y Ai o Hai significa «montón de ruinas». Abraham estuvo entre la «casa de Dios»… y el «montón de ruinas».

Las personas a veces preguntan: «¿La voluntad de Dios fue que Abram bajara a Egipto?» Probablemente, la perfecta voluntad de Dios fue que Abram confiara en él, sin embargo, este «bajar» se volvió parte de «subir». La palabra hebrea para «bendición» ( ברכה; braja), tiene una etimología muy profunda; la explicación tradicional es que está conectada a la raíz ( ברך; berej) que significa «rodilla»: debemos arrodillarnos para obtener una bendición. Necesitamos humildad para ser bendecidos; necesitamos reconocer y admitir que no somos autosuficientes, que necesitamos su ayuda, que necesitamos su bendición. Creo que Abraham nunca hubiera alcanzado esas alturas de obediencia y confianza en el Señor, por el que es famoso y amado, si no hubiera atravesado esta dolorosa experiencia de un «montón de ruinas».

 

 

 

 

[1] Génesis 12:10

[2] Hebreos 11:8

[3] Génesis 12:13

[4] Génesis 13:3

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About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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