Retratos BÍblicos: Rebeca Y Sus Hijos

La historia perturbadora

Una querida amiga suele decir a menudo (citando las palabras de su rabino): busca siempre el “patrón menorá”. Recuerdo estas palabras cuando reconozco que no soy capaz de resumir toda la historia de Génesis 27 en un post como yo esperaba. Esto quiere decir que deberé finalizar esta serie la próxima vez, con Rebeca (7) —y no hoy con Rebeca (6)— y el “patrón menorá” ciertamente presenta una buena explicación del número 7. A parte de esto, necesitamos de verdad entender completamente qué sucedía en esta fascinante historia —siendo, sin lugar a dudas, una de las piezas claves de la narrativa bíblica—, Génesis 27 también presenta una de las historias más difíciles de este libro.

Todos conocemos la historia, muchos se refieren a ella como el robo de la bendición. No hay duda de que esta narrativa levanta muchas preguntas morales perturbadoras y de que cada personaje aquí es presentado a la luz de algo negativo. En primer lugar, desde luego, Jacob no sale muy favorecido: no solo actúa a espaldas de su hermano, peor aún, engaña efectivamente a su inocente y desprevenido padre. Isaac, el padre, por otra parte, frecuentemente se dice que es ciego, no solo físicamente, sino también espiritualmente, siendo incapaz de reconocer la voz de Dios. En cuanto a Rebeca —nuestro objetivo principal aquí— en este punto, la mayoría recuerda que es una hermana de Labán, el cual es astuto y avaro, tramposo y mentiroso: de tal palo tal astilla, o “la manzana nunca cae lejos del árbol”. También entendemos que el camino de Dios nunca puede ser pavimentado por la astucia y la avaricia humana.

Pero habiendo dicho esto, adentrémonos en la historia recordando que, después de todo, Dios todavía es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, que a pesar de esto, Rebeca es una de las matriarcas de Israel; y si Dios miró sus corazones —y sabemos que lo hizo, desde luego— y a pesar de todas sus debilidades y errores, e incluso pecados, Él todavía les encontró dignos de ser llamados por sus nombres —así que intentemos verlo como una historia de buena gente, que intentaron hacer la voluntad de Dios en sus vidas—. Intentemos mirar lo mejor de cada uno de ellos, empezando por Rebeca —tal como Dios mira lo mejor en cada uno de nosotros—.

 

¿Qué edad tenían los hermanos?

Cuando pensamos en esta historia, siempre imaginamos a dos hombres jóvenes peleando por la bendición de su padre. Las Escrituras no proporcionan la edad de ellos en el momento de la bendición, tampoco dice la edad de Isaac cuando presintió que moriría (a propósito, después de esto, vivió muchos años más). Sin embargo, tenemos una forma para calcular la edad de los hermanos, y aunque aquí estamos preocupados por Rebeca; aún es importante para nosotros saber cuánto tiempo guardó ella esta promesa en su corazón, esperando verla cumplida. Necesitamos saber eso para entender qué le pasaba a Rebeca cuando hizo su decisión rápida y crucial.

Vamos a involucrarnos en algunos cálculos basados en las Escrituras. Se nos dice que Jacob tenía 130 años cuando fue a Egipto.[1] ¿Qué edad tenía José entonces? La Torá dice que tenía 30 años “cuando fue presentado delante de Faraón” [2] y que después hubo 5 años de hambruna (ya habían pasado 7 años de abundancia) cuando José llamó a Jacob a Egipto. [3] Por lo tanto, José tenía alrededor de 30+7+(7-5)= 39 años cuando Jacob llegó a Egipto con 130. Eso significa que Jacob tenía 91 años cuando José nació —“porque lo había tenido en su vejez”—.[4]

En Padan-aram, después de que José naciera, Jacob pidió a Labán que le permitiera marcharse.[5] Sin embargo, Labán no le dejó marchar, y al final Jacob pasó 20 años más con Labán: 14 años por sus esposas y 6 por sus ovejas y ganado.[6] El momento cuando Jacob pidió a Labán que le dejase ir, debía ser después de estos primeros 14 años. Esto implicaría que Jacob llegó a Padan-aram cuando tenía 91-14=77 años. Lo cual quiere decir que “los muchachos” tenían 77 años en el momento de esta historia, y aunque sus 77 años probablemente se sintieran muy diferentes de como se sienten hoy en día, no eran exactamente hombres jóvenes. También quiere decir que Isaac tenía 137 años en aquel tiempo y que viviría 43 años más —murió cuando tenía 181—[7] (en algún punto, cuando tengamos una serie sobre Isaac, compartiré con ustedes por qué en aquel tiempo pensó en su muerte). Esto también quiere decir que durante mucho tiempo —durante 77 años— Rebeca había esperado fielmente el cumplimiento de la profecía que recibió durante el embarazo.

 

El dilema de Rebeca

Leemos que Rebeca escuchó la conversación de su marido con su hijo Esaú. En las traducciones inglesas, normalmente se traduce como “Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo”.[8] Sin embargo, en hebreo está claro que ella no era parte de esta conversación, y simplemente la oyó —ella la escuchó—.

No sabemos si Rebeca compartió el mensaje de Dios con su marido —pero si lo hizo—, probablemente fue mucho tiempo atrás, quizás 77 años atrás. Por otra parte, ella es la única que sabe con seguridad que Jacob está destinado a ser el heredero espiritual de Isaac, y parece ser que su relación y comunicación con Isaac no estaba en su mejor momento —algo había cambiado en su relación durante esos años—. Hablamos previamente sobre Isaac y Rebeca habiendo sido una pareja tierna y cariñosa, y desde luego lo eran. Pero ahora parece ser muy diferente: este pequeño detalle sobre Rebeca escuchando la conversación, dice mucho. Isaac estaba planeando bendecir a su primogénito y “olvidó” decírselo a Rebeca. Simplemente “sucedió que ella lo oyó” —¿o ella lo escuchó a propósito?— Esta bendición es un gran problema y debería ser un gran evento familiar; el hecho de que él no se lo dijese a ella, lamentablemente, significa mucho. Esta pareja, que acostumbraba a tener una relación tierna y muy cercana, ahora parece que casi no se comunican. ¿Es por causa de su favoritismo paternal, porque cada uno prefería a un hijo distinto? ¿O por el capítulo 26 —por otra historia de hermana/ esposa?— No se nos ha dicho, pero el hecho es que, ya no parecen hablar más y Rebeca, en su interior, está tomando su decisión. Probablemente ella hubiera estado aprensiva sobre tal evento, quizás incluso en busca de él. Y ahí está: en pocas horas, la bendición podría perderse para Jacob —o así lo pensó ella—. ¿Qué decidirá?

 

 

[1] Génesis 47:9

[2] Génesis 41:46

[3] Génesis 45:6,11

[4] Génesis 37:3

[5] Génesis 30:25

[6] Génesis 31:38,41

[7] Génesis 35:28,29

[8] Génesis 27:5

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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