Descifrando Los Evangelios Con El Tanach: Lucas (3)

Seguimos con nuestro viaje a través de los primeros capítulos de Lucas —mi Evangelio favorito—. Hasta ahora hemos visto algunos detalles interesantes en el primer capítulo; hoy vamos a comentar sobre el segundo capítulo del Evangelio de Lucas.

¿CUÁNDO NACIÓ JESÚS?

En Lucas 2, un ángel se apareció a los pastores en el campo y les dijo: “he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo”. ¿Cuándo sucedió esto? Los escritores de los Evangelios, o bien no conocían el tiempo del nacimiento de Jesús, o no lo consideraban importante, por eso solo podemos especular. Desde luego, la fecha tradicional es el 25 de diciembre, pero la Biblia en ningún lugar señala que Él haya nacido en invierno. Así pues, ¿cuando nació Jesús?

Como muchos de ustedes probablemente saben, algunos creyentes mesiánicos celebran el nacimiento de Jesús durante Sukkot (la Fiesta de los Tabernáculos). ¿Hay alguna evidencia histórica o de las Escrituras para eso? El primer argumento y el más obvio, tiene que ver con el tiempo: los pastores no estarían en el campo durante diciembre debido al frío y las húmedas condiciones en Judea durante esa época del año. Por otra parte, principios de otoño —el tiempo de Sukkot— concuerda perfectamente con el relato de Lucas.

Segundo, el padre de Juan el Bautista, Zacarías “pertenecía a la división sacerdotal de Abías”. Los veinticuatro cursos de sacerdocio del Templo se encuentran en 1 Crónicas 24. Los cálculos hechos han demostrado que la división de Abías sirvió en junio. Si Elisabet concibió justo después, su sexto mes de embarazo habría sido en diciembre o enero. Este fue el momento del anuncio de Gabriel a Miriam, y por lo tanto, Jesús habría nacido nueve meses después, alrededor de septiembre.

Sin embargo, los argumentos más cruciales son teológicos. Aquí hay algunos de los razonamientos:

Primero que todo, a Sukkot se le llama zman simchateynu, “la época de nuestra alegría”. ¿No sería el tiempo más apropiado para proclamar nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo”?

Segundo, cuando Juan dice que y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, podríamos verlo como una alusión de Jesús viniendo a este mundo durante la Fiesta de los Tabernáculos.

Encontramos una tercera razón posible en la profecía de Zacarías, cuando leemos que, al final de los días, todas las naciones acudirán para celebrar la festividad de Sukkot: Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron contra Jerusalén, subirán de año en año para adorar al Rey, a Jehová de los ejércitos, y a celebrar la fiesta de los tabernáculos”. Fue el diseño original de Dios que la festividad de Sukkot traería a las naciones del mundo al Dios verdadero. Así pues, trayendo las naciones del mundo a reconocer y adorar al Dios de Israel, es sin lugar a dudas, un tema común, tanto para Sukkot como para la misión y ministerio de Jesús.

PIDYON HABEN (REDENCIÓN DEL PRIMOGÉNITO)

Una de las proclamaciones más conocidas del cristianismo es el himno profético de Simeón, cuando en el Templo, el anciano Simeón tomó a Jesús en sus brazos y glorificó a Dios (Lucas 2:29-32). ¿Por qué Jesús fue llevado al Templo? “… le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor)”.[1] Lucas se refiere aquí a la ceremonia de Pidyon Haben. Demos una mirada a esta ceremonia.

Según la Torá, cada primogénito (cuyos padres no son de la tribu de Leví) tiene que pasar por la ceremonia de Pidyon Haben —la Ceremonia de  Redención del Primogénito—.[2] La ceremonia consiste en la presentación formal del niño al kohen, acompañado por bendiciones, después de las cuales se ha de pagar el precio de la redención con cinco shekels.

Ya que Jesús fue el hijo primogénito de Miriam (de la línea de Judá, no de Leví), Él debía ser redimido. La presentación y redención podía ser hecha por cualquier sacerdote, no solo en Jerusalén, sino que dado que Belén estaba a tan solo seis millas de Jerusalén, María y José fueron al Templo para las dos ceremonias: la purificación de María y Pidyon Ha-Ben. Probablemente fue después de la ceremonia, cuando Simeón y Ana —quienes fueron guiados por el Espíritu Santo— profetizaron y bendijeron al bebé.

¿QUÉ HAY DE LA CIRCUNCISIÓN?

Abram tenía 99 años cuando Dios se le apareció para renovar y confirmar el pacto que Él le había hecho. En compensación a este pacto establecido, Dios le dio a Abram y a su descendencia, el rito de la circuncisión: una señal externa en la carne como señal y sello de una realidad interna.[3] Sin embargo, en el Nuevo Testamento leemos de una circuncisión diferente —la circuncisión del corazón—. Según Pablo, un creyente en Jesús pasa por una “circuncisión espiritual en Cristo” —una circuncisión ‘no hecha por manos’—: En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano… en la circuncisión de Cristo”.[4]  ¿Fue esto un concepto nuevo? ¿Y significaba que bajo el Nuevo Pacto, la circuncisión “física” ya no era necesaria?

Primero que todo, es importante comprender que el concepto de “circuncisión espiritual” —“la circuncisión del corazón”— ya está presente en el libro de Deuteronomio: Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón[5] Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia”.[6] Por eso, todo el tema de la circuncisión interna o espiritual —la circuncisión del corazón— vino de la Torá y de ningún modo significa un nuevo concepto en los tiempos de Jesús. Sin lugar a dudas el tema fue desarrollado en el Nuevo Testamento, pero de ningún modo fue un nuevo concepto.

Sin embargo, incluso antes de encontrar “la circuncisión del corazón” en el Nuevo Testamento, escuchamos de la “circuncisión de la carne”. Del Evangelio de Lucas sabemos que tanto Juan el Bautista como el mismo Jesús fueron circuncidados (y nombrados) al octavo día (Lucas 1:59; 2:21). Así pues, el rito de la circuncisión dado a Abraham y su descendencia es una señal de que habían aceptado el pacto de Dios y pertenecían a Dios —el rito que siempre ha sido observado por el pueblo judío— también es claramente observado en el Nuevo Testamento.

Lucas, tanto si fue judío como si no, no registra los hechos normales alrededor del nacimiento de Jesús y Su infancia. Él nos cuenta solo los eventos destacados y proféticos como el mensaje angelical a los pastores y la bendición de Simeón y Ana, no escribe sobre aquellos detalles de la vida de Jesús que fueron evidentes para sus contemporáneos. Desafortunadamente, no son tan evidentes para nosotros hoy en día, y precisamente por eso, para nosotros es de vital importancia comprender el contexto histórico y cultural del Nuevo Testamento: ver esos textos como textos del segundo Templo judío y ser capaces de leerlos a través de los ojos del segundo Templo judío.

 

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[1] Lucas 2:22,23

[2] Números 3:46-47; 8:16-18; 18:16

[3] Génesis 17

[4] Colosenses 2:11

[5] Deuteronomio 10:16

[6] Deuteronomio 30:6

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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