Retratos BÍblicos: JudÁ (2)

Seguimos dibujando nuestro retrato bíblico —en estas páginas seguimos observando a Judá—. Hemos visto que al colocar la historia inmediatamente después de la venta de José, la Torá nos hace saber que las historias están conectadas. Antes de que el lector profundice en la saga de José y siga la transformación del carácter de José, la Escritura nos muestra la transformación del carácter de Judá. En el capítulo 37, en medio del horroroso crimen de los hermanos, somos testigos de la sorprendente autoridad que tenía la voz de Judá: fue de acuerdo a la sugerencia de Judá que José fuera vendido. Esta autoridad, don especial de Dios a la tribu de Judá, fue evidente incluso después, pero es aquí, en la historia de Judá y Tamar en el capítulo 38, que vemos realmente los frutos del trabajo de Dios en su corazón. La transformación de su corazón y de su carácter.

DOS HIJOS

Podríamos recordar que Judá se separó de sus hermanos y que el Midrash lo explica por el hecho de que sus hermanos culparon a Judá por la venta de José. Sin ver esta conexión entre las historias, el principio del capítulo 38 parece como algo desagradable. ¿Por qué la Torá de repente encuentra necesario contarnos sobre el matrimonio de Judá con cierta mujer cananea (incluso no se nos dice ni el nombre de ella, es “una hija de Súa”) y sobre el nacimiento de sus tres hijos de este matrimonio? Y entonces leemos:

6 Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida. Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano. Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano. 10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida.[1]

Hagamos una pausa aquí. Normalmente vemos la historia como la historia de “Judá y Tamar” y olvidamos completamente la enorme tragedia que le sucedió a Judá. No hay palabras para expresar el pesar de un padre cuyos dos hijos mueren uno después del otro. Más aún, la Torá enfatiza que no murieron de muerte natural, sino que “Dios los mató” (וַיְמִתֵהוּ יְהוָֽה׃). Esta expresión es poco frecuente —rara vez la encontramos en la Torá—. ¿Qué pasaba aquí? ¿Era un castigo? ¿Había una conexión con la historia de José?

A través de toda la saga de José, descubrimos diferentes pistas que sugieren esta conexión. Por ejemplo, cuando más adelante leemos que a José le nacieron dos hijos en Egipto, la imagen viene a ser casi gráfica: Quien fue responsable del crimen, pierde a sus dos hijos, mientras que el que fue víctima del crimen, tiene dos hijos.

Incluso parece aun más claro cuando reflexionamos sobre las extrañas palabras de Rubén cuando intenta convencer a Jacob para que deje ir a Benjamín con ellos a Egipto: Y Rubén habló a su padre, diciendo: Harás morir a mis dos hijos, si no te lo devuelvo; entrégalo en mi mano, que yo lo devolveré a ti”.[2] Estas palabras suenan muy extrañas: después de todo, los hijos de Rubén son los nietos de Jacob —¿por qué mataría Jacob a sus dos nietos?—

Sin embargo, si a los ojos de los hermanos, la muerte de los dos hijos de Judá fue juicio y castigo de Dios por no traer de regreso a José, entonces podemos entender que Rubén en efecto, está diciendo: Yo te lo traeré de regreso —y si no, estoy preparado para pagar el precio—.

CONTEXTO LEGAL

Antes de ir más lejos, vamos a presentar algunos términos legales que nos ayudarán a entender mejor la situación. Según la ley levirata (del latín Levir, cuñado) un hermano estaba obligado a casarse con la viuda de su difunto hermano, y un hijo nacido de esa unión se le consideraba hijo del difunto. En hebreo, a tal unión se le llamaba yibum. Leemos esto en Deuteronomio:

Cuando hermanos habitaren juntos, y muriere alguno de ellos, y no tuviere hijo, la mujer del muerto no se casará fuera con hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y la tomará por su mujer, y hará con ella parentesco.[3]

Más tarde, el hermano podría rechazar el yibum, haciendo una declaración pública mediante la ceremonia de chalitzah (Deuteronomio 25:5-10). Sin embargo, en épocas anteriores, el yibum probablemente no podía ser evitado: un hombre estaba obligado a casarse con la viuda de su hermano. Así pues, cuando Er, el primogénito de Judá, murió sin hijos, el segundo hijo de Judá, Onán, debía casarse con Tamar por la ley de yibum. Cuando el SEÑOR le arrebató también la vida, de acuerdo con la ley levirata, el tercer hijo de Judá, Sela (cuyo verdadero nombre שלה significa “de ella”), debía casarse con Tamar. Judá conocía su responsabilidad en entregar su tercer hijo a Tamar, e intenta evitarlo. Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. [4]

Judá no quiere que Sela se case con Tamar, y piensa que si Tamar es enviada fuera del hogar, la obligación de Sela de casarse con ella vendría a ser menos apremiante conforme pasara el tiempo. Como resultado, él deja a Tamar “aguna”, עגונה, literalmente “anclada” o “encadenada” —un término halájico para una mujer judía que está “encadenada” a su matrimonio—. El ejemplo clásico es un hombre que marcha de viaje y no ha regresado, o bien ha ido a la guerra y está desaparecido. Una aguna no tiene marido —aún así, ella no puede casarse con otro hombre, sin importar el tiempo que ha transcurrido desde que se convirtió en aguna por primera vez—. La situación de aguna es extremadamente difícil —y eso es lo que debemos tener en mente en cuanto entramos en la parte más intrigante de la historia—.

 

Continuará…

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[1] Génesis 38: 6-10

[2] Génesis 42:37

[3] Deuteronomio 25:5

[4] Génesis 38:11

 

 

About the author

Julia BlumJulia is a teacher and an author of several books on biblical topics. She teaches two biblical courses at the Israel Institute of Biblical Studies, “Discovering the Hebrew Bible” and “Jewish Background of the New Testament”, and writes Hebrew insights for these courses.

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