PorciÓn De La TorÁ En La Actualidad: Toldot

UN MARIDO PIADOSO

Nuestra porción de la Torá comienza en Génesis 25. Al final del capítulo anterior, Isaac y Rebeca se conocieron y todos fuimos testigos de esta asombrosa transformación, de cómo la historia de fe se transformó en una historia de amor: Entonces Isaac… tomó a Rebeca por mujer, y la amó” (יֶּאֱהָבֶ֑הָ).

Génesis 25 nos explica sobre la familia de Isaac y Rebeca. Antes de decir algo sobre este matrimonio, déjame recordarte que Isaac fue el único patriarca que permaneció monógamo (a diferencia de Abraham y Jacob): Rebeca fue su única esposa durante toda su vida. Creo que este hecho ya habla por si solo. Sin embargo, hay más. Hay un versículo en Génesis 25 que invariablemente toca mi corazón: Y oró Isaac a JEHOVÁ por su mujer, que era estéril; y lo aceptó JEHOVÁ, y concibió Rebeca su mujer…” Este versículo nos proporciona una visión del matrimonio, de la cercanía e íntima relación de la pareja, porque hay varias cosas, especialmente en hebreo, que hacen que este versículo sea especial.

Primero que todo, es muy significativo el hecho mismo de que Isaac rogase por su esposa. Tanto Sara, la esposa de Abraham, como Raquel, la esposa de Jacob, fueron estériles durante un tiempo, aun así no escuchamos ni una palabra en las Escrituras diciendo que Abraham oró por Sara. Todavía fue peor con Jacob: cuando Raquel se quejó por su esterilidad, Jacob se enfadó y dijo: “¿Estoy yo en el lugar de Dios?” Quizá ellos también oraron —sin embargo—, las Escrituras nos hablan explícitamente de Isaac “orando al SEÑOR” en favor de su esposa que era estéril.

Segundo, la elección de las palabras de este versículo en hebreo, es remarcable. La palabra “oró”, aquí (en muchas traducciones es “suplicó”) se refiere a la palabra hebrea יֶעְתַּר (ye’etar), que tiene la connotación de comprometerse apasionadamente a seguir, hasta que el resultado deseado sea alcanzado. Aún más notable es el hecho de que ambas frases: “Y oró Isaac a JEHOVÁ” y lo aceptó JEHOVÁ”, usan la misma raíz pero en hebreo: cuando Isaac suplicó (וַיֶּעְתַּ֙ר יִצְחָ֤ק) al Señor, el Señor le suplicó de vuelta y respondió a su súplica (וַיֵּעָ֤תֶר לוֹ֙ יְהוָ֔ה).

Toda esta dinámica entre la súplica de Isaac y la respuesta del Señor está completamente perdida en la traducción, porque ambas frases son traducidas con verbos absolutamente diferentes. Y aún así, comprendemos que es esta dinámica, este compromiso de seguir y presionar, la que trajo el resultado deseado: el SEÑOR le respondió y Rebeca, su esposa, concibió. Rashi escribe: Él (Dios) se permitió a Sí mismo ser suplicado, aplacado y sacudido por él”.

UNA ESPOSA PIADOSA

Recordamos que esta jovencita fue al pozo cuando el criado estaba orando allí. Incluso entonces, Rebeca demostró tener un corazón amable, servicial y humilde —ofreciéndose a sacar agua para diez camellos, un trabajo enorme y exhaustivo para una muchacha—. Ella no creció en una familia creyente, tal como sucedió con Isaac, y no conoció a Dios como Isaac le conoció —sin embargo—, Dios la tocó y llamó ese día por medio de Eleazar, fue tan real que ella al momento decidió que le quería en su vida y se rindió a Él. Ella todavía no conocía a Dios —aún así, ella deseó tenerlo en su vida—.

Han pasado veinte años, y ahora vemos a Rebeca conociendo a Dios y permaneciendo firme y madura en la fe. Cuando ella concibió, como respuesta de Dios a la fiel intercesión de su marido, y luego comenzó a sentir vigorosos movimientos en su vientre, ella fue a consultarlo al Señor:

“Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a JEHOVÁ”.

Es importante señalar que las palabras “consultar a JEHOVÁ” pertenecen aquí a la misma expresión (אֶת־יְהוָֽה׃ לִדְרֹ֥שׁ  ) que algunas veces es traducida como “buscar al Señor”. Por ejemplo, leemos en Deuteronomio: “Mas si desde allí buscares a JEHOVÁ tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma”,  תִדְרְשֶׁ֔נּוּ בְּכָל־לְבָבְךָ֖ וּבְכָל־נַפְשֶֽׁךָ׃. Esta expresión no aparece a menudo en la Torá, y cuando aparece, nunca se refiere a una mujer —excepto aquí—.Rebeca es verdaderamente un personaje único: es la única mujer en la Biblia de quien se dice explícitamente que ella “fue a consultar al Señor”. Entonces no es de extrañar que ella escuchara realmente al Señor —porque ella fue a buscarle—.

LOS PADRES

Creo que todos estamos familiarizados con la respuesta del Señor —la profecía que define las vidas de Jacob y Esaú—. También todos conocemos la conflictiva historia de Jacob con su hermano: la historia completa de Jacob fue enormemente afectada, incluso modelada por este conflicto. Además, aunque el patrón de los hermanos se extiende a lo largo de todo el libro de Génesis, Jacob y Esaú —a diferencia de Isaac e Ismael, por ejemplo, o de José y sus hermanos— tenían los mismos padres (padres cariñosos y piadosos, tal como hemos visto). Así que, ¿cómo sucedió esta terrible división entre los hermanos?

Está claro, el favoritismo paternal jugó un papel muy importante en el conflicto de los hermanos —de otra forma, no nos hubiesen dicho nada al respecto—. Sin embargo, la Torá no nos proporciona ningún juicio o explicación: no lo justifica, no lo excusa, no proporciona ningún comentario, simplemente muestra los hechos: “Y amó Isaac a Esaú… mas Rebeca amaba a Jacob”. Vamos a intentar resolver la pregunta, entonces: ¿por qué sucedió este favoritismo y como empezó? ¿Por qué Isaac amó a Esaú? ¿Por qué Rebeca amó a Jacob?

Empezaremos con los antecedentes de los padres, de Isaac y Rebeca. Primero, Isaac es un “sabra”, como diríamos hoy en día: él nació en la Tierra, y es el único de los patriarcas que nunca estuvo fuera del país (nunca fue un bahul, tal como diríamos hoy en día en hebreo). Obedeciendo al mandato de Dios, ni siquiera dejó la Tierra en tiempo de hambruna.[1] Él pertenece a esta Tierra —y en eso es diferente a su madre y a su padre—: como sabemos, ellos llegaron a la Tierra siguiendo el llamado de Dios —ambos fueron emigrantes—.

Isaac no solo nació en la Tierra y está conectado con la Tierra, él también trabaja la Tierra. Él intenta algo que su padre nunca hizo, se convirtió en el primer agricultor de la familia: siembra y cosecha y en ello es extremadamente bendecido. “Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo JEHOVÁ”.[2] Isaac siempre fue un “hombre de la Tierra” —pero después de eso, vino a ser “un hombre del campo”—.

Rebeca, por otra parte, es una emigrante en esta Tierra, viniendo de una cultura y antecedentes completamente diferentes. Más aún, el mismo versículo que nos informa del amor de Isaac por Rebeca, también nos dice que “y la trajo Isaac a la tienda de su madre Sara”.[3] A partir de ahí, el lugar de Rebeca en la tienda fue el de su difunta suegra.

Ya mencioné en estas páginas un precioso libro de Israel Yuval, Two nations in your womb. Tal como Yuval escribe, esta tensión entre Isaac, el hombre de campo y Rebeca, oculta en la tienda, es una metáfora del dualismo entre dos personalidades y dos símbolos. “El campo es la arena de quien vive y actúa en la naturaleza, al aire libre, mientras que la tienda es el símbolo de la quietud y la clausura. Así pues, la diferencia entre los dos progenitores marca la escena para las diferencias entre los hijos, los mellizos que peleaban el uno contra el otro”.[4]

Para poder continuar, necesitamos algo de hebreo aquí. Mientras que la mayoría de traducciones inglesas llaman a Esaú “un hombre al aire libre” el texto hebreo lo llama “un hombre de campo”: y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo.[5] Por esta razón Isaac amó a Esaú: aunque probablemente ellos no tuvieron el mismo carácter, ambos fueron “hombres de campo”; ambos amaron la naturaleza y es muy posible que pasaron mucho tiempo juntos al aire libre. “Mira, el olor de mi hijo, como el olor del campo que Jehová ha bendecido”.[6]

Por otra parte, la madre, que estuvo sentada en la tienda, probablemente pasó mucho tiempo con Jacob, quien fue varón quieto, que habitaba en tiendas”.[7] Así pues, Isaac tuvo un lazo especial con Esaú, mientras que Rebeca estuvo mucho más conectada con Jacob: Y amó Isaac a Esaú… mas Rebeca amaba a Jacob”.[8] Isaac y Rebeca, tan piadosos como fueron, aún tenían sus antecedentes naturales y personalidades naturales —y parece que esta terrible división entre los hermanos tuvo su origen en la historia de los padres—.

Muchas de las cosas que has leído aquí se las contamos a nuestros alumnos durante las clases DHB (Discovering  Hebrew Bible: Descubriendo la Biblia Hebrea) o WTP (Weekly Toráh Portion: Porción Semanal de la Torá). Si estos artículos te animan a descubrir los tesoros ocultos de la Biblia hebrea, a estudiar en profundidad la Parashat Shavua, junto con aspectos del Nuevo Testamento, estaría muy satisfecha en darte más información (y también un descuento de maestro para nuevos estudiantes) respecto a cursos de eTeacher (juliab@eteachergroup.com). También, si te gustaron los artículos de este blog, quizá te gusten mis libros, puedes obtenerlos a través de mi página: https://blog.israelbiblicalstudies.com/julia-blum/

[1] Génesis 26:2

[2] Génesis 26:12

[3] Génesis 24:67

[4] Israel Yuval, Two nations in your womb, p. 32.

[5] Génesis 25:27

[6] Génesis 27:27

[7] Génesis 25:27

[8] Génesis 25:28

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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