PRIMERO ARRIBA, DESPUÉS ABAJO
En nuestra última porción de la Torá, Isaac envió a Jacob a Padan-Aram, para tomar una esposa de allí. Todos sabemos que esto sucedió después de la historia de la “bendición robada” —la bendición que Jacob recibió de Isaac mientras se hacía pasar por Esaú— y que Jacob realmente estaba huyendo de su hermano. Sin casa, atemorizado y exhausto, en el camino de Beerseba a Harán, Jacob se detuvo en cierto lugar para descansar durante la noche. “ Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella”. “La escalera de Jacob” es uno de los encuentros más famosos con Dios de la Biblia, y ciertamente ha habido muchas interpretaciones de este sueño —estoy segura que conocen algunos de ellos— pero alguna vez se han preguntado, ¿por qué los ángeles, los habitantes del cielo, primero ascienden y solo después descienden?
Me gustaría compartir aquí algunos comentarios judíos que quizá no conocen. En el Midrash Tanhuma, por ejemplo, la escalera se toma como la escalera de la historia. La ascensión de una nación implica el descenso de su antecesor. La escalera no es una escalera sin final, sino que el Señor está en la parte superior, como Maestro de la historia, asegurándonos que el orgullo y el despotismo se reducirán, hasta que Su soberanía sea reconocida.
El famoso comentarista judío Rashi tiene otro enfoque para este texto. Él lo aplica en un sentido sencillo. La interpretación de Rashi se basa en dos grupos de ángeles, primero ascendiendo la escalera y después descendiendo: Olim VeYordim. Rashi explica: los ángeles que acompañaron a Jacob en Tierra Santa no salen de Tierra Santa. Por eso ellos ascienden al Cielo; entonces otro grupo de ángeles desciende para acompañarlo a salir de Tierra Santa. Cuando Jacob estuvo fuera de la Tierra, él necesitó diferentes guardianes de aquellos que le protegieron en su tierra natal. Es interesante que, cuando Jacob regresa a su Tierra, escuchamos otra vez que dos grupos de ángeles le salen al encuentro (ver aquí el artículo “Mahanayim”).
También existen otras interpretaciones interesantes basadas en la gematría —método interpretativo judío que calcula el valor numérico de una palabra y entonces la compara con otra del mismo valor—. El valor numérico de la palabra sulam (escalera en hebreo) es 130: סֻלָּם: (samekh-lamed-mem=60+30+40). Sorprendentemente, 130 también es el valor de la palabra Sinaí, otro momento crucial en la historia judía cuando el Cielo y la Tierra se encontraron:סיני (samech-yod-nun-yod = 60-10-50-10). Así pues, en gematría, la escalera de Jacob representa la entrega de la Torá en el Monte Sinaí.
LA EDAD NO ES OBSTÁCULO PARA EL AMOR
La historia de amor de Jacob y Raquel es una de las historias más románticas y hermosas de la Biblia. Mientras leemos una descripción muy gráfica de su primer encuentro en el pozo, el lector cristiano, normalmente imagina a un hombre joven que está nervioso por ver a esta hermosa joven, que por sí solo rodó la piedra que varios hombres se suponía debían rodar juntos. Sin embargo, en la tradición judía encontramos una imagen muy diferente. ¿Qué edad tenía Jacob cuando se enamoró de Raquel?
Jacob tenía 130 años cuando fue a Egipto.[1] ¿Entonces qué edad tenía José? José tenía 30 años “cuando fue presentado delante de Faraón«.[2] Habían pasado cinco años de hambruna cuando José llamó a Jacob a Egipto,[3] lo que significa que José tenía 30+7+(7-5) = 39 años cuando Jacob llegó a Egipto a la edad de 130. Por lo tanto, Jacob tenía 91 años cuando engendró a José (desde luego, “lo había tenido en su vejez”).[4]
En Padan Aram, después de que naciese José, Jacob le pidió a Labán que le dejase partir. Aunque él no se había marchado en todo ese tiempo, y sabemos que pasó un total de 20 años con Labán: 14 años por sus esposas y seis por sus ovejas y ganado.[5] Esto significa que después de que José nació, Jacob estuvo otros seis años. Lo que implica que Jacob llegó a Padan Aram y vio a Raquel por primera vez, cuando él tenía 91-14=77 años.
El concepto bíblico de edad difiere significativamente de nuestra comprensión moderna, y la historia de un Jacob de 77 años enamorándose de Raquel (y haciendo rodar piedras solo) viene a probarlo. En hebreo, la edad de una persona se expresa de manera muy interesante: para decir que José tenía 30 años, las Escrituras literalmente nos dicen que “era José de edad de treinta años”, Jacob era “hijo de 77″ cuando se encontró con Raquel.
¿QUÉ ROBÓ JACOB?
En Génesis 31, después de largos años sirviendo a Labán, Jacob decide regresar a su tierra. Coge a su familia y sus pertenencias y —¡allá va!— Por alguna razón, su esposa Raquel roba (ותגנב רחל) los ídolos de su padre (Génesis 31:18). La palabra תגנב aquí, no debe tomarse a la ligera: es la misma palabra que tenemos en los Diez Mandamientos. Cuando Labán lo alcanza y lo acusa por robar sus ídolos, Jacob es insultado con tal suposición. Él está convencido de que no puede haber nada robado en su campamento. Jacob sabe que robar es un grave pecado, incluso pensar en que podía, de alguna manera, haber estar involucrado en el robo, es insoportable para él. Indignado por la acusación, y no sabiendo del robo de su esposa, invita a Labán a buscar por todo el campamento.
Sin embargo, no es consciente de que él también ha cometido un robo. Para nuestra gran sorpresa, en el siguiente versículo después del robo de Raquel, la misma palabra se refiere a Jacob: ויגנב יעקב. Así que, también descubrimos que Jacob robó: —él “robó el corazón de Labán”— porque no le informó que se marchaba con todas sus esposas e hijos, es decir, las hijas de Labán y sus nietos. Su partida, o mejor dicho su huída, fue tan desagradable y malvada, que las Escrituras, con la misma palabra, lo acusan también de este pecado: ויגנב יעקב את-לב לבן (Génesis 31:19).
Jacob no pensó que “robar el corazón” o engañar, fuese un pecado. Cuando leemos la Biblia, no hay nada sobre el robo de Jacob en esta historia. Sin embargo, en hebreo la palabra ganav (גנב) se repite dos veces —y acusa tanto a Raquel como a Jacob del pecado del robo—. El mensaje de las Escrituras es claro: robar el corazón es también un grave pecado a los ojos de Dios.
DOS CAMPAMENTOS
«Jacob siguió su camino, y le salieron al encuentro ángeles de Dios«.[6]
En Génesis 32, encontramos un breve reportaje referente al encuentro de Jacob con los ángeles. Jacob va camino hacia la Tierra después de 20 años de exilio, y algo remarcable le sucede: “y le salieron al encuentro ángeles de Dios”. Este relato es muy breve —especialmente si lo comparamos con el primer encuentro con los ángeles en su famoso sueño del capítulo 28—. Sin embargo, cuando leemos en hebreo, esto nos revela un detalle sorprendente e intrigante que solo puede verse en hebreo.
“Y dijo Jacob cuando los vio: Campamento de Dios es este; y llamó el nombre de aquel lugar Mahanaim”.[7] Sin embargo, Mahanaim es una construcción dual de la palabra “mahane” (campamento), por eso Jacob ,de hecho, llamó al lugar “dos campamentos”. ¿Por qué? Según Rashi, Jacob, de hecho vio dos grupos de ángeles exactamente como en su sueño —dos campamentos separados: uno de ángeles en el exterior de la Tierra, que llegaron allí con él y uno de los ángeles de Israel, quienes vinieron a recibirle—. “Mahanaim” significa “dos campamentos” —no uno—y si aceptamos el enfoque de Rashi o no, el texto hebreo deja claro que Jacob vio dos campamentos de ángeles.
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[2] Génesis 41:46
[3] Génesis 45:6,11
[4] Génesis 37:3
[5] Génesis 31:41
[6] Génesis 32:1
[7] Génesis 32:2
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