Y El Señor Miró…

Mis queridos lectores, este blog nunca ha pretendido ser como una reacción a los eventos que nos rodean —y en todos estos años, he hecho lo mejor para seguir solamente con estudios bíblicos—, y no comentar sobre eventos que, de una forma u otra, estuvieron llenando los medios (y créanme que no es una tarea fácil cuando se vive en Jerusalén). Pero desde luego, la crisis que el mundo entero está enfrentando, no puede ser ignorada, incluso en estas páginas, por eso durante estas últimas semanas he intentado mantener un balance entre comentar la situación mundial y la enseñanza que se supone debo presentar aquí. De hecho, no es muy difícil, la Biblia nos da las respuestas.

La última vez comentamos sobre la plaga en el libro de Números —y cómo esta plaga fue detenida— esta vez hablaremos sobre la plaga en 1 Crónicas —y cómo esta plaga fue detenida—. Espero y ruego que de alguna forma, las palabras de este blog aporten esperanza y ánimo (y también quizá revelación) para ustedes en estos días de pruebas.

En 1 Crónicas 21 aprendemos sobre una plaga que fue enviada sobre Israel:

14 «Así el Señor envió una plaga sobre Israel, y murieron setenta mil hombres. 15 Y el Señor envió un ángel para que destruyera Jerusalén».

– y después leemos una línea muy enigmática:

«Pero cuando el ángel lo estaba haciendo, el Señor lo miró y se arrepintió de aquel desastre».[1]

¿Qué es lo que miró el Señor? La traducción normalmente añade «lo», y aunque no está suficientemente claro que significa este «lo» aquí, un lector puede suponer incluso que el Señor vio algún objeto —algún objeto en concreto, algo tangible—. Sin embargo, cuando lo leemos en hebreo, es verdaderamente obvio que la frase no especifica que és lo que miró el Señor. El Señor miró (ראה יהוה) – pero, ¿qué vio Él? ¿Qué fue lo que lo detuvo? ¿Por qué detuvo la plaga «y se arrepintió de aquel desastre»? ¿No es esta la pregunta de vital importancia para nosotros hoy?

Por supuesto, los comentaristas judíos notaron esta omisión y se hicieron la pregunta mucho tiempo atrás. Por ejemplo, estos son los comentarios que encontramos en el Midrásh Melkita del Rabino Ismael:

«Y cuando estaba a punto de destruir, el Señor miró y se arrepintió del mal» (1 Crónicas 21:15). ¿Qué miró? Él contempló la sangre de la Aqedá de Isaac —y Su compasión inmediatamente conquistó Su ira y Él redime y libera—.

¿A qué se refiere este comentario? Durante nuestras clases «Discovering the Hebrew Torah» (Descubriendo la Torá Hebrea), normalmente les contaría a mis estudiantes sobre una tradición hagádica que muchos cristianos no conocen: en algún momento existió una tradición en el judaísmo, destacando que Isaac realmente fue sacrificado o quemado y después resucitó de los muertos. En este midrashím, se dice explícitamente que Isaac fue el cordero para la ofrenda quemada: אתה השה לעלה בני – «tú eres el cordero, mi hijo». «Las cenizas de Isaac» y «la sangre de Isaac», aunque contradicen el pleno significado de las Escrituras, son preservadas por esa tradición. Algunos midrashím afirman claramente que Abraham ofreció dos sacrificios —empezó con el sacrificio de su hijo y finalizó con el sacrificio del carnero— pero aunque los comentarios no confirman esto explícitamente, todavía comparten la misma intuición: el punto común importante es que «la sangre de la Aqedá de Isaac» es servir para siempre como expiación y defensa de Israel en cada generación. «Y siempre que los descendientes de Isaac están en apuros, Él… mira la sangre de su Aqedá, y la compasión le llena de tal manera que abandona la cólera de Su ira sobre Su ciudad y Su pueblo» (1,57). Según el midrashím, es exactamente lo que Abraham pide en el Monte Moriá. Por ejemplo, en el Midrásh Bereshít Rabbah, R.Phineas dijo en nombre de R.Banai: «Él rogó: “Soberano del Universo. Mira como si yo primero hubiese sacrificado a mi hijo Isaac y después al carnero en su lugar”» (en lugar de tahat, entendido como en el versículo «Y Jotam su hijo reinó en su lugar» (2 Reyes 15:7), donde el significado debería decir «después» de él). Abraham continúa (al menos en el Midrásh): «Aún así sea hecha Tú voluntad, oh Señor nuestro Dios, que cuando los hijos de Isaac estén en apuros, Tú recuerdes esta atadura en su favor y seas lleno de compasión por ellos».

Según la opinión académica, en algún momento entre el siglo II a.C. y el comienzo de la era cristiana, se estableció una nueva doctrina: la expiación por los pecados de Israel resultó tanto por el auto ofrecimiento de Isaac como por el derramamiento de su sangre. Desde luego, la Aqedá no solo fue considerada un sacrificio verdadero y genuino, sino por el libre consentimiento de la víctima —una característica única que lo distingue, y lo eleva por encima de cualquier otro sacrificio— se volvió «el sacrificio por excelencia», cuyos beneficios duraderos se dejarían sentir durante mucho tiempo. Desde entonces, se pensó que la atadura de Isaac había jugado un papel único en toda la economía de la salvación de Israel y en tener un efecto redentor permanente en beneficio de su pueblo —y eso lo podemos ver claramente en nuestra historia de 1 Crónicas 21—.

¿Por qué estamos comentando esta historia hoy?  Aunque el cristianismo moderno, cualquiera que sea su forma (católica, ortodoxa o evangélica), son mundos aparte del judaísmo moderno, no podemos pasar por alto este punto importante: el cristianismo incipiente (que en aquel tiempo no fue «cristianismo»), y el  judaísmo incipiente compartieron la misma intuición sobre el desarrollo de la teoría bíblica de la redención —un hecho que reunió a las dos religiones más cercanas, porque vemos el mismo motivo de la muerte redentora del justo trayendo salvación— pero con un personaje redentor distinto en el centro. Creo que ahora, con todo lo que se ha dicho, estarán capacitados para leer la historia de 1 de Crónicas bajo una luz distinta: ¿Qué miró el Señor?

 

[1] 1 Crónicas 21:14-15.

 

Mis queridos lectores, en estos días de prueba, todos necesitamos motivación. Al mismo tiempo, La Pascua se aproxima —y este es el tiempo de los regalos—. Por eso, una vez más, y solo pocos días antes de la Pascua (comenzando mañana 3 de abril), pueden descargar gratis mi libro desde Amazon, esta vez «Unlocking the Scriptures». Espero que los bendiga y motive verdaderamente —y si les gusta el libro y también quieren bendecirme—, por favor, tomen unos pocos minutos para escribir un comentario sobre este libro en Amazon.

Si estos artículos abrieron su apetito por descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, estaré muy contenta en facilitar más información (y también un descuento de maestro para nuevos estudiantes) respecto a los cursos de eTeacher (juliab@eteachergroup.com).

 

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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